
Los secretos del éxito de los antiguos
Como alzanzar el éxito y solucionar sus problemasfinancieros
George S. Clason
Título: El hombremás rico de Babilonia
Autor:George S. Clason
Primeraedicion: mayo 1994
Traducción:José Luis Sánchez
Digitalizador:Desconocido
Editado:Mar
L-01 – 17/02/04
Índice
Prefacio
1. El hombre que deseaba oro
2. El hombre más rico de Babilonia
3. Los siete medios de llenar una bolsa vacía
4. La diosa de la fortuna
5. Las cinco leyes del oro
6. El prestamista de oro de Babilonia
7. Las murallas de Babilonia
8. El tratante de camellos de Babilonia
9. Las tablillas de barro de Babilonia
10. El babilonio más favorecido por la suerte
11. Un resumen histórico de Babilonia
Este libro trata del éxito personal que procede de nuestroesfuerzo y de nuestro buen hacer. Una buena preparación es la clave del éxito,pues nuestros actos no pueden ser mejores que nuestros pensamientos. Una seriede reglas tan antiguas como el mundo contienen el secreto del éxito y de laprosperidad. En este libro, que se lee como una novela, aprenderá estossecretos.
Con un lenguaje sencillo y ameno, El hombre más rico de Babiloniaofrece un plan financiero que le colocará en el camino de la riqueza. Aprenderáa ganar el dinero que necesita, a conservarlo y a hacerlo fructificar.
Ante usted se extiende su futuro.
A lo largo de esta ruta hay ambiciones que usted desea realizar.
Si desea realmente satisfacer todos sus deseos, este libro le desvelará elsecreto para conseguirlo.
Ante usted se extiende el futuro como un camino que lleva muylejos. A lo largo del camino se encuentran las ambiciones que usted desearealizar... los deseos que usted quiere satisfacer.
Para realizar sus ambiciones y sus deseos, tiene que triunfar enel terreno financiero. Para ello, aplique los principios fundamentalesclaramente enunciados en las páginas de este libro. Deje que estos principioslo lleven más allá de las dificultades que trae la pobreza y que le ofrezcan lavida feliz y plena que da una bolsa bien provista.
Estos principios son universales einmutables como la ley de la gravedad. Le podrán mostrar, como ya lo han hechoa tantos otros antes que a usted, la manera de engrosar su bolsa, de aumentarsu cuenta bancaria y de asegurarse un notable éxito económico.
Dinero abundará para los que comprendanlas simples reglas de la adquisición de bienes.
1. 1. Comience a llenar su bolsa.
2. 2. Controle sus gastos.
3. 3. Haga dar frutos a su dinero.
4. 4. Impida que sus tesoros se pierdan.
5. 5. Haga que su propiedad sea una inversión rentable.
6. 6. Asegúrese ingresos para el futuro.
7. 7. Aumente su habilidad en la, adquisición de bienes.
Prefacio
La prosperidad de la nación depende de laprosperidad económica personal de cada uno.
Este libro trata del éxito personal decada uno. El éxito procede de los logros producidos gracias a nuestrosesfuerzos y habilidad. Una buena preparación es la clave del éxito. Nuestrasacciones no pueden ser más sabias que nuestros pensamientos. Nuestra manera depensar no puede ser más sabia que nuestro entendimiento.
Este libro de terapéutica para losbolsillos vacíos constituye una guía financiera. Su objetivo es ofrecer a losque buscan el éxito financiero una visión que los ayude a conseguir dinero, aconservarlo y a hacer que dé frutos.
En las páginas siguientes lotransportaremos a Babilonia, cuna de las reglas básicas de la economía que sonreconocidas aún hoy en día y aplicadas en todo el mundo.
El autor desea que este libro sirva deinspiración para sus nuevos lectores, como lo ha sido para tantos otros en todoel país, a fin de que su cuenta bancaria se engrosara constantemente, de queaumenten sus éxitos económicos y de que descubran la solución a sus problemasfinancieros.
El autor aprovecha la ocasión paraexpresar su gratitud a los administradores que han compartido generosamenteestos relatos con sus amigos, parientes, empleados y asociados. Ningún apoyohabría sido más convincente que el de los hombres prácticos que han apreciadoestas enseñanzas y han triunfado utilizando las reglas que propone este libro.
Babilonia fue la ciudad más rica del mundoen la antigüedad porque sus ciudadanos eran en aquel tiempo los más ricos.Apreciaban el valor del dinero. Aplicaron sólidas reglas básicas paraobtenerlo, conservarlo y hacerle dar fruto. Consiguieron lo que todos deseamos:ingresos para el futuro.
Dinero es el criterio universal por el quese mide el éxito en nuestra sociedad.
El dinero da la posibilidad de gozar delas mejores cosas de la existencia.
El dinero abunda para quien conoce losmedios de obtenerlo.
Hoy en día el dinero está sometido a lasmismas leyes que lo regían hace seis mil años, cuando los hombres prósperos sepaseaban por las calles de Babilonia.
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Capitulo 1 El hombre quedeseaba oro
Bansir, el fabricante de carros de laciudad de Babilonia, se sentía muy desanimado. Sentado en el muro que rodeabasu propiedad, contemplaba tristemente su modesta casa y su taller, en el quehabía un carro sin acabar.
Su mujer salía a menudo a la puerta.Lanzaba una mirada furtiva en su dirección, recordándole que ya casi no lesquedaba comida y que tendría que estar acabando el carro, es decir, clavando,tallando, puliendo y pintando, extendiendo el cuero sobre las ruedas;preparándolo de este modo para ser entregado y que fuera pagado por el ricocliente.
Sin embargo, su cuerpo grande y musculosopermanecía inmóvil, apoyado en la pared. Su mente lenta daba vueltas a unasunto al que no encontraba solución alguna. El cálido sol tropical, tan típicodel valle del Éufrates, caía sobre él sin piedad. Gotas de sudor perlaban sufrente y se deslizaban hasta su pecho velludo.
Su casa estaba dominada, en la partetrasera, por los muros que rodeaban las terrazas del palacio real. Muy cerca deallí, la torre pintada del Templo de Bel se recortaba contra el azul del cielo.A la sombra de una majestad tal se dibujaba su modesta casa, y muchas otrastambién, mucho menos limpias y cuidadas que la suya.
Así era Babilonia: una mezcla desuntuosidad y simplicidad, de cegadora riqueza y de terrible pobreza sin ordenalguno en el interior de las murallas de la ciudad.
Si se hubiera molestado en darse lavuelta, Bansir habría visto cómo los ruidosos carros de los ricos empujaban yhacían tambalearse tanto a los comerciantes que llevaban sandalias como a losmendigos descalzos. Incluso los ricos estaban obligados a meter los pies en losdesagües para dejar paso a las largas filas de esclavos y de portadores de agua«a servicio del rey». Cada esclavo llevaba una pesada piel de cabra llena deagua que vertía en los jardines colgantes.
Bansir estaba demasiado absorto en supropio problema para oír o prestar atención al ajetreo confuso de la ricaciudad. Fue el sonido familiar de una lira lo que le sacó de su ensoñación. Sedio la vuelta y vio el rostro expresivo y sonriente de su mejor amigo, Kobi elmúsico.
-Que los dioses te bendigan con grangenerosidad, mi buen amigo -dijo Kobi a modo de saludo-. Pero me parece que sontan generosos que ya no tienes ninguna necesidad de trabajar. Me alegro de quetengas esa suerte. Es más, me gustaría compartirla contigo. Te ruego que mehagas el favor de sacar dos shekeles de tu bolsa, que debe estar bien llena,puesto que no estás trabajando en tu taller, y me los prestes hasta después delfestín de los nobles de esta noche. No los perderás, te serán devueltos.
-Si tuviera dos shekeles -respondiótristemente Bansir-, no podría prestárselos a nadie, ni a ti, mi mejor amigo,porque serían toda mi fortuna. Nadie presta toda su fortuna ni a su mejoramigo.
como una estatua? ¿Por qué no acabas esecarro? ¿Cómo sacias tu hambre? No te reconozco, amigo mío. ¿Dónde está tuenergía desbordante? ¿Te aflige alguna cosa? ¿Te han causado los dioses algúnproblema?
-Debe de ser un suplicio que me hanenviado los dioses -comentó Bansir-. Comenzó con un sueño, un sueño que notenía sentido, en el que yo creía que era un hombre afortunado. De mi cinturacolgaba una bolsa repleta de pesadas monedas. Tenía shekeles que tirabadespreocupadamente a los mendigos, monedas de oro con las que compraba útilespara mi mujer y todo lo que deseaba para mí; incluso tenía monedas de oro queme permitían mirar confiadamente el futuro y gastar con libertad. Me invadía unmaravilloso sentimiento de satisfacción. Si me hubieras visto no habríasconocido en mí al esforzado trabajador, ni en mi esposa a la mujer arrugada,habrías encontrado en su lugar una mujer con el rostro pletórico de felicidadque sonreía como al comienzo de nuestro matrimonio.
-Un bello sueño en efecto -comentó Kobi-,pero ¿por qué sentimientos tan placenteros te habían de convertir en unaestatua colocada sobre el muro?
-¿Por qué? Porque en el momento que me hedespertado y he recordado hasta qué punto mi bolsa se encontraba vacía, me hainvadido un sentimiento de rebeldía. -Hablemos de ello. Como dicen los marinos,los dos remamos en la misma barca. De jóvenes fuimos a visitar a los sacerdotespara aprender su sabiduría. Cuando nos hicimos hombres, compartimos los mismosplaceres. En la edad adulta, siempre hemos sido buenos amigos. Estábamos satisfechosde nuestra suerte. Éramos felices de trabajar largas horas y de gastarlibremente nuestro salario. Ganamos mucho dinero durante los años pasados, perolos goces de la riqueza sólo los hemos podido experimentar en sueños. ¿Somosacaso estúpidos borregos? Vivimos en la ciudad más rica del mundo. Los viajerosdicen que ninguna otra ciudad la iguala. Ante nosotros se extiende estariqueza, pero no poseemos nada de ella. Tras haber pasado la mitad de tu vidatrabajando arduamente, tú, mi mejor amigo, tienes la bolsa vacía y mepreguntas: «¿Me puedes dejar una suma tan insignificante como dos shekeleshasta después del festín de los nobles de esta noche?» ¿Y qué es lo que yo terespondo? ¿Digo que aquí tienes mi bolsa, y que comparto contigo su contenido?No, admito que mi bolsa está tan vacía como la tuya. ¿Qué es lo que nofunciona? ¿Por qué no podemos conseguir más plata y más oro, más de lonecesario para poder comer y vestirse?
»Consideremos a nuestros hijos. ¿No estánsiguiendo el mismo camino de sus padres? ¿También ellos con sus familias, y sushijos con las suyas, tendrán que vivir entre los acaparadores de oro y setendrán que contentar con beber la consabida leche de cabra y alimentarse decaldo claro?
-Durante todos estos años que hemos sidoamigos, nunca habías hablado así, -replicó Kobi intrigado.
-Durante todos estos años, jamás había pensado así. Desde el albahasta que me hacía parar la oscuridad he trabajado haciendo los más belloscarros que pueda fabricar un hombre, sin casi atreverme apenas a esperar que undía los dioses reconocerían mis buenas obras y me darían una gran prosperidad,lo que jamás han hecho. Al fin me doy cuenta de que nunca lo harán. Por esoestoy triste. Deseo ser rico. Quiero poseer tierras y ganado, lucir bellasropas y llenar mi bolsa de dinero. Estoy dispuesto a trabajar para ello contodas mis fuerzas, con toda la habilidad de mis manos, con toda la destreza demi cabeza, pero deseo que mis esfuerzos sean recompensados. ¿Qué nos ocurre? Telo vuelvo a preguntar. ¿Por qué no tenemos una parte justa de todas las cosasbuenas, tan abundantes, que pueden conseguir los que poseen el oro?
-¡Ay si conociera la respuesta! -respondióKobi-. Yo no estoy más satisfecho que tú. Todo el dinero que gano .con mi lirase gasta rápidamente. A menudo he de planificar y calcular para que mi familiano pase hambre. Yo también tengo en mi fuero interno el deseo de tener una lirasuficientemente grande para. hacer resonar la grandiosa música que me viene ala mente. Con un instrumento así podría producir una música tan suave que ni elmismo rey habría oído nunca nada parecido.
-Tú deberías tener una lira así. Nadie enla ciudad de Babilonia podría hacerla sonar mejor que tú, hacerla cantar tanmelodiosamente que, no sólo el rey, sino los mismos dioses quedaríanmaravillados. Pero, ¿como podrías conseguirla si tú y yo somos tan pobres comolos esclavos del rey? ¡Escucha la campana! ¡Ya vienen! -señaló una largacolumna de hombres medio desnudos, los portadores de agua que venían del río,sudando y sufriendo por una estrecha calle. Caminaban en columna de a cincoencorvados bajo la pesada piel de cabra llena de agua.
-El hombre que los guía es hermoso -Kobiindicó al hombre que tocaba la campana y andaba al frente de todos,- sincarga-. En su país es fácil encontrar a hombres hermosos.
-Hay varios rostros bellos en la fila-dijo Bansir-, tanto como los nuestros. Hombres altos y rubios del norte,hombres negros y risueños del sur y pequeños y morenos de los países vecinos.Todos caminan juntos del río a los jardines y de los jardines al río, cada díade cada año. No pueden esperar ninguna felicidad. Duermen sobre lechos de pajay comen gachas. ¡Me dan pena esos pobres animales, Kobi!
-A mí también me dan pena. Pero me hacen recordar que nosotros noestamos mucho mejor que ellos, aunque nos llamemos libres. -
-Es cierto, Kobi, pero no me gusta pensaren eso. No queremos seguir viviendo como esclavos año tras año. Trabajar,trabajar, trabajar...¡Y no llegar a nada!
-¿No deberíamos intentar averiguar cómolos otros consiguieron su oro y hacer como ellos? preguntó Kobi.
-Tal vez haya un secreto que podemosaprender simplemente si encontramos a los que lo conocen, -respondió Bansirpensativo.
vez de eso ha hecho una señal con la manopara que los espectadores pudieran verle saludar y conceder el favor de unasonrisa amable a Kobi el músico.
-Sí, dicen que es el hombre más rico detoda Babilonia -dijo Bansir.
-Tan rico, dicen, que el rey recurre a suoro para asuntos del tesoro -contestó Kobi.
-Tan rico -comentó Bansir- que si me loencontrara de noche estaría tentado de vaciarle la bolsa.
-¡Eso es absurdo! -replicó Kobi-. Lafortuna de un hombre no está en la bolsa que lleva consigo. Una bolsa bienrepleta se vacía con rapidez si no hay una fuente de oro para alimentarla.Arkad tiene unos ingresos que mantienen su bolsa llena, gaste como gaste sudinero.
-¡Los ingresos, eso es lo importante!-dijo Bansir-. Deseo una renta que continúe alimentando mi bolsa, tanto si mequedo sentado en el muro de mi casa como si viajo a lejanos países. Arkad debede saber cómo un hombre puede asegurarse una renta. ¿Crees que será capaz deexplicárselo a alguien con una mente tan torpe cómo la mía?
-Creo que enseñó su saber a su hijoNomasir -respondió Kobi-. Este fue a Nínive y, según dicen en la posada, seconvirtió, sin la ayuda de su padre, en uno de los hombres más ricos de laciudad.
-Kobi, lo que acabas de decir ha hechonacer en mí una luminosa idea -un nuevo brillo apareció en los ojo de Bansir-.Nada cuesta pedir un sabio consejo a un buen amigo, y Arkad siempre ha sido unamigo. No importa que nuestras bolsas estén tan vacías como el nido de halcóndel año anterior. No nos detengamos por eso. No nos inquietemos por no poseeroro en medio de la abundancia. Deseamos ser ricos. ¡Ven! Vayamos a ver a Arkad ypreguntémosle cómo podríamos conseguir ganancias por nosotros mismos.
-Hablas poseído por una auténticainspiración, Bansir. Traes a mi mente una nueva visión de las cosas. Me hacestomar conciencia de la razón por la que nunca hemos tenido nuestra parte deriqueza. Nunca la hemos buscado activamente. Tú has trabajado con pacienciapara construir los carros más sólidos de Babilonia. Has concentrado en ellotodos tus esfuerzos y lo has conseguido. Yo me he esforzado en convertirme enun hábil músico, y lo he logrado.
»En lo que nos hemos propuesto triunfar, hemos triunfado. Losdioses estaban contentos de dejarnos continuar así. Ahora, por fin vemos unaluz tan brillante como el amanecer. Nos ordena que aprendamos más para hacernosmás prósperos. Encontraremos, con un nuevo entendimiento, maneras honorables decumplir nuestros deseos.
-Vayamos hoy a ver a Arkad dijo Bansir-. Pidamos a los amigos denuestra infancia que tampoco han triunfado que se unan a nosotros y quecompartan con nosotros esa sabiduría.
-Eres en verdad un amigo considerado, Bansir. Por eso tienestantas amistades. Haremos como dices. Vayamos hoy a buscarlos y llevémosloscon nosotros.
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Capitulo 2 El hombre másrico de Babilonia
En la antigua Babilonia vivía un hombre muy rico que se llamabaArkad. Su inmensa fortuna lo hacía admirado en todo el mundo. También eraconocido por su prodigalidad. Daba generosamente a los pobres. Era espléndidocon su familia. Gastaba mucho en sí mismo. Pero su fortuna se acrecentaba cadaaño más de lo que podía gastar.
Un día, unos amigos de la infancia lo fueron a ver y le dijeron:
-Tú, Arkad, eres más afortunado que nosotros. Te has convertido enel hombre más rico de Babilonia mientras que nosotros todavía luchamos porsubsistir. Tú puedes llevar las más bellas ropas y regalarte con los más rarosmanjares, mientras que nosotros nos hemos de conformar con vestir a nuestrasfamilias de manera apenas decente y alimentarlas tan bien como podemos.
»Sin embargo, en un tiempo fuimos iguales. Estudiamos con el mismomaestro. Jugamos a. los mismos juegos. No nos superabas en los juegos ni enlos estudios. Y durante esos años no fuiste mejor ciudadano que nosotros.
»Y por lo que podemos juzgar, no has trabajado más duro ni másarduamente que nosotros. ¿Por qué entonces te elige a ti la suerte caprichosapara que goces de todas las cosas buenas de la vida y a nosotros, que tenemoslos mismos méritos, nos ignora?
-Si no habéis conseguido con qué vivir de manera sencilla desdelos años de nuestra juventud -los reprendió Arkad-, es que habéis olvidadoaprender las reglas que permiten acceder a la riqueza, o también puede ser queno las hayáis observado.
»"La Fortuna Caprichosa" es una diosa malvada que nofavorece siempre a las mismas personas. A1 contrario, lleva a la ruina a casitodos los hombres sobre los que ha hecho llover oro sin que hicieran esfuerzoalguno. Hace actuar de manera desordenada a los derrochadores irreflexivos quegastan todo lo que ganan, dejándoles tan sólo apetitos y deseos tan grandes queno puedan saciarlos. En cambio, otros de a los que favorece se vuelven avaros yatesoran sus bienes por miedo a gastar los que tienen, pues saben que no soncapaces de reponerlos. Además, siempre temen ser asaltados por los ladrones yse condenan a vivir una vida vacía, solos y miserables. »Probablemente existenotros que pueden usar el oro que han ganado sin esfuerzo, hacerlo rendir ycontinuar siendo hombres felices y ciudadanos satisfechos. Sin embargo, sonpoco numerosos. Sólo los conozco de oídas. Pensad en los hombres querepentinamente-han heredado fortunas y decidme si esto que os digo no escierto.
fortunas. Le pidieron que les explicara cómo se había convertidoen un hombre tan próspero.
-En mi juventud --continuó-, miré a mi alrededor y vi todas lasbuenas cosas que me podían dar felicidad y satisfacción, y me di cuenta de quela riqueza aumentaba el poder de esos bienes.
»La riqueza es un poder, la riqueza hace posible muchas cosas.
»Permite amueblar una casa con los másbellos muebles.
»Permite navegar por mares lejanos.
»Permite degustar finos manjares delejanos países.
»Permite comprar los adornos del orfebre ydel joyero.
»Permite, incluso, construir grandiosostemplos para los dioses.
»Permite todas esas cosas y aún muchas otras que procuran placer alos sentidos y satisfacción al alma.
»Cuando comprendí todo eso, me prometí que yo tendría mi parte delas cosas buenas de la vida. Que no sería uno de esos que se mantienen almargen, mirando con envidia cómo los otros gozan de su fortuna. No meconformaría con ropas menos caras que sólo serían respetables. No mecontentaría con la vida de un pobre hombre. Al contrario, estaría invitado albanquete de las buenas cosas.
»Siendo, como ya sabéis, el hijo de un humilde comerciante, ymiembro de una familia numerosa, no tenía ninguna esperanza de heredar, y noestaba especialmente dotado de fuerza o de sabiduría, como habéis dicho contanta franqueza; así que decidí que si quería obtener lo que deseabanecesitaría dedicar tiempo y estudio.
»En cuanto al tiempo, todos los hombres lo tienen en abundancia.Vosotros habéis dejado pasar el tiempo necesario para enriquecerse.
»Y sin embargo admitís que no tenéis otrosbienes que mostrar que vuestras buenas familias, de las que tenéis razón deestar orgullosos.
»En lo que concierne al estudio, ¿No nosenseñó nuestro sabio profesor que posee dos niveles? Las cosas que ya hemosaprendido y que ya sabemos; y la formación que nos muestra cómo descubrir lasque no sabemos.
»Así decidí buscar qué había que hacerpara acumular riquezas, y cuando lo encontré, me creí en la obligación dehacerlo y de hacerlo bien. Pues ¿acaso no es sabio el querer aprovechar la vidamientras nos ilumina el sol, ya que la desgracia pronto se abatirá sobrenosotros en el momento que partamos hacia la negrura del mundo de losespíritus?
»Encontré un puesto de escriba en la salade archivos, en la que durante largas horas todos los días, trabajaba sobre lastablillas de barro, semana tras semana, mes tras mes; sin embargo, nada mequedaba de lo que ganaba. La comida, el vestido, lo que correspondía a losdioses y otras cosas de las que ya no me acuerdo, absorbían todos misbeneficios. Pero todavía estaba decidido.
»Y un día, Algamish el prestamista vino ala casa del señor de la ciudad y encargó una copia de la novena ley; me dijo:"La tengo que tener en mi poder dentro de dos días; si el trabajo estáhecho a tiempo te daré dos monedas de cobre"
»Así que trabajé duro, pero la ley eralarga y cuando Algamish volvió, no había terminado el trabajo. Estaba enfadado,si hubiera sido su esclavo me habría pegado. Pero como sabía que mi amo no lohabría permitido, yo no tuve miedo y le pregunté: «Algamish, sois un hombrerico. Decidme cómo puedo hacerme rico y trabajaré toda la noche escribiendo enlas tablillas para que cuando el sol se levante la ley esté ya grabada.»
»Él me sonrió y respondió: "eres unjoven astuto, pero acepto el trato".
»Pasé toda la noche escribiendo, aunque medolía la espalda y el mal olor de la lámpara me daba dolor de cabeza, hasta quecasi ya no podía ni ver. Pero cuando él regresó al amanecer, las tablillasestaban terminadas.
»"Ahora, dije, cumple tupromesa."
»"Tú has hecho tu parte del trato,hijo mío, me dijo él bondadosamente, y yo estoy dispuesto a cumplir la mía. tediré lo que deseas saber porque me vuelvo viejo y a las lenguas viejas lesgusta hablar, y cuando un joven se dirige a un viejo para recibir un consejo,bebe de la fuente de la sabiduría que da la experiencia. Demasiadas veces, losjóvenes creen que los viejos sólo conocen la sabiduría de los tiempos pasados yde ese modo no sacan provecho de ella. Pero recuerda esto: el sol que brillaahora es el mismo que brillaba cuando nació tu padre y el mismo que brillarácuando muera el último de tus nietos."
»"Las ideas de los jóvenes, continuó,son luces resplandecientes que brillan como meteoros que iluminan el cielo;pero la sabiduría del anciano es como las estrellas filas que lucen siempre dela misma manera, de modo que los marinos puedan confiar en ellas."
»"Retén bien estas palabras siquieres captar la verdad de lo que te voy a decir y no pensar que has trabajadoen vano durante toda la noche."
»Entonces, bajo las pobladas cejas, susojos me miraron fijamente y dijo en voz baja pero firme: "Encontré elcamino de la riqueza cuando decidí que una parte de :todo lo que ganaba metenía que pertenecer. Lo mismo será verdad para ti."
»Después continuó mirándome y su mirada meatravesó; giro no añadió nada más. "¿Eso es todo?", pregunté.
»"¡Fue suficiente para convertir enprestamista de oro a un pastor!, respondió.
Lo mismo daría que fueras un esclavo ytrabajaras para tu dueño, que te daría lo que necesitas para comer yvestir."
»"Si guardaras la décima parte de loque ganas en un año, ¿cuánto tendrías en diez años?"
»Mis conocimientos de cálculo mepermitieron responder: "tanto como gano en un año".
»El replicó: "lo que dices es unaverdad a medias. Cada moneda de oro que ahorras es una esclavo que trabajapara ti. Cada una de las pequeñas monedas que te proporcionará ésta, engendraráotras que también trabajarán para ti. ¡Si te quieres hacer rico, tus ahorros tedeben rendir y estos rendimientos rendirte a su vez! Todo esto te ayudará aconseguir la abundancia de que estás ávido"
»"Crees que te pago mal por la larganoche de trabajo, continuó, pero en verdad te pago mil veces; sólo hace faltaque captes la verdad de lo que te he presentado"
»"Una parte de lo que tú ganas estuyo y lo puedes conservar. No debe ser menos de una décima parte, sea cual seala cantidad que tú ganes. Puede ser mucho más cuando te lo puedas permitir.Primero págate a ti. No compres al zapatero o al sastre más de lo que puedaspagar con lo que te quede, de modo que tengas suficiente para la alimentación,la caridad y la devoción a los dioses."
»"La riqueza, como el árbol, nace deuna semilla. La primera moneda que ahorres será la semilla que hará crecer elárbol de tu riqueza. Cuanto antes plantes tu semilla, antes crecerá el árbol.Cuanto más fielmente riegues y abones tu árbol, antes te refrescarás,satisfecho, bajo su sombra."
»Habiendo dicho esto, cogió sus tablillasy se fue.
»Pensé mucho en lo que me había dicho y mepareció razonable. Así que decidí que lo intentaría. Cada vez que me pagaban,tomaba una moneda de cobre de cada diez y la guardaba. Y por extraño queparezca, no me faltaba más dinero que antes. Tras habituarme, casi ni me dabacuenta, pero a menudo estaba tentado de gastar mi tesoro, que empezaba acrecer, para comprar algunas de las buenas cosas que mostraban los mercaderes,cosas traídas por los camellos y los barcos del país de lo fenicios. Pero meretenía prudentemente.
»Doce meses después de la visita deAlgamish, este volvió y me dijo: "Hijo mío, ¿te has pagado con la décimaparte de lo que has ganado este año?"
»Yo respondí orgulloso: "Sí,maestro"
»"Bien, respondió contento, ¿qué hashecho con ella?"
»"Se la he dado a Azmur el fabricantede ladrillos. Me ha dicho que viajaría por mares lejanos y que compraría joyasraras a los fenicios en Tiro, para luego venderlas aquí a elevados precios, yque compartiríamos las ganancias"
»"Se aprende a golpes, gruñó, ¿cómohas podido confiar en un fabricante de ladrillos sobre una cuestión de joyas?¿Irías a ver al panadero por un asunto de las estrellas? Seguro que no, sipensaras un poco irías a ver a un astrónomo. Has perdido tus ahorros, mi jovenamigo; has cortado tu árbol de la riqueza de raíz. Pero planta otro. Y lapróxima vez, si quieres un consejo sobre joyas, ve a ver a un joyero. Siquieres saber la verdad sobre los corderos, ve a ver al pastor. Los consejosson una cosa que se da gratuitamente, pero toma tan sólo los buenos. Quien pideconsejo sobre sus ahorros a alguien que no es entendido en la materia habrá depagar con sus economías el precio de la falsedad de los consejos." Trasdecir esto, se fue.
»Y pasó como él había predicho, pues losfenicios resultaron ser unos canallas, y habían vendido a Azmur trozos devidrio sin valor que parecían piedras preciosas. Pero, como me había indicadoAlgamish, volví a ahorrar una moneda de cobre de cada diez que ganaba ya que mehabía acostumbrado y no me era difícil.
»Doce meses más tarde, Algamish volvió ala sala de los escribas y se dirigió a mí. «¿Qué progresos has realizado desdela última vez que te vi?»
»"Me he pagado regularmente,repliqué, y he confiado mis ahorros a Ager, el fabricante de escudos, para quecompre bronce, y cada cuatro meses me paga los intereses."
»"Muy bien. ¿Y qué haces con esosintereses?"
»"Me doy un gran festín con miel,buen vino y pastel de especias. También me he comprado una túnica escarlata. Yalgún día me compraré un asno joven para poderme pasear.°'
»Al oír eso, Algamish rió: "Te comeslos beneficios de tus ahorros. Así, ¿cómo quieres que trabajen para ti? ¿Cómopueden producir a su vez más beneficios que trabajen para ti? Procúrate primeroun ejército de esclavos de oro, y después podrás gozar de los banquetes sinpreocuparte."
»Tras esto, no lo volví a ver en dos años.Cuando regresó, su rostro estaba cubierto de arrugas y tenía los ojos hundidos,ya que se estaba haciendo viejo. Me dijo: "Arkad, ¿ya eres rico, tal comosoñabas?"
»Y yo respondí:"No, todavía no poseo todo lo que deseo, sólo una parte, pero obtengobeneficios que se n multiplicando."
»"¿Y todavía pides consejo a losfabricantes de ladrillos?"
»"Respecto a la manera de fabricar ladrillos,dan buenos consejos", repliqué.
»"Arkad, continuó, has aprendido bienla lección. Primero aprendiste a vivir con menos de lo que ganabas, después,aprendiste a pedir consejo a hombres que fueran competentes gracias a laexperiencia adquirida y que quisieran compartir ésta, y finalmente hasaprendido a hacer que tu dinero trabaje para ti."
»"Has aprendido por ti solo la manerade conseguir dinero, de conservarlo y de usarlo. De modo que eres competente yestás preparado para asumir un puesto de responsabilidad. Yo me hago viejo, mishijos sólo piensan en gastar y nunca en ganar. Mis negocios son muy grandes ytengo miedo de no poderme encargar de ellos. Si quieres ir a Nipur a encargartede mis tierras de allí, te haré mi socio y compartiremos los beneficios."
»Así que fui a Nipur y me encargué de losnegocios importantes, y como estaba lleno de ambición y había aprendido lastres reglas de gestión de la riqueza pude aumentar grandemente el valor de susbienes. De modo que cuando el espíritu de Algamish se fue al mundo de lastinieblas, tuve derecho a una parte de sus propiedades, como él había convenidoconforme a la ley.
Así habló Arkad, y cuando hubo acabado decontar su historia, uno de los amigos habló.
-Tuviste una gran suerte de que Algamishte hiciera su heredero -dijo.
-Solamente tuve la gran suerte de quererprosperar antes de encontrarlo. ¿Acaso no probé durante cuatro años mideterminación al guardar una décima parte de lo que ganaba? ¿Dirías que tienesuerte el pescador que pasa largos años estudiando el comportamiento de lospeces y consigue atraparlos gracias a un cambio del viento, tirando sus redesjusto en el momento preciso? La oportunidad es una diosa arrogante que nopierde el tiempo con los que no están preparados.
-Hiciste prueba de mucha voluntad cuandocontinuaste después de haber perdido los ahorros de tu primer año. ¡Fuisteextraordinario! -exclamó otro.
-¡Voluntad! -replicó Arkad-. ¡Qué absurdo!¿Creéis que la voluntad da al hombre la fuerza para levantar un fardo que nopuede transportar un camello o que no que no puede tirar un buey? La voluntadno es más que la determinación inflexible de llevar a cabo el se ha impuesto.
»Cuando yo me impongo un trabajo, porpequeño que sea, lo acabo. De otro modo, ¿cómo podría confiar en mí mismo pararealizar trabajos importantes? Si me propongo que durante cien días, cada vezque pase por el puente que lleva a la ciudad cogeré una piedra y la tiraré alrío, lo haré. Si el séptimo día pasó sin acordarme, no me digo que pasaré el díasiguiente, tiraré dos piedras, y será igual. En vez de eso daré la vuelta ytiraré la piedra al río. El vigésimo día no me diré que todo esto es inútil nime, preguntaré de qué sirve tirar piedras al río cada día, «podrías tirar unpuñado de piedras y habrías acabado todo». No, no diré eso ni lo haré, cuandome impongo un trabajo lo hago, de modo que procuro no comenzar trabajosdifíciles o imposibles porque me gusta tener tiempo libre.
Entonces, otro de los amigos elevó la voz.
-Si lo que dices es cierto --dijo-, y si,como tú has dicho, es razonable, entonces todos los hombre podrían hacerlo, ysi todos lo hicieran, no habría suficiente riqueza para todo el mundo.
-La riqueza aumenta cada vez que loshombres gastan sus energías -respondió Arkad-. Si un hombre rico se construyeun nuevo palacio, ¿se pierde el oro con el que paga? No, el fabricante deladrillos tiene una parte, el trabajador otra, el artista la suya. Y todos losque trabajan, en la construcción del palacio reciben una parte. Y cuando elpalacio está terminado, ¿acaso no tiene el valor de lo que ha costado? ¿Y elterreno sobre el que-está construido no adquiere por este hecho más valor? Lariqueza crece de manera mágica. Ningún hombre puede predecir su límite. ¿Acasono han levantado los fenicios grandes ciudades en áridas costas gracias a lasriquezas traídas por sus barcos mercantes?
-¿Qué nos aconsejas para que nosotrostambién nos hagamos ricos? preguntó uno de los amigos-. Los años han idopasando, ya no somos jóvenes y no tenemos dinero que ahorrar.
-Os recomiendo que pongáis en práctica lossabios principios de Algamish; y decíos: una parte de todo lo que gano merevierte y la he de conservar. Decíoslo cuando os levantéis, decíoslo almediodía, decíoslo por la tarde, decíoslo cada hora de cada día. Repetidlohasta que estas palabras resalten como letras de fuego en el cielo.
»Impregnaos de esta idea. Llenaos de estepensamiento. Tomad la porción que os parezca prudente de lo que ganáis, que nosea menos de la décima parte, y conservadla. Organizad vuestros gastos enconsecuencia. Pero lo primero es guardar esa parte. Pronto conoceréis laagradable sensación de poseer un tesoro que sólo os pertenece a vosotros, que amedida que aumenta, os estimula. Un nuevo placer de vivir os animará. Si hacéismayores esfuerzos, obtendréis más. Si vuestros beneficios crecen, aunque elporcentaje sea el mismo, vuestras ganancias serán mayores, ¿no?
»Cuando lleguéis a este punto, aprended a hacertrabajar vuestro oro para vosotros, hacedlo vuestro esclavo. Haced que sushijos y los hijos de sus hijos trabajen para vosotros. »Aseguraos una rentapara el futuro, mirad a los ancianos y no olvidéis que vosotros seréis uno deellos. Invertid vuestro patrimonio con la mayor prudencia para no perderlo.»Los intereses de los usureros son irresistibles cantos de sirena que atraen alos imprudentes hacia las rocas de la perdición y el remordimiento.
»Vigilad que vuestra familia no pasenecesidad si los dioses os llaman a su reino. Para asegurarle esta protección,siempre se pueden ir desembolsando pequeñas cantidades a intervalos regulares.El hombre prudente no confía en recibir una gran suma de dinero si no lo havisto antes.
»Consultad a los hombres sabios. Buscad elconsejo de quienes manejan dinero todos los días. Permitid que os ahorrenerrores como el que yo cometí-.al confiar mi dinero al juicio de Azmur, elfabricante de ladrillos. Es preferible un pequeño interés seguro a un granriesgo.
»Aprovechad la vida mientras estáis eneste mundo, no hagáis demasiadas economías. Si la décima parte de lo que ganáises una cantidad razonable que podéis ahorrar, contentaos con esa porción. Aparte de esto, vivid de manera conforme con vuestros ingresos y no os volváisroñosos ni tengáis miedo de gastar. La vida es bella y está llena de cosasbuenas que podéis disfrutar.
podido compartir su dinero con ellos, perounos terceros tenían un nuevo brillo en los ojos. Habían comprendido que Algamishhabía vuelto a la sala de los escribas para mirar atentamente a un hombre quese estaba trazando un camino hacia la luz. Una vez hubiera encontrado la luz,ya tendría una posición. Sabían que nadie podía ocupar este lugar sin anteshaber llegado a comprender todo esto por si mismo y sin estar dispuesto aaprovechar la ocasión cuando se presentara.
Estos últimos fueron los que, durante losaños siguientes, visitaron asiduamente a Arkad, quien los recibía con alegría.Les aconsejó y les dio su sabiduría de modo gratuito como gustan de hacersiempre los hombres de larga experiencia. Les ayudó a invertir sus ahorros de modoque les dieran un interés seguro y no fueran malgastados en malas inversionesque no habrían dado ningún beneficio.
El día que tomaron conciencia de la verdadque había sido trasmitida de Algamish a Arkad y de Arkad a ellos, fue un hitoen sus vidas.
Una parte de lo que ganáis revierte envosotros, conservadla
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Capitulo 3: Los siete mediosde llenar una bolsa vacía
La gloria de Babilonia persiste; a travésde los siglos, ha conservado la reputación de haber sido una de las ciudadesmás ricas y con más fabulosos tesoros.
No siempre fue así. Las riquezas deBabilonia son el resultado de la sabiduría de sus habitantes, que primerotuvieron que aprender la manera de hacerse ricos.
Cuando el buen rey Sargón regresó aBabilonia después de vencer a los elamitas, sus enemigos, se encontró ante unasituación grave; el canciller real le explicó las razones de ello.
-Tras varios años de gran prosperidad quenuestro pueblo debe a Su Majestad, que ha construido grandes canales de riego ygrandes templos para los dioses, ahora que las obras se han acabado, el puebloparece no poder cubrir sus necesidades.
-Los obreros no tienen trabajo, loscomerciantes tienes escasos clientes, los agricultores no pueden vender susproductos, el pueblo no tiene oro suficiente para comprar comida.
-¿Pero a dónde ha ido todo el dinero quehemos gastado en esas mejoras? preguntó el rey.
-Me temo mucho que ha ido a parar a manosde algunos pocos hombres muy ricos de nuestra ciudad -respondió el canciller-.Ha pasado por entre los dedos de la mayoría de nuestras gentes tan rápido comola leche de cabra pasa por el colador. Ahora que la fuente de oro ha dejado desurtir, los más de nuestros ciudadanos vuelven a no poseer nada.
-¿Por qué tan pocos hombres pudieronconseguir todo el oro? preguntó el rey después de estar pensativo durante unosinstantes.
-Porque sabían cómo hacerlo -respondió elcanciller-. No se puede condenar a un hombre porque logra el éxito; tampoco sepuede, en buena justicia, cogerle el dinero que ha ganado honradamente paradárselo a los que no han sido capaces de hacer otro tanto.
-¿Pero por qué no pueden todos los hombresaprender a hacer fortuna y así hacerse ricos?
-Vuestra pregunta contiene su propia respuesta, Vuestra Majestad,¿quién posee la mayor fortuna de la ciudad Babilonia?
-Es cierto, mi buen canciller, es Arkad.Es el hombre más rico de Babilonia, tráemelo mañana.
El día siguiente, como había ordenado elrey, se presentó ante él Arkad, bien derecho y con la mente despierta a pesarde su edad avanzada.
-¿Poseías algo cuando empezaste?
-Sólo un gran deseo de riqueza. Aparte deeso, nada.
-Arkad -continuó el rey-, nuestra ciudadse encuentra en una situación muy delicada porque son pocos los hombres queconocen la manera de adquirir riquezas. Esos babilonios monopolizan el dineromientras la masa de ciudadanos no sabe cómo actuar para conservar una parte deloro que recibe en pago.
»Deseo que Babilonia sea la ciudad másrica del mundo, y eso significa que debe haber muchos hombres ricos. Tenemosque enseñar a toda la población cómo puede conseguir riquezas. Dime, Arkad,¿existe un secreto para hacerlo? ¿Puede ser transmitido?
-Es una cuestión práctica, VuestraMajestad. Todo lo que sabe un hombre puede ser enseñado.
-Arkad -los ojos del rey brillaban-, hasdicho justamente las palabras que deseaba oír. ¿Te ofrecerías para esa grancausa? ¿Enseñarías tu ciencia a un grupo de maestros? Cada uno de ellos podríaenseñar a otros hasta que hubiera un número suficiente de educadores parainstruir a todos los súbditos capacitados de mi reino.
-Soy vuestro humilde servidor -dijo Arkadcon una reverencia-. Compartiré gustoso toda la ciencia que pueda poseer por elbienestar de mis conciudadanos y la gloria de mi rey. Haced que vuestro buencanciller me organice una clase de cien hombres y yo les enseñaré las sietemaneras que han permitido que mi fortuna floreciera cuando no había enBabilonia bolsa más vacía que la mía.
Dos semanas más tarde, las cien personaselegidas estaban en la gran sala del templo del Conocimiento del rey, estabansentados en coloreadas alfombras y formaban un semicírculo. Arkad se sentójunto a un pequeño taburete en el que humeaba una lámpara sagrada quedesprendía un olor extraño y agradable.
-Mira al hombre más rico de Babilonia-susurró un estudiante al oído de su vecino cuando se levantó Arkad-, no esdiferente de nosotros.
-Como leal súbdito de nuestro rey empezóArkad-, me encuentro ante vosotros para servirle. Me ha pedido` que ostransmita mi saber, ya que yo fui, en un tiempo, un joven pobre que deseabaardientemente poseer riquezas y encontré el modo de conseguirlas.
»Empecé de la manera más humilde, no teníamás dinero que vosotros para gozar plenamente de la vida, ni más que la mayoríade los ciudadanos de Babilonia.
»El primer lugar donde guardé mis tesorosera una ajada bolsa. Detestaba verla así, vacía e inútil. Deseaba que estuvieraabultada y llena, que el oro sonara en ella. Por eso me esforcé por encontrarlas maneras de llenar una bolsa, encontré siete.
»Os explicaré, a vosotros que os habéisreunido ante mí, estas siete maneras que recomiendo a todos los hombres quequieran conseguir dinero a espuertas. Cada día os explicaré una de las siete, yasí durante siete días.
»Escuchad atentamente la ciencia que osvoy a comunicar; debatid las cuestiones conmigo, discutidlas entre vosotros.Aprended estas lecciones a fondo para que sean la .semilla de una riqueza quehará florecer vuestra fortuna. Cada uno debe comenzar a construir sabiamente sufortuna; cuando ya seáis competentes, y sólo entonces, enseñaréis estasverdades a otros.
»Os mostraré maneras sencillas de llenarvuestra bolsa. Este es el primer paso que os llevará al templo de la riqueza,ningún hombre puede llegar a él si antes no pone firmemente sus pies en el primerescalón. »Hoy nos dedicaremos a reflexionar sobre la primera manera.
LA PRIMERA MANERA:
Empezad a llenar vuestrabolsa
Arkad se dirigió a un hombre que lo escuchabaatentamente desde la segunda fila.
-Mi buen amigo, ¿a qué te dedicas?
-Soy escriba -respondió el hombre-, grabo documentosen tablillas de barro.
-Yo gané las primeras monedashaciendo el mismo trabajo. De modo que tienes las mismas oportunidades deamasar una fortuna que yo. Después habló a un hombre de rostro moreno que seencontraba más atrás. -Dime por favor con qué trabajo te ganas el pan. -Soycarnicero -respondió el hombre-. Compro cabras a los granjeros y las sacrifico,vendo la carne a las
mujeres y la piel a los fabricantes de sandalias.
-Dadoque tienes un trabajo y un salario, tienes las mismas armas que tuve yo paratriunfar. Arkad preguntó a todos cómo se ganaban la vida, procediendo de lamisma manera.
-Ya veis, queridos estudiantes -dijo cuando huboterminado de hacer preguntas-, que hay varios trabajos y oficios que permitenal hombre ganar dinero. Cada uno de ellos es un filón de oro del que eltrabajador puede obtener una parte para su propia bolsa gracias a su esfuerzo.Podemos decir que la fortuna es un río de monedas de plata, grandes o pequeñassegún vuestra habilidad. ¿No es así?
Todos estuvieron de acuerdo.
-Entonces --continuóArkad-, si ceno de vosotros desea acumular un tesoro propio, ¿no sería sensatoempezar usando esta fuente de riqueza que ya conocemos? También todosestuvieron de acuerdo. En ese momento Arkad se volvió hacia un hombre humildeque había declarado ser vendedor de huevos. -¿Qué pasará si tomas una devuestras cestas y todas las mañanas colocas en ella diez huevos y por la nocheretiras nueve?
-Que al final rebosarán.
-¿Por qué?
-Porque cada día pongo uno más de los que quito.
Arkad se volvió hacia toda la clase sonriendo.
-¿Hay alguien aquí que tenga la bolsa vacía? preguntó.
Los hombres se miraron divertidos, rieron y finalmentesacudieron sus bolsas bromeando.
-Bien -continuó Arkad-. Ahora conoceréis el primermétodo para llenar los bolsillos. Haced justamente lo que he sugerido alvendedor de huevos. De cada diez monedas que ganéis y guardéis en vuestrabolsa, retirad sólo nueve para gastar. Vuestra bolsa empezará a abultarse rápidamente,aumentará el peso de las monedas y sentiréis una agradable sensación cuando lasopeséis. Esto os producirá una satisfacción personal.
»No os burléis de lo que os digo porque os parezcasimple. La verdad siempre lo es. Ya os he dicho que os contaría cómo amasé mifortuna.
Así fueron mis comienzos, yo también he tenido labolsa vacía y la he maldecido porque no contenía nada con lo que pudierasatisfacer mis deseos. Pero cuando empecé a sacar sólo nueve de cada diezmonedas que metía, empezó a abultarse. Lo mismo le ocurrirá a la vuestra.
»Os diré una extraña verdad cuyo principio desconozc0.Cuando empecé a gastar sólo las nueve décimas partes de lo que ganaba mearreglé igual de bien que cuando lo bastaba todo. No tenía menos dinero queantes. Además, con el tiempo, obtenía dinero con más facilidad. Es seguramenteuna ley de los dioses, que hace que, para los que no gastan todo lo que ganan yguardan un parte es más fácil conseguir dinero, del mismo modo que el oro no vaa parar a manos de quien tiene los bolsillos vacíos.
»¿Qué deseáis con más fuerza? ¿Satisfacer los deseosde cada día, joyas, muebles, mejores ropas, más comida: cosas que desaparecen yolvidamos fácilmente? ¿O bienes sustanciales como el oro, las tierras, losrebaños, las mercancías, los beneficios de las inversiones? Las monedas quetomáis de vuestra bolsas os darán las primeras cosas; las que no retiráis, lossegundas bienes que os he enumerado.
»Este es, queridos estudiantes, el primer medio que hedescubierto para llenar una bolsa vacía: de cada diez monedas que ganéis,gastad sólo nueve. Discutidlo entre vosotros. Si alguno puede probar que no escierto, que lo diga mañana cuando nos volvamos a encontrar.
LA SEGUNDA MANERA:
Controlad vuestros gastos
Algunos de vosotros me habéis preguntado lo siguiente:«¿Cómo puede un hombre guardar la décima parte de lo que gana cuando ni lasdiez décimas partes son suficientes para cubrir sus necesidades másapremiantes?» -se dirigió Arkad a los estudiantes el segundo día. -
-¿Cuántos de vosotros teníais ayer una fortuna másbien escasa?
-Todos -respondió la clase.
-Y sin embargo no ganáis todos lo mismo. Algunos gananmucho más que otros. Algunos tienen familias más numerosas que alimentar. Y encambio, todas las bolsas estaban igual de vacías. Os diré una verdad queconcierne a los hombres y a sus hijos: los gastos que llamamos obligatoriossiempre crecen en proporción a nuestros ingresos si no hacemos algo paraevitarlo.
»No confundáis vuestros gastos obligatorios convuestros deseos. Todos vosotros y vuestras familias tenéis más deseos de losque podéis satisfacer. Usáis vuestro dinero para satisfacer, dentro de unoslímites, estos deseos, pero todavía os quedan muchos sin cumplir.
»Todos los hombres se debaten contra más deseos de losque puede realizar. ¿Acaso creéis que, gracias a mi riqueza, yo los puedosatisfacer todos? Es una idea falsa. Mi tiempo es limitado, mis fuerzas sonlimitadas, las distancias que puedo recorrer son limitadas, lo que puedo comer,los placeres que puedo sentir son limitados.
»Os digo esto para que comprendáis que los deseosgerminan libremente en el espíritu del hombre cada vez que hay una posibilidadde satisfacerlos de la misma manera que las malas hierbas crecen en el campocuando el labrador les deja un espacio. Los deseos son muchos pero los quepueden ser satisfechos, pocos.
»Estudiad atentamente vuestros hábitos de vida.Descubriréis que la mayoría de las necesidades que consideráis como básicaspueden ser reducidas o eliminadas. Que sea vuestra divisa el apreciar al cienpor cien el valor de cada moneda que gastéis.
»Escribid en una tablilla todas las cosas que causengastos. Elegid los gastos que son obligatorios y los que están dentro de loslímites de los nueve décimos de vuestros ingresos. Olvidad el resto yconsideradlo sin pesar como parte de la multitud de deseos que deben quedar sinsatisfacción.
»Estableced una lista de gastos obligatorios. Notoquéis la décima parte destinada a engrosar vuestra bolsa, haced que seavuestro gran deseo y que se vaya cumpliendo poco a poco. Continuad trabajandosegún el presupuesto, continuad ajustándolo según vuestras necesidades. Que elpresupuesto sea vuestro primer instrumento en el control de los gastos devuestra creciente fortuna.
Entonces, uno de los estudiantes vestido con unatúnica roja y dorada se levantó.
-Soy un hombre libre -dijo-. Creo que tengo derecho agozar de las cosas buenas de la vida. Me rebelo contra la esclavitud depresupuesto que fija la cantidad exacta de lo que puedo gastar, y en qué. Meparece que eso me impedirá gozar de muchos de los placeres de la vida y me harátan pequeño como un asno que lleva un pesado fardo.
-¿Quién, amigo mío, decidirá tu presupuesto? -ReplicóArkad.
-Yo mismo lo haré protestó el joven.
-En el caso de que un asno decidiera su carga, ¿túcrees que incluiría joyas, alfombras y pesados lingotes de oro? No lo creo,pondría heno, granó. y una piel llena de agua para el camino por el desierto.
»El objetivo del presupuesto es ayudar a aumentarvuestra fortuna; os ayudará a procuraros los bienes necesarios y, en ciertamedida, a satisfacer parte de los otros, os hará capaces de cumplir vuestrosmayores deseos defendiéndolos de los caprichos fútiles. Coma la luz brillanteen una cueva oscura, el presupuesto os muestra los agujeros de vuestra bolsa yos permite taparlos y controlar los gastos en función de metas definidas y mássatisfactorias.
»Esta es la segunda manera de conseguir dinero.Presupuestad los gastos de modo que siempre tengáis dinero para pagar los queson inevitables, vuestras distracciones y para satisfacer los deseos aceptablessin gastar más de nueve décimos de vuestros ingresos.
LA TERCERA MANERA:
Haced que vuestro oro fructifique.
-Supongamos que habéis acumulado una gran fortuna. Queos habéis disciplinado para reservar una décima parte de vuestras ganancias yque habéis controlado vuestros gastos para proteger vuestro tesoro creciente.
»Ahora veremos el modo de hacer que vuestro tesoroaumente. El oro guardado dentro de una bolsa contenta al que lo posee ysatisface el alma del avaro pero no produce nada. La parte de nuestrasganancias que conservéis no es más que el principio y lo que nos produzcadespués es lo que amasará nuestras fortunas.
Así habló Arkad a su clase el tercer día.
»¿Cómo podemos hacer que nuestro oro trabaje? Laprimera vez que invertí dinero, tuve mala suerte porque lo perdí todo. Luego oslo contaré. La primera inversión provechosa que realicé fue un préstamo quehice a un hombre llamado Agar, un fabricante de escudos. Una vez al añocompraba pesados cargamentos de bronce importados de mares lejanos y que luegoutilizaba para fabricar armas. Como carecía de capital suficiente para pagar alos mercaderes, lo pedía a los que les sobraba dinero. Era un hombre honrado.Devolvía los préstamos con intereses cuando vendía los escudos.
»Cada vez que le prestaba dinero, también le prestabael interés que me había pagado. Entonces, no sólo aumentaba el capital sino quetambién los intereses. Me satisfacía mucho ver cómo estas cantidades volvían ami bolsa.
»Queridos estudiantes, os digo que la riqueza de unhombre no está en las monedas que transporta en la bolsa sino en la fortuna queamasa, el arroyo que fluye continuamente de su fortuna y la va alimentando. Eslo que todo hombre desea. Lo que cualquiera de vosotros desea: una fuente deingresos que siga produciendo, estéis trabajando o de viaje.
»He adquirido una gran fortuna, tan grande que se diceque soy muy rico. Los préstamos que le hice a Agar fueron mi primeraexperiencia en el arte de invertir de forma beneficiosa. Después de esta buenaexperiencia, aumenté mis préstamos e inversiones a medida que aumentaba micapital. Cada vez había más fuentes que alimentaban el manantial de oro quefluía hacia mi bolsa y que podía utilizar sabiamente como quisiera.
»Y he aquí que mis humildes ganancias habíanengendrado un montón de esclavos que trabajaban y ganaban más oro. Trabajabanpara mí igual que sus hijos y los hijos de sus hijos, hasta que, gracias a susenormes esfuerzos reuní una fortuna considerable.
»El oro se amasa rápidamente cuando produce unosingresos importantes como observaréis en la siguiente historia: un granjerollevó diez monedas de oro a un prestamista cuando nació su primer hijo y lepidió que las prestara hasta que el hijo tuviera veinte años. El prestamistahizo lo que se le pedía y permitió-un interés igual a un cuarto de la cantidadcada cuatro años. El granjero le pidió que añadiera el interés al capitalporque había reservado el dinero enteramente para su hijo.
»Cuando el chico cumplió veinte años, el granjeroacudió a casa del prestamista para preguntar sobre el dinero. El prestamistale explicó que las diez monedas de oro ahora tenían un valor de treinta y unamonedas porque gracias al interés compuesto, la cantidad de partida se habíaacrecentado.
»El granjero estaba muy contento y como su hijo nonecesitaba el dinero, lo dejó al prestamista. Cuando el hijo tuvo cincuentaaños y el padre ya había muerto, el prestamista devolvió al hijo ciento sesentay siete monedas.
»Es decir que, en cincuenta años, el dinero se habíamultiplicado aproximadamente por diecisiete.
»Esta es la tercera manera de llenar la bolsa: hacerproducir cada moneda para que se parezca a la imagen délos rebaños en el campoy para que ayude a hacer de estros ingresos el manantial de la riqueza quealimenta constantemente vuestra fortuna.
LA CUARTA MANERA:
Proteged vuestros tesoros de cualquier pérdida
»La mala suerte es un círculo brillante. El oro quecontiene una bolsa debe guardarse herméticamente. Si no, desaparece. Es buenoguardar en lugar seguro las sumas pequeñas y aprender a protegerlas antes quelos dioses nos confíen las más grandes.
Así habló Arkad a su clase el cuarto día.
»Quien posea oro se verá tentado en muchas ocasionesde invertir en cualquier proyecto atractivo. A veces lar amigos o familiaresimpacientes que invierten dinet4; hecho que nos puede influir.
»El primer principio de la inversión consiste enasegurar vuestro capital. ¿Acaso es razonable cegarse por las grandes gananciassi se corre el riesgo de perder el capital? Yo diría que no.
»El castigo por correr este riesgo es una posiblepérdida. Estudiad minuciosamente la situación antes de separaron de vuestrotesoro; cercioraos de que podréis reclamarlo con toda seguridad. No os dejéisarrastrar por los deseos románticos de hacer fortuna rápidamente.
»Antes de prestar vuestro oro a cualquiera, aseguraosde que el deudor os podrá devolver el dinero y de que goza de buena reputación.No le hagáis, sin saberlo, un regalo: el tesoro que tanto os ha costado reunir.
»Antes de invertir vuestro dinero en cualquierterreno, sed conscientes de los peligros que pueden presentarse.
»Mi primera inversión, en aquel momento, fue unatragedia para mí. Confié mis ahorros de un año a un fabricante de ladrillos quese llamaba Azmur, que viajaba por los mares lejanos y por Tiro, y que aceptócomprarme unas extrañas joyas fenicias. Teníamos que vender esas joyas a suvuelta y repartirnos los beneficios. Los fenicios eran unos canallas yvendieron piezas de vidrio coloreado. Perdí mi tesoro. Hoy, la experienciaimpediría que confiara la compra de joyas a un fabricante de ladrillos.
»Así que os aconsejo, con conocimiento y experienciaque no confiéis demasiado en vuestra inteligencia y no expongáis vuestrostesoros a posibles trampas de inversión. Es mejor hacer caso a los expertos enel manejo del dinero para hacer que éste produzca. Estos consejos son gratuitosy pueden adquirir rápidamente el mismo valor en oro que la cantidad que sequería invertir. En realidad, este es el valor real si así os salva de laspérdidas.
»Esta es la cuarta manera de incrementar vuestra bolsay es de gran importancia si así evita que se vacíe una vez llena. Protegedvuestro tesoro contra las pérdidas e invertid solamente donde vuestro capitalesté seguro 0 donde podáis reclamarlo cuando así lo deseéis y nunca dejaréis derecibir el interés que os conviene. Consultad a los hombres sabios. Pedidconsejo a aquellos que tienen experiencia en la gestión rentable del oro. Dejadque su sabiduría proteja vuestro tesoro de inversiones dudosas.
LA QUINTA MANERA:
Haced que vuestra propiedad sea una inversión rentable
-Si un hombre reserva una novena parte de lasganancias que le permiten vivir y disfrutar de la vida y si una de estas nuevepartes puede convertirse en una inversión rentable sin perjudicarle, entoncessus tesoros crecerán con mayor rapidez. Así habló Arkad a su clase en la quintalección.
»Demasiados babilonios educan a su familia en barriosde mala reputación. Los propietarios son muy exigentes y cobran unosalquileres muy altos por las habitaciones. Las mujeres no tienen espacio paracultivar las flores que alegran su corazón y el único lugar donde los hijospueden jugar es en los sucios senderos.
»La familia de un hombre no puede disfrutar plenamentede la vida a no ser que posea un terreno, que los niños puedan jugar en elcampo o que la mujer pueda cultivar además de flores, sabrosas hierbas paraperfumar la comida de su familia.
»El corazón del hombre se llena de alegría si puedecomer higos de sus árboles y racimos de uvas de sus viñas. Si posee una casa enun barrio que lo enorgullezca, ello le infunde confianza y le anima a terminartodas sus tareas. También recomiendo que todos los hombres tengan un techo quelo proteja tanto a él como a los suyos.
»Cualquier hombre bienintencionado puede poseer unacasa. ¿Acaso nuestro rey no ha ensanchado las murallas de Babilonia para quepudiéramos comprar por una cantidad razonable muchas tierras inservibles?
»Queridos estudiantes, os digo que los prestamistastienen en muy buen concepto a los hombres que buscan casa y tierras para sufamilia. Podéis pedir dinero prestado sin dilación si es con el fin loable depagar al fabricante de ladrillos o al carpintero, en la medida en quedispongáis de buena parte de la cantidad necesaria.
»Después, cuando hayáis construido la casa, podréispagar al prestamista regularmente igual que hacéis con el propietario. En unoscuantos años habréis devuelto el préstamo porque cada pago que efectuéisreducirá la deuda del prestamista.
»Y os alegraréis, tendréis una propiedad en tododerecho y el único pago que realizaréis será el de las tasas reales.
»Y vuestra buena mujer irá al río con más frecuenciapara lavar vuestras ropas y cada vez os traerá una piel de cabra llena de aguapara regar las plantas.
»Y el hombre que posea casa propia será bendecido. Elcoste de su vida se reducirá mucho y hará que pueda destinar gran parte de susganancias a los placeres y a satisfacer sus deseos. Ésta es la quinta manera dellenarse la bolsa: poseer una casa propia.
LA SEXTA MANERA:
Aseguraron unos ingresos para el futuro
-La vida de cada hombre va de la infancia a la vejez.Este es el camino de la vida y ningún hombre puede desviarse a menos que losdioses lo llamen prematuramente al más allá. Por este motivo declaro: El hombrees quien debe prever unos ingresos adecuados para su vejez y quien debepreparar a su familia para el tiempo en que ya no esté con ellos parareconfortarlos y satisfacer sus necesidades. Esta lección os enseñará a llenarla bolsa en los momentos en que ya no sea tan fácil para vosotros aprender.
Así se dirigió Arkad a su clase el sexto día.
»El hombre que comprende las leyes de la riqueza y deeste modo obtiene un excedente cada vez mayor, debería pensar en su futuropróximo. Debería planificar algunos ingresos o ahorrar un dinero que le duremuchos ayos y del que pueda disponer cuando sea el momento.
»Hay distintas formas para que un hombre se procure lanecesario para su futuro. Puede buscar un escondrijo y enterrar un tesorosecreto. Pero aunque lo oculte muy hábilmente, este dinero puede convertirse enel botín de los mirones. Por este motivo, no lo recomiendo.
»Un hombre puede comprar casas y tierras con este fin.Si las escoge juiciosamente en función de su utilidad y de su valor futuro,tendrán un valor que se acrecentará y sus beneficios y su venta lerecompensarán según los objetivos que se haya fijado.
»Un hombre puede prestar una pequeña suma de dinero alprestamista y aumentarla a intervalos regulares. Los intereses que elprestamista añada contribuirán ampliamente a aumentar el capital. Conozco a unfabricante de sandalias llamado Ausan que me explicó, no hace mucho tiempo, quecada semana, durante ocho años, llevó al prestamista dos monedas. Elprestamista le acaba de entregar un estado de cuentas que le ha alegrado mucho.El total de su depósito junto con el interés a una tasa actual de un cuarto desu valor cada cuatro años, le ha producido cuarenta monedas.
»Le he animado a continuar, demostrándole gracias amis conocimientos matemáticos, que dentro de doce años sólo depositandosemanalmente dos monedas, obtendrá cuatro mil monedas con las que podrásobrevivir el resto de sus días.
»Seguro que si una contribución regular produceresultados tan provechosos, ningún hombre se puede permitir no asegurarse untesoro para su vejez y la protección de su familia, sin importar hasta quépunto sus negocios e inversiones actuales son prósperos.
»Incluso diría más. Creo que algún día habrá hombresque inventarán un plan para protegerse contra la muerte, los hombres sólopagarán una cantidad mínima regularmente y el importe total constituirá unasuma importante que la familia del finado recibirá. Creo que esto es muyaconsejable y lo recomiendo con vehemencia. Actualmente no es posible porquetiene que continuar más allá de la vida de un hombre o de una asociación parafuncionar correctamente. Tiene que ser tan estable como el trono real. Creo quealgún día existirá un plan como éste y será un gran bendición para muchoshombres porque hasta el primer pequeño pago pondrá a su disposición unacantidad razonable para la familia del miembro fallecido.
»Como vivimos en el presente y no en los díasvenideros, tenemos que aprovecharnos de los-medios y los métodos actuales parallevar a cabo nuestros propósitos. Por ello, recomiendo a todos los hombres queacumulen bienes para cuando sean viejos de forma sensata y meditada. Pues la desgraciade un hombre incapaz de trabajar para ganarse la vida o de una familia sincabeza de familia es una tragedia dolorosa.
»Este es la sexta manera, de llenarse la bolsa: prevedlos ingresos para los días venideros y asegurad así la protección de vuestrafamilia.
LA SÉPTIMA MANERA:
Aumentad vuestra habilidad para adquirir bienes
-Queridosestudiantes, hoy voy a hablaros de una de las maneras más importantes de amasaruna fortuna. Pero no os hablaré del oro sino de vosotros, los hombres devistosas ropas que estáis sentados frente a mí. Voy a hablaros de las cosas dela mente y de la vida de los hombres que trabajan para o contra su éxito. Asíhabló Arkad a su clase el séptimo día.
«No hace mucho tiempo, un joven que buscaba alguienque le prestara dinero me vino a ver. Cuando le pregunté sobre sus necesidades,se quejó de que sus ingresos eran insuficientes para cubrir sus gastos. Leexpliqué que en tal caso era un cliente ruin para el prestamista porque nopodría devolver el préstamo.» "Lo que necesitas, muchacho, le dije, esganar más dinero. ¿Qué podrías hacer para aumentar tus ingresos?"
»"Todo lo que pueda, respondió. He intentadohablar con mi patrón seis veces durante dos lunas para pedirle un aumento perono lo he conseguido. No puedo hacer más"
»Susimpleza hace reír pero poseía una gran voluntad de aumentar sus ganancias.Tenía un justo y gran deseo ganar más dinero.
»El deseo debe preceder a la realización. Vuestrosdeseos tienen que ser fuertes y bien definidos. Los deseos vagos no son más quedébiles deseos. El único deseo de ser rico no tiene ningún valor. Un hombre quedesea cinco monedas de oro se ve empujado por un deseo tangible que tiene queculminar con urgencia. Una vez que ha aumentado su deseo de guardar en lugarseguro cinco monedas de oro, encontrará el modo de obtener diez monedas, luegoveinte y más tarde mil; y de pronto se hará rico. Si aprende a fijarse unpequeño deseo bien definido, ello lo llevará a fijarse otro más grande; así escomo se construyen las fortunas. Se empieza con cantidades pequeñas y luego sepasa a cantidades más importantes. De este modo el hombre aprende y se hace máshábil.
»Los deseos tienen que ser pequeños y bien definidos.Si son demasiado numerosos, demasiado confusos o están por encima de lascapacidades del hombre que quiere llevarlos a cabo, harán que su objetivo no secumpla.
»A medida que un hombre se perfecciona en su oficio,su remuneración aumenta. En otros tiempos, cuando era un pobre escriba quegrababa en la arcilla por unas cuantas monedas al día, observé que otrostrabajadores escribían más que yo y cobraban más. Entonces, decidí que nadieiba a superarme. No tardé mucho tiempo en descubrir el motivo de su gran éxito.Puse más interés en mi trabajo, me concentré más, fui más perseverante y muypronto pocos hombres podían grabar más tablillas que yo en un día. Poco tiempodespués, tuve mi recompensa; no fue preciso ir a ver a mi patrón seis vecespara pedirle un aumento.
»Cuantos más conocimientos adquiramos, más dineroganaremos. El hombre que espera aprender mejor su oficio será recompensado concreces. Si es un artesano puede intentar aprender los métodos y conocer lasherramientas más perfeccionadas. Si trabaja en derecho 0 medicina, podráconsultar e intercambiar opiniones con sus colegas. Si es un mercader, siemprepodrá buscar mercancías de mejor calidad que venderá a bajo precio.
»Losnegocios de un hombre cambian y prosperan porque los hombres perspicacesintentan mejorar para ser más útiles a sus superiores. Así que insto a todoslos hombres a que progresen y no se queden sin hacer nada, a menos que quieranser dejados de lado.
»Hay muchas obligaciones que llenan la vida de unhombre de experiencias gratificantes. El hombre que se respeta a sí mismo deberealizar estas cosas y las siguientes.
»Debe pagar sus deudas lo másrápidamente posible y no debe comprar cosas que no pueda pagar.
»Debe cubrir las necesidades de sufamilia para que los suyos lo aprecien.
»Debe hacer un testamento para que,si los dioses lo llaman, sus bienes sean repartidos justa y
equitativamente.
»Debe ser compasivo con los enfermos o losdesafortunados y debe ayudarlos. Debe ser previsor y caritativo can los quequiere.
»Así quela séptima y última manera de hacer fortuna consiste en cultivar las facultadesintelectuales, estudiar e instruirse, actuar respetándose a sí mismo. De estemodo adquiriréis suficiente confianza en vosotros mismos para realizar losdeseos en que habéis pensado y que habéis escogido.
»Estas son las siete maneras de hacerfortuna, extraídas de un larga y próspera experiencia de la vida, lasrecomiendo a los que quieran ser ricos. -»Queridos estudiantes, hay más oro enla ciudad de Babilonia de lo que soñéis poseer. Hay oro en abundancia para todos. »Avanzad y poned en prácticaestas verdades; prosperad y haceos ricos, como os corresponde por derecho. »Avanzad y enseñad estasverdades a todos los súbditos honrados de Su Majestad que quieren repartirselas grandes riquezas de nuestra bien amada
ciudad.
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Capitulo 4: La diosa de la fortuna
«Si un hombre tiene suerte,es imposible predecir el tamaño de su riqueza. Si lo lanzan al Éufrates, saldrácon una perla en la mano»
Todoslas personas desean tener suerte, y ese deseo existía tanto en el corazón delos individuos de hace cuatro mil años como en los de nuestros días. Todosesperamos la gracia de la caprichosa diosa de la fortuna. ¿Existe alguna manerade poder obtener no sólo su atención, sino también su generosidad?
¿Hay algún modo de atraer la suerte?
Esto esprecisamente lo que los habitantes de la antigua Babilonia querían saber y loque decidieron descubrir. Eran clarividentes y grandes pensadores. Estoexplica que su ciudad se convirtiera en la más rica y poderosa de su tiempo.
Enaquella lejana época no existían las escuelas. Sin embargo, sí que había uncentro de aprendizaje muy práctico. Entre los edificios rodeados de torres deBabilonia; este centro tenía tanta importancia como el palacio los jardinescolgantes y los templos de los dioses. Ustedes constatarán que en los libros dehistoria este lugar aparece muy poco, probablemente nada, a pesar de queejerciera una gran influencia en el pensamiento de aquel entonces.
Esteedificio era el Templo del Conocimiento. En él, profesores voluntariosexplicaban la sabiduría del pasado y se discutían asuntos de interés popular enasamblea abierta. En su interior, todos los hombres eran iguales. El esclavomás insignificante podía rebatir impunemente las opiniones del príncipe delpalacio real.
Uno delos hombres que frecuentaban el Templo del Conocimiento era Arkad, hombre sabioy opulento del que se decía que era el más rico de Babilonia. Existía una salaespecial en la que se reunían, casi todas las tardes, un gran número dehombres, unos viejos y otros jóvenes, pero la mayoría de edad madura, ydiscutían sobre temas interesantes. Podríamos escuchar lo que decían paraverificar si sabían cómo atraer la suerte...
El solacababa de ponerse, semejante a una gran bola de fuego brillante a través de labruma del desierto polvoriento, cuando Arkad se dirigió hacia su estradohabitual. Unos cuarenta hombres esperaban su llegada, tumbados en pequeñasalfombras colocadas sobre el suelo. Ojos llegaban en ese momento.
-¿De qué vamos a hablar esta tarde? preguntó Arkad.
Tras una breve indecisión, un hombre altor, un tejedor, se levantó, como eracostumbre, y le dirigió la palabra.
-Me gustaría escuchar algunas opiniones sobre un asunto; sin embargo, no sé siformularlo porque temo que
os puedaparecer ridículo, y a vosotros también, mis queridos amigos -apremiado porArkad y los demás, continuó-. Hoy he tenido suerte, ya que he encontrado unabolsa que contenía unas monedas de oro. Me gustaría mucho seguir teniendosuerte y como creo que todos los hombres comparten conmigo este deseo, sugieroque hablemos ahora sobre cómo atraer la suerte para que, de ese modo, podamosdescubrir las formas que podemos ,emplear para seducirla.
Un tema realmente interesante --comentó Arkad-. Un temamuy válido. Para algunos, la suerte sólo llega por casualidad, como unaccidente, y puede caer sobre alguien por azar. Otros creen que la creadora dela buena suerte es la benévola diosa Ishtar, siempre deseosa de recompensar asus elegidos por medio de generosos presentes. ¿Qué decís vosotros, amigos?¿Debemos intentar descubrir los medios de atraer la suerte y que seamosnosotros los afortunados?
-¡Sí, sí! Y todas las veces que sea necesario--dijeron los oyentes impacientes, que cada vez eran más numerosos.
-Para empezar -prosiguió Arkad-, escuchemos a todoslos que se encuentren aquí que hayan tenido experiencias parecidas a la deltejedor, que hayan encontrado o recibido, sin esfuerzo por su parte, valiosostesoros o joyas.
Durante un momento de silencio, todos se miraron,esperando que alguien respondiera, pero nadie lo hizo.
-¡Qué! ¿Nadie? -dijo Arkad-. Entonces debe de serrealmente raro tener esa suerte. ¿Quién quiere hacer ruta sugerencia sobre cómocontinuar con nuestra investigación?
-Yo contestó un hombre joven y bien vestido mientrasse levantaba-. Cuando un hombre habla de suelte, ¿no es normal que piense enlas salas de juego? ¿No es precisamente en esos lugares donde encontramos ahombres que pretenden los favores de la diosa y esperan que los bendiga pararecibir grandes sumas de dinero?
-No pares -gritó alguien al ver que el joven volvía asentarse-. Sigue con tu historia. Dinos si la diosa te ha ayudado en las salasde juego. ¿Ha hecho que en los dados aparezca el rojo para que llenes tu bolsa,o ha permitido que salga la cara azul para que el crupier recoja tus monedasque tanto te ha costado ganar?
No me importa admitir que ella no pareció darse cuentade que yo estaba allí -contestó el joven sumándose a las risas de los demás-.¿Y vos? ¿La encontrasteis esperando para hacer que los dados rodasen a vuestrofavor? Estamos deseosos de escuchar y de aprender.
-Un buen principio -interrumpió Arkad-. Estamos aquípara examinar todos los aspectos de cada cuestión. Ignorar las salas de juegosería como olvidar un instinto común en casi todos los hombres: la tentación dearriesgar una pequeña cantidad de dinero esperando conseguir mucho.
-Eso me recuerda las carreras de caballos de ayer-gritó uno de los asistentes-. Si la diosa frecuenta las salas de juego,seguramente no dejará de lado las carreras, con esos carros dorados y caballosespumadores. Es un gran espectáculo. Decidnos sinceramente, Arkad, ¿ayer ladiosa no os murmuró que apostarais a los caballos grises de Nínive? Yo estabajusto detrás te vos, y no daba crédito a mis oídos cuando os escuché apostar alos grises. Sabéis tan bien como nosotros que no existe ningún tronco en todaAsiría capaz de llegar antes a la meta que nuestras queridas yeguas en unacarrera honesta.
»¿Acaso la diosa os dijo al oído que apostarais a losgrises porque en la última curva el caballo negro del interior tropezaría y,de ese modo, molestaría a nuestras yeguas y provocaría que los grises ganaranla carrera y consiguieran una victoria que no habían merecido?
Arkad sonrió con indulgencia.
-¿Por qué pensamos que la diosa de la fortuna seinteresaría por la apuesta de cualquiera en una carrera de caballos? Yo la veocomo una diosa de amor y de dignidad a la que le gusta ayudar a los necesitadosy recompensar a los que lo merecen. No la busco en las salas de juego ni en lascarreras donde se pierde más oro del que se gana, sino en otros lugares dondelas acciones de los hombres son más valerosas y merecen recibir una recompensa.
»Al cultivador, al honrado comerciante, a los hombresde cualquier ocupación se les presentan ocasiones para sacar provecho tras elesfuerzo y las transacciones realizadas. Quizás el hombre no siempre reciba unarecompensa, porque su juicio no sea el más adecuado o porque el tiempo y elviento a veces hacen fracasar los esfuerzos. Pero si es persistente,normalmente puede esperar realizar un beneficio, pues tendrá mayoresposibilidades de que el beneficio vaya hacia él.
»Pero si un hombre arriesga en el juego --continuóArkad-ocurre exactamente al revés, porque las posibilidades de ganar siemprefavorecen al propietario del lugar. El juego está hecho para que el propietarioque explota el negocio consiga beneficios. Es su comercio y prevé realizargrandes beneficios de las monedas que tuestan los jugadores. Pocos jugadoresson conscientes de que sus posibilidades son inciertas, mientras que losbeneficios del propietario están garantizados.
»Examinemos, por ejemplo, las apuestas a los dados.Cuando se lanzan, siempre apostamos sobre la caza que quedará a la vista. Si esla roja, el jefe de mesa nos paga cuatro veces lo que hemos apostado, pero siaparece una de las otras cinco caras, perdemos nuestra apuesta. Por lo tanto,los cálculos demuestran que por cada dado lanzado, tenemos cinco posibilidadesde perder, pero, como el rojo paga cuatro por uno, tenemos cuatro posibilidadesde ganar. En una noche, el jefe de mesa puede esperar guardar una moneda decada cinco apostadas. ¿Se puede esperar ganar de otra forma que no sea ocasionalcuando las posibilidades están organizadas para que el jugador pierda la quintaparte de lo que juega?
-Pero a veces hay hombres que ganan grandes sumas-dijo de forma espontánea uno de los asistentes.
-Es cierto, eso ocurre -continuó Arkad-. Me doy cuentade ello, y me pregunto si el dinero que se gana de este modo aporta beneficiospermanentes a los que la fortuna les sonríe de esta manera. Conozco a muchoshombres de Babilonia que han triunfado en los negocios, pero soy incapaz denombrar a uno sólo que haya triunfado recurriendo a esa fuente.
»Vosotros que esta tarde estáis reunidos aquí conocéisa muchos ciudadanos ricos. Sería interesante saber cuántos han conseguido sufortuna en las salas de juego. ¿Qué os-parece si cada uno dice lo que sabe?
Se hizo un largo silencio.
-¿Se incluye a los dueños de las casas de juego?-aventuró uno de los presentes.
-Si no podéis pensar en nadie más -respondió Arkad-,si no se os ocurre ningún nombre, ¿por qué no habláis de vosotros mismos? ¿Hayalguno entre vosotros que gane regularmente en las apuestas y dude en aconsejaresta fuente de beneficios?
Entre las risas, se oyó que en la parte de atrás unosrefunfuñaban.
-Parece que nosotros no buscamos la suerte en estoslugares cuando la diosa los frecuenta -continuó-. Entonces exploremos otroslugares. Tampoco hemos encontrada sacos de monedas perdidos ni hemos visto ladiosa en las salas de juego. En cuanto a las carreras, debo confesaros que heperdido mucho más dinero del que he ganado.
»Ahora, analicemos detalladamente nuestras profesionesy nuestros negocios. ¿Acaso no es normal que cuando hacemos un buen negocio, nolo consideramos como algo fortuito, sino como la justa recompensa a nuestrosesfuerzos? A veces pienso que ignoramos los presentes de la diosa. Quizá nosayuda cuando no apreciamos su generosidad. ¿Quién puede hablar del tema?
Dicho esto, un comerciante entrado en años se levantóalisando sus blancas vestimentas.
-Con vuestro permiso, honorable Arkad y mis queridosamigos, quiero haceros una sugerencia. Si, como habéis dicho, nosotrosatribuimos nuestros éxitos profesionales a nuestra habilidad, a nuestra propiaaplicación, ¿por qué no considerar los éxitos que casi hemos tenido, pero quese nos han escapado, como eventos que habrían sido muy provechosos? Habríansido raros ejemplos de fortuna si se hubieran realizado. No podemosconsiderarlos como recompensas justas, porque no se han cumplido. Probablementeaquí hay hombres que pueden contar este tipo de experiencias.
-Esta es una reflexión sabia -comentó Arkad-. ¿Quiénde entre vosotros ha tenido la fortuna al alcance de la mano y la ha vistoesfumarse de inmediato? Se alzaron varias manos; entre ellas, la delcomerciante. Arkad le hizo un ademán para que hablara.
-Ya que has sido tú el que has sugerido estadiscusión, nos gustaría escucharte a ti en primer lugar.
-Con gusto os contaré un hecho que he vivido y queservirá de ilustración para demostrar hasta qué punto la suerte puede acercarsea un hombre y cómo éste puede dejar que se le escape de las manos a pesar suyo.
»Hace varios años, cuando era joven, recién casado yempezaba a ganarme bien la vida, mi padre vino a verme y me indicó que teníaque hacer una inversión urgentemente. El hijo de uno de sus buenos amigos habíadescubierto una zona de tierra árida no lejos de las murallas de nuestraciudad. Estaba situada sobre el canal donde el agua no llegaba.
»El hijo del amigo de mi padre ideó un plan paracomprar esta tierra y construir en ella tres grandes ruedas que, accionadas porunos bueyes, consiguieran traer agua y dar vida al suelo infértil. Una vezrealizado esto, planificó dividir la tierra y vender las partes a losciudadanos para hacer jardines.
»El hijo del amigo de mi padre no poseía suficienteoro para llevar a cabo tal empresa. Era un hombre joven que ganaba un buensueldo, como yo. Su padre, como el mío, era un hombre que dirigía una granfamilia y con pocos medios. Por eso, decidió que un grupo de hombres se-interesarán por su empresa. El grupo debía estar formado por doce personas conbuenas ganancias y que decidieran invertir la décima parte de sus beneficios enel negocio hasta que la tierra estuviera lista para su venta. Entonces, todoscompartirían de forma equitativa los beneficios según la inversión que hubieranrealizado.
-Hijo mío -me dijo mi padre-, ahora eres un hombrejoven. Deseo profundamente que empieces a hacer adquisiciones que te permitanun cierto bienestar y el respeto de los demás. Deseo que puedas sacar provechode mis errores pasados.»
-Eso me gustaría mucho, padre contesté.
-Entonces te aconsejo lo siguiente: haz lo que yohubiera tenido que hacer a tu edad. Guarda la décima parte de tus beneficiospara hacer inversiones. Con la décima parte de tus beneficios y lo que teproporcionarán, podrás, antes de tener mi edad, acumular una gran suma.
-Padre, usted habla con sabiduría. Deseofervientemente poseer riquezas, pero gasto mis ganancias en muchas cosas y nosé si hacer lo que me aconseja. Soy joven. Me queda mucho tiempo.
-Yo pensaba del mismo modo a tu edad, pero ahora hanpasado varios años y todavía no he empezado a acumular bienes.
-Vivimos en una época diferente, padre. No cometerélos mismos errores que usted.
-Se te presenta una oportunidad única, hijo mío. Esuna oportunidad que puede hacerte rico. Te lo suplico, no tardes. Ve a vermañana al hijo de mi amigo y cierra con él el trato de invertir en ese negocioel diez por ciento de lo que ganas. Ve sin dilación antes de que pierdas estaoportunidad que hoy tienes a tu alcance y pronto desaparecerá. No esperes.
»A pesar de la opinión de mi padre, dudé. Losmercaderes del Este acababan de traer ropa de tal riqueza y belleza que mimujer y yo ya habíamos decidido que compraríamos al menos una pieza para cadauno. Si hubiera aceptado invertir la décima parte de mis ganancias en esaempresa, hubiéramos tenido que privarnos de esas vestimentas y de otrosplaceres que deseábamos. No quise pronunciarme hasta que fuera demasiado tarde;fue una mala idea. La empresa resultó más fructífera de lo que se hubierapodido predecir. Esta es mi historia y muestra cómo permití que la fortuna seme escapara.»
-En esta historia vemos que la suerte espera y llegaal hombre que aprovecha la oportunidad --comentó un hombre del desierto de tezmorena-. Siempre tiene que haber un primer momento en el que se adquierenbienes. Puede ser unas monedas de oro o de plata que un hombre consigue de susganancias por su primera inversión. Yo mismo poseo varios rebaños. Empecé aadquirir animales cuando era un niño, cambiando un joven ternero por una monedade plata. Este gesto, que simbolizaba el principio de mi riqueza, adquirió granimportancia para mí. Toda la suerte que un hombre necesita debe confluir en laprimera adquisición de bienes. Para todos los hombres, este primer paso es elmás importante, porque hace que los individuos que ganan su dinero a partir desu propia labor pasen a ser hombres que consiguen dividendos de su oro. Porsuerte, algunos hombres aprovechan la ocasión cuando son jóvenes y, de ese modo,tienen más éxito financiero que los que aprovechan la oportunidad más tarde oque los hombres desafortunados, como el padre de este comerciante, que no laconsiguen nunca.
»Si nuestro amigo comerciante hubiera dado este primerpaso de joven, cuando se le presentó la ocasión, ahora poseería grandesriquezas. Si la suerte de nuestro amigo tejedor le hubiera determinado a darese paso por aquel entonces, probablemente ese hubiera sido el primer paso deuna suerte mayor. --
-A mí también me gustaría hablar -dijo un extranjerolevantándose-. Soy sirio. No hablo muy bien vuestro idioma. Me gustaríacalificar de algún modo a este amigo, el comerciante. Quizá penséis que no soyeducado, ya que deseo llamarlo de ese modo. Pero, desgraciadamente, no conozcocómo se dice en vuestro idioma y si lo digo en sirio, no me entenderéis.Entonces, decidme, por favor, ¿cómo calificáis a un hombre que tarda en cumplirlas cosas que le convienen?
-Contemporizador -gritó uno de los asistentes.
-Eso es -afirmó el sirio, mientras agitaba las manosvisiblemente excitado-. No acepta la ocasión cuando se presenta. Espera. Diceque está muy ocupado. Hasta la próxima, ya te volveré a ver... La ocasión noespera a la gente tan lenta, ya que piensa que si un hombre desea tener suerte,reaccionará con rapidez. Los hombres fue no reaccionan con celeridad cuando sepresenta la ocasión son grandes contemporizadores, como nuestro migocomerciante.
El comerciante se levantó y saludó con naturalidadcomo contestación a las risas.
-Te admiro, extranjero. Entras en nuestro centro y nodudas en decir la verdad.
Y ahora escuchemos otra historia. ¿Quién tiene otraexperiencia que contar? -preguntó Arkad.
-Yo tengo una contestó un hombre de mediana edad,vestido con una túnica roja-. Soy comprador de animales, sobre todo de camellosy caballos. Algunas veces, compro también ovejas y cabras. La historia que voya contaros muestra cómo la fortuna vino en el momento que menos la esperaba.Quizá sea por eso que la dejé escapar. Podréis sacar vuestras propiasconclusiones cuando os lo cuente.
»Al volver a la ciudad una tarde, tras un viajeagotador de diez días en busca de camellos, me molestó mucho encontrar laspuertas de la ciudad cerradas al cal y canto. Mientras mis esclavos montabannuestra tienda para pasar la noche que preveíamos escasa en comida y agua, unviejo granjero que, como nosotros, se encontraba retenido en el exterior seacercó.
»Honorable señor, dijo al dirigirse a mí, parecéis uncomprador de ganado. Si es así, me gustaría venderos el excelente rebaño deovejas que traemos. Por desgracia, mi mujer está muy enferma, tiene fiebre ytengo que volver rápidamente a mi hogar. Si me compráis las ovejas, misesclavos y yo podremos hacer el viaje de vuelta sobre los camellos sin perdermás tiempo.
»Estaba tan oscuro que no podía ver su rebaño, peropor los balidos supe que era grande. Estaba contento de hacer un negocio conél, ya que había perdido diez días buscando camellos que no había podidoencontrar. Me pidió un precio muy razonable porque estaba ansioso. Acepté, puessabía que mis esclavos podrían franquear las puertas de la ciudad con el rebañopor la mañana, venderlo, y conseguir buenos beneficios.
»Una vez cerrado el trato, llamé a mis esclavos y lesordené que trajeran antorchas para poder ver el rebaño que, según el granjeroestaba compuesto de novecientas ovejas. No quiero aburriros describiendo lasdificultades que tuvimos para intentar contar a unas ovejas tan sedientas,cansadas y agitadas. La tarea parecía imposible. Entonces, informé al granjeroque las contaría a la luz del día y le pagaría en ese momento.
»"Por favor, honorable señor, rogó el granjero.Pagadme sólo las dos terceras partes del precio esta noche, para que puedaponerme en marcha. Dejaré-a, mi esclavo más inteligente e instruido para que osayude a contar las ovejas por la mañana. Es de fiar, os podrá pagar elsaldo."
»Pero yo era testarudo y rechacé efectuar el pago esanoche. A la mañana siguiente, antes de que me despertara, las puertas de laciudad se abrieron y cuatro compradores de rebaños se lanzaron a la búsqueda deovejas. Estaban impacientes y aceptaron de buen grado pagar el elevado precioporque la ciudad estaba sitiada y escaseaba la comida. El viejo granjerorecibió casi el triple del precio que a mí me había ofrecido por su ganado. Erauna rara oportunidad que dejé escapar.
-Esta es una historia extraordinaria --comentó Arkad-.¿Qué os sugiere?
-Que hay que pagar inmediatamente cuando estamosconvencidos de que nuestro negocio es bueno -sugirió un venerable fabricante desillas de montar-. Si el negocio es bueno, tenéis que protegeros tanto devuestra propia debilidad como de cualquier hombre. Nosotros, mortales, somoscambiantes. Y, por desgracia, solemos cambiar de idea con mayor facilidad cuandotenemos razón que cuando nos equivocamos, que es sin duda cuando más testarudosnos mostramos. Cuando tenemos razón, tendemos a vacilar y a dejar que laocasión se escape. Mi primera idea siempre es la mejor. Sin embargo, siempre mecuesta forzarme a hacer deprisa y corriendo un negocio una vez que lo hedecidido. Entonces, para protegerme de mi propia debilidad, doy un depósito alinstante. Esto me impide que más tarde me arrepienta de haber dejado escaparbuenas ocasiones.
-Gracias. Me gustaría volver a hablar -el sirio estabaotra vez de pie-. Estas historias se parecen. Todas las veces la suerte se vapor la misma razón. Todas las veces, trae al contemporizador un plan bueno. Entodas las ocasiones, dudan y no dicen: «Es una buena ocasión, hay que reaccionarcon rapidez.» ¿Cómo pueden tener éxito de este modo?
-Tus palabras son sabias, amigo -respondió elcomprador-. La suerte se ha alejado del contemporizador en las dos ocasiones.Pero eso no es nada extraordinario. Todos los hombres tienen la manía de dejarlas cosas para más tarde. Deseamos riquezas, pero ¿cuántas veces, cuando sepresenta la ocasión, esa manía de contemporizar nos incita a retrasar nuestradecisión? A1 ceder a esa manía, nos convertimos en nuestro peor enemigo.
»Cuando era más joven, no conocía esa palabra quetanto le gusta a nuestro amigo de Siria. Al principio, pensaba que se perdíannegocios ventajosos por falta de juicio. Más tarde, creí que era una cuestiónde cabezonería. Finalmente, he reconocido de qué se trata: una costumbre deretrasar inútilmente la rápida decisión, una acción necesaria y decisiva.Realmente detesté esta costumbre cuando descubrí su verdadero carácter. Con laamargura de un asno salvaje atado a un carro, he cortado las ataduras de estacostumbre y he trabajado para tener éxito.
-Gracias. Me gustaría hacer una pregunta alcomerciante erijo el sirio-. Su vestimenta no es la de un pobre. Habla como unhombre que tiene éxito. Decidnos, ¿sucumbís ante la manía de contemporizar?
-Al igual que nuestro amigo comprador, yo también hereconocido y conquistado la costumbre de contemporizar -respondió elcomerciante-. Para mí, ha resultado un enemigo temible, al acecho y queesperaba el momento propicio para contrariar mis realizaciones. La historia quehe narrado es tan sólo uno de los abundantes ejemplos que podría contar paramostraros-cómo he desaprovechado buenas ocasiones. El enemigo se puedecontrolar fácilmente una vez se le reconoce. Ningún hombre permite de formavoluntaria que un ladrón le robe sus reservas de grano. Como tampoco ningúnhombre permite de buen grado que un enemigo le robe la clientela para su propiobeneficio. Cuando un día comprendí que la contemporización era mi peor enemigo,la vencí con determinación. De este modo, todos los hombres deben dominar sutendencia a contemporizar antes de poder pensar en compartir los ricos tesorosde Babilonia.
»¿Qué opina usted, Arkad? Usted es el hombre más ricode Babilonia y muchos sostienen que también es el mis afortunado. ¿Está deacuerdo conmigo en que ningún hombre puede conseguir un éxito completo mientrasno haya liquidado por completo su manía de contemporizar?
Eso es cierto -admitió Arkad-. Durante mi larga vida,he conocido a hombres que han recorrido las largas avenidas de la ciencia y delos conocimientos que llevan el éxito en la vida. A todos se les han presentadobuenas ocasiones. Algunos las aprovecharon de inmediato y pudieron, de estemodo, satisfacer sus más profundos deseas; pero muchos dudaron y se echaronatrás.
Arkad se giró hacia el tejedor.
-Ya que has sido tú el que nos has sugerido un debatesobre la suerte, dinos lo que opinas a ese respecto.
Veo la suerte bajo un nuevo prisma. Creía que era algodeseable que pudiera llegar a cualquier hombre sin que éste realizara esfuerzoalguno. Ahora, soy consciente de que no se trata de un acontecimiento que unopuede provocar. He aprendido, gracias a nuestra discusión, que para atraer lasuerte, es preciso aprovechar de inmediato las ocasiones que se presentan. Poreso, en el futuro, me esforzaré en sacar el máximo partido posible de lasocasiones que se me presenten.
-Has entendido muy bien las verdades a las que hemosllegado con nuestra discusión -respondió Arkad-. La suerte toma a menudo laforma de una oportunidad, pero pocas veces nos viene de otro modo. Nuestroamigo comerciante habría tenido mucha suerte si hubiera aceptado la ocasión quela diosa le brindaba. Nuestro amigo comprador, también habría podido aprovecharsu suerte si hubiera completado la compra del rebaño y lo habría vendidoconsiguiendo un gran beneficio.
»Hemos seguido con esta discusión para descubrir losmedios necesarios para que la suerte nos sonría. Creo que vamos bienencaminados. En las dos historias hemos visto cómo la suerte toma la forma deuna oportunidad. De todo esto se desprende la verdad, verdad que por muchashistorias parecidas que contáramos no cambiaría: la suerte puede sonreírossi aprovecháis las ocasiones que se presentan.
»Los que están impacientes por aprovechar lasocasiones que se les presentan para sacarles el máximo provecho posible atraenla atención de la buena diosa. Siempre se apresura en ayudar a los que son desu agrado. Le gustan sobre todo los hombres de acción.
«La acción te conducirá hacia el éxito que deseas»
A los hombres de acción les sonríe la diosa de la fortuna
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Capitulo 5: Las cinco leyes del oro
-Si pudieras escoger entre un saco lleno de oro y unatablilla de arcilla donde estuvieran grabadas unas palabras llenas desabiduría, ¿qué escogerías?
Al lado de las vacilantes llamas de una hogueraalimentada con arbustos del desierto, los morenos rostros de los oyentesbrillaban, animados por el interés.
-El oro, el oro -respondieron a coro los veintisietepresentes. El viejo Kalabab, que había previsto esta respuesta, sonrió.
-¡Ah! -continuó, alzando la mano-. Escuchad a losperros salvajes a lo lejos, en la noche. Aúllan y gimen porque el hambre lescorroe las entrañas. Pero dadles comida y observad lo que hacen. Se pelean y sepavonean. Y después siguen peleándose y pavoneándose, sin preocuparse por elmañana.
Exactamente igual que los hijos de los hombres. Dadlesa escoger entre el oro y la sabiduría: ¿qué hacen? Ignoran la sabiduría ymalgastan el oro. Al día siguiente, gimen porque ya no tienen oro.
»El oro está reservado a aquellos que conocen susleyes y las obedecen.
Kalabab cubrió sus delgadas piernas con la túnicablanca, pues la noche era fría y el viento soplaba con fuerza.
-Porque me habéis servido fielmente durante nuestrolargo viaje, porque habéis cuidado bien de mis camellos, porque habéistrabajado duro sin quejaros a través de las arenas del desierto y porque oshabéis enfrentado con valentía a los ladrones que han intentado despojarme demis bienes, esta noche voy a contaros la historia de las cinco leyes del oro,una historia como jamás habéis escuchado antes.
»¡Escuchad, escuchad! Prestad mucha atención a mispalabras para comprender su significado y tenerlas en cuenta en el futuro sideseáis poseer mucho oro.
Hizo una pausa impresionante. Las estrellas brillabanen la bóveda celeste. Detrás del grupo se distinguían las descoloridas tiendasque habían sujetado fuertemente, en previsión de posibles tormentas de arena.Al lado de las tiendas, los fardos de mercancías recubiertos de pieles estabancorrectamente apilados. Cerca de allí, algunos camellos tumbados en la arenarumiaban satisfechos, mientras que otros roncaban, emitiendo un sonido ronco.
-Ya nos has contado varias historias interesantes,Kalabab -dijo en voz alta el jefe de la caravana-. En ti vemos la sabiduría quenos guiará cuando tengamos que dejar de servirte.
-Os he contado mis aventuras en tierras lejanas yextranjeras, pero esta noche voy a hablaros de la sabiduría de Arkad, el hombresabio que es muy rico.
-Hemos oído hablar mucho de él -reconoció el jefe dela caravana-, pues era el hombre más rico que jamás haya vivido en Babilonia.
-Era el hombre más acaudalado porque usaba el oro consabiduría, más de lo que cualquier otra persona lo hizo anteriormente. Estanoche voy a hablaros de su gran sabiduría tal como Nomasir, su hijo, me hablóde ella hace muchos años en Nínive, cuando yo no era más que un joven.
»Mi maestro y yo nos habíamos quedado hasta bienentrada la noche en el palacio de Nomasir. Yo había ayudado a mi maestro allevar los grandes rollos de suntuosas alfombras que debíamos mostrar a Nomasirpara que éste hiciera su elección. Finalmente, quedó muy satisfecho y nosinvitó a sentarnos con él y beber un vino exótico y perfumado que recalentabael estómago, bebida a la que yo no estaba acostumbrada.
»Entonces nos contó la historia de la gran sabiduríade Arkad, su padre, la misma que voy a contaros.
»Como sabéis, según la costumbre de Babilonia, loshijos de los ricos viven con sus padres a la espera de recibir su herencia. Arkadno aprobaba esta costumbre. Así pues, cuando Nomasir tuvo derecho a suherencia, le dijo al joven:
»"Hijo mío, deseo que heredes mis bienes. Sinembargo, debes demostrar que eres capaz de administrarlos con sabiduría. Portanto, quiero que recorras el mundo y que demuestres tu capacidad de conseguiroro y de hacerte respetar por los hombres.
»"Para que empieces con buen pie, te daré doscosas que yo no tenía cuando empecé; siendo un joven pobre, a 0tnasar mifortuna.
»"En primer lugar, te doy este saco de oro. Si loutilizas con sabiduría, construirás las bases de tu futuro éxito.
»"En segundo lugar, te doy esta tablilla dearcilla donde están grabadas las cinco leyes del oro. Sólo serás eficaz yseguro si las pones en práctica en tus propios actos.
»"Dentro de diez años, volverás a casa de tupadre y darás cuenta de tus actos. Si has demostrado tu valor, entoncesheredarás mis bienes. De no ser así, los daré a los sacerdotes para que recenpor mi alma y pueda ganar la buena consideración de los dioses.»
»Así pues, Nomasir partió para vivir sus propiasexperiencias, llevándose consigo el saco de oro, la tablilla cuidadosamenteenvuelta en seda, su esclavo y caballos sobre los que montaron.
»Los diez años pasaron rápidamente y Nomasir, comohabían convenido, volvió a casa de su padre, que organizó un gran festín en suhonor, festín al que estaban invitados varios amigos y parientes. Terminada lacena, el padre y la madre se instalaron en sus asientos ubicados en la gransala, semejantes a dos tronos, y Nomasir se situó frente a ellos para darcuenta de sus actos tal como había prometido a su padre.
»Era de noche. En la sala flotaba el humo de laslámparas de aceite que alumbraban débilmente la estancia. Los esclavos vestidoscon chaquetones blancos y túnicas batían el húmedo aire con largas hojas depalma. Era una escena solemne. Impacientes por escucharle, la mujer de Nomasiry sus dos jóvenes hijos, amigos y otros miembros de la familia se sentaronsobre las alfombras detrás de él.
»"Padre, empezó con deferencia, me inclino antevuestra sabiduría. Hace diez años, cuando yo me encontraba en el umbral de laedad adulta, me ordenasteis que partiera y me convirtiera en hombre entre loshombres, en lugar de seguir siendo el simple candidato a vuestra fortuna.
»"Me disteis mucho oro. Me disteis mucha devuestra sabiduría. Desgraciadamente, debo admitir, muy a pesar mío, queadministré muy mal el oro que me habíais confiado. Se escurrió entre mis dedos,ciertamente a causa de mi inexperiencia, como una liebre salvaje que se salva ala primera oportunidad que le ofrece el joven cazador que la ha capturado.»
»El padre sonrió con indulgencia.
»"Continúa, hijo mío, tu historia me interesahasta el mínimo detalle".
»"Decidí ir a Nínive porque era una ciudadpróspera, con la esperanza de poder encontrar buenas oportunidades allí. Meuní a una caravana e hice numerosos amigos. Dos hombres, conocidos por poseerel caballo blanco más hermoso, tan rápido como el viento, formaban parte de lacaravana.
»"Durante el viaje, me confiaron que en Nínivehabía un hombre que poseía un caballo tan rápido que jamás había sido superadoen ninguna carrera. Su propietario estaba convencido de que ningún caballo envida podía correr más deprisa. Estaba dispuesto a apostar cualquier cantidad,por muy elevada que fuera, a que su caballo podía superar a cualquier otrocaballo en toda Babilonia. Comparado con su caballo, dijeron mis amigos, no eramás que un pobre asno, fácil de ganar.
»"Me ofrecieron, como gran favor, la oportunidadde unirme a ellos en la apuesta. Yo estaba entusiasmado por aquel proyecto tanemocionante.
»"Nuestro caballo perdió y yo perdí gran parte demi upo. El padre rió. Más tarde descubrí que era un plan fraudulento organizadopor aquellos hombres, y que viajaban constantemente en caravanas en busca denuevas víctimas. Como podéis suponer, el hombre de Nínive era su cómplice ycompartía con ellos las apuestas que ganaba. Esta trampa fue mi primera lecciónde desconfianza.
»"Pronto recibiría otra, tan amarga como laprimera. En la caravana, había un joven con el cual me unía la amistad. Erahijo de padres ricos como yo y se dirigía a Nínive para conseguir una situaciónaceptable. Poco tiempo después de nuestra llegada, me dijo que un rico mercaderhabía muerto y que su tienda, su valiosa mercancía y su clientela estaban anuestro alcance por un precio muy razonable. Diciéndome que podríamos sersocios a partes iguales, pero que primero tenía que volver a Babilonia paradepositar su dinero en un lugar seguro, me convenció para que comprara lamercancía con mi oro.
»"Retrasó su viaje a Babilonia, y resultó ser uncomprador poco prudente y malgastador. Finalmente me deshice de él, pero elnegocio había empeorado hasta tal punto que ya no quedaba casi nada aparte demercancías invendibles y yo no tenía más oro para comprar otras. Malvendí loque quedaba a un israelita por una suma irrisoria.
»"Los días que siguieron fueron amargos, padre.Busqué trabajo pero no encontré ninguno, pues no tenía un oficio ni una profesiónque me hubieran permitido ganar dinero. Vendí mis caballos. Vendí a mi esclavo.Vendí mis ropas de recambio para comprar algo que llevarme a la boca y un lugardonde dormir, pero el hambre se hacía sentir cada vez más.
»"Durante aquellos días de miseria, recordévuestra confianza en mí, padre. Me habíais enviado a la aventura para que meconvirtiera en un hombre, y estaba decidido a conseguirlo.» La madre ocultó surostro y lloró tiernamente.
»"En aquel momento me acordé de la tablilla queme habíais dado y en la que habíais grabado las cinco leyes del oro. Entoncesleí con mucha atención vuestras palabras de sabiduría y comprendí que siprimero hubiera buscado la sabiduría, no hubiera perdido todo mi oro. Memoricétodas las leyes y decidí que cuando la diosa de la fortuna me volviera asonreír, me dejaría guiar por la sabiduría de la edad y no por una juventudinexperta.
»"En beneficio de los que están aquí sentados,voy a leer las palabras de sabiduría que mi padre hizo grabar en la tablilla dearcilla que me dio hace diez años.
LAS CINCO LEYES DE ORO
«I. El oro acude fácilmente, en cantidadessiempre más importantes, al hombre que reserva no menos de una décima parte desus ganancias para crear un bien en previsión de su futuro y del de su familia.
«II. El oro trabaja con diligencia y de formarentable para el poseedor sabio que le encuentra un uso provechoso,multiplicándose incluso como los rebaños en los campos.
«III. El oro permanece bajo la protección delposeedor prudente que lo invierte según los consejos de hombres sabios.
«IV El oro escapa al hombre que invierte sinfin alguno en empresas que no le son familiares o que no son aprobadas poraquellos que conocen la forma de utilizar el oro.
«V. El oro huye del hombre que lo fuerza enganancias imposibles, que sigue el seductor consejo de defraudadores yestafadores o que seña de su propia inexperiencia y de sus románticasintenciones de inversión.
»"Estas son las cinco leyes del oro tal como mipadre las escribió. Afirmo que son mucho más valiosas que el mismo oro, comodemuestra la ría.
»"Os he hablado de la enorme pobreza y de ladesesperación a las que me había conducido mi inexperiencia, de nuevo miró a supadre.
»"Sin embargo, no hay mal que cien años dure. Elfin de mis desventuras llegó cuando encontré un empleo, el de capataz de ungrupo de esclavos que trabajaban en la construcción de la nueva muralla quetenía que rodear la ciudad.
»"Como conocía la primera ley del oro, pudeaprovechar esta oportunidad; reservé una pieza de cobre de mis primerasganancias, sumando otra siempre que me era posible hasta conseguir una monedade plata. Era un proceso lento, puesto que tenía que satisfacer misnecesidades. Admito que gastaba con reparo porque estaba decidido a ganar tantooro como me habíais dado, padre, y antes de que hubieran transcurrido los diezaños.
»"Un día, el jefe de los esclavos, del cual mehabía hecho bastante amigo, me dijo:
»"Sois un joven ahorrador que no gasta a diestroy siniestro todo lo que gana. ¿Tenéis oro reservado que no produce?"
»"Sí, le contesté. Mi mayor deseo consiste enacumular oro para reemplazar el que mi padre me había dado y que perdí."
»"Es una ambición muy noble, ¿y sabíais que eloro que habéis ahorrado puede trabajar por vos y haceros ganar todavía másoro?"
»"¡Ay! Mi experiencia ha sido muy dura porquetodo el oro de mi padre ha desaparecido y tengo miedo de que suceda lo mismocon el mío." r
»"Si confiáis en mí, os daré un provechosoconsejo respecto a la forma de utilizar el oro, replicó él. Dentro de un año,la muralla que rodeará la ciudad estará terminada y dispuesta a acoger lasgrandes puertas centrales de bronce destinadas a proteger la ciudad contra losenemigos del rey. En todo Nínive no hay el metal suficiente para fabricar estaspuertas y el rey no ha pensado en conseguirlo. Este es mi plan: varios denosotros vamos a reunir nuestro oro para enviar una caravana a las lejanasminas de cobre y de estaño para traer a Nínive el metal necesario para fabricarlas puertas. Cuando el rey ordene que se hagan las puertas, nosotros seremoslos únicos que podremos proporcionar el metal y nos pagará un buen precio. Siel rey no nos compra, siempre podremos revender el metal a un preciorazonable."
»"En esta oferta reconocí una oportunidad y, fiela la tercera ley, invertí mis ahorros siguiendo el consejo de hombres sabios.Tampoco sufrí decepción alguna... Nuestros fondos comunes fueron un éxito y micantidad de oro aumentó considerablemente gracias a esta transacción.
»"Con el tiempo me aceptaron como miembro delmismo grupo de inversores para otras empresas. Aquellos hombres eran sabios ala hora de administrar provechosamente el oro. Estudiaban cuidadosamente todoslos planes presentados antes de pasar a ejecutarlos. No se arriesgaban a perdersu capital o a estancarlo en inversiones no rentables que no hubieran permitidorecuperar el oro. Empresas insensatas como la carrera de caballos y laasociación de la que había formado parte por culpa de mi experiencia nisiquiera habrían merecido su consideración. Ellos habrían detectado lospeligros de esas empresas inmediatamente. Gracias a mi asociación con aquelloshombres, aprendí a invertir mi oro con seguridad para que me produjerabeneficios. Con el paso de los años, mi tesoro aumentaba cada vez más deprisa.No sólo he ganado lo que había perdido, sino que he traído mucho más.
»"A lo largo de mis desgracias, mis intentos ymis éxitos, he puesto a prueba la sabiduría de las cinco leyes del ororepetidamente, padre, y éstas se han revelado justas en cada ocasión. Paraaquel que no conoce las cinco leyes del oro, el oro no acude a él y se gastarápidamente. Pero para aquel que sigue las cinco leyes, el oro acude a él ytrabaja como un fiel esclavo.!
»Nomasir dejó de hablar e hizo una señal a un esclavoque se encontraba al fondo de la sala. El esclavo trajo, de uno en uno, trespesados sacos de cuero. Nomasir tomó uno de los sacos y lo colocó en el suelofrente a su padre dirigiéndose a él una vez más:
»"Me habíais dado un saco de oro, de oro deBabilonia. Para reemplazarlo, os devuelvo un saco de oro de Nínive del mismopeso. Todo el mundo estará de acuerdo en que es un intercambio justo.
»"Me habíais dado una tablilla de arcilla consabiduría grabada en ella. A cambio, os doy dos sacos de oro.»
»Diciendo esto, tomó los otros dos sacos de manos delesclavo y, como el primero, los colocó delante de su padre.
»"Esto es para demostraron, padre, que consideromucho más valiosa vuestra sabiduría que vuestro oro. Pero ¿quién puede medir ensacos de oro el valor de la sabiduría? Sin sabiduría, aquellos que poseen orolo pierden rápidamente, pero gracias a la sabiduría, aquellos que no tienen oropueden conseguirlo, tal como demuestran estos tres sacos.
«Es una gran satisfacción para mí, padre, poder estarfrente a vos y deciros que gracias a vuestra sabiduría he podido llegar a serrico y respetado por los hombres.»
»El padre colocó su mano sobre la cabeza de Nomasircon gran afecto.
»"Has aprendido bien la lección y,verdaderamente, soy muy afortunado de tener un hijo al que confiar miriqueza."
Terminado el relato, Kalabab permaneció callado,observando a sus oyentes con aire crítico.
-¿Qué pensáis de la historia de Nomasir? -continuó-.¿Quién de entre vosotros puede acudir a su padre o a su suegro y dar cuenta dela buena administración de sus ingresos?
»¿Qué pensarían esos venerables hombres si lesdijerais: «He viajado y aprendido mucho, he trabajado mucho y he ganado muchopero, ¡ay!, tengo poco oro. He gastado parte de él con sabiduría, otra partealocadamente y también he perdido otra por imprudencia?
»¿Todavía creéis que la suerte es la responsable deque algunos hombres posean mucho oro y de que otros no tengan? En ese caso, osequivocáis.
»Los hombres tienen mucho oro cuando conocen las Fincoleyes del oro y las respetan.
»Gracias al hecho de haber aprendido las cinco leyesen mi juventud y de haberlas seguido, me he convertido en un mercader rico. Nohe hecho fortuna por una extraña magia.
»La riqueza que se adquiere rápidamente tambiéndesaparece rápidamente.
»La riqueza que permanece para proporcionar alegría ysatisfacción a su poseedor aumenta de forma gradual horque es una criaturanacida del conocimiento y de la determinación.
»Adquirir bienes constituye una carga sin importanciapara el hombre prudente. Transportar la carga año tras año con inteligenciapermite llegar al objetivo final.
»A aquellos que respetan las cinco leyes del oro, seles ofrece una rica recompensa.
»Cada una de las cinco leyes es rica en significado y,si no habéis comprendido su sentido durante mi relato, voy a repetíroslasahora. Me las sé de memoria porque, siendo joven, pude constatar su valor y nome hubiera sentido satisfecho mientras no las hubiera memorizado.
La primera ley del oro
El oro acude fácilmente, encantidades siempre más importantes, al hombre que reserva no menos de unadécima parte de sus ganancias para crear un bien en previsión de su futuro ydel de su familia.
«El hombre que sólo reserva la décima parte de susganancias de forma regular y la invierte con sabiduría seguramente creará unainversión valiosa que le procurará unos ingresos para el futuro y una mayorseguridad para su familia si llegara el caso de que los dioses le volvieran allamar hacia el mundo de la oscuridad. Esta ley dice que el oro siempre acudelibremente a un hombre así. Yo puedo confirmarlo basándome en mi propia vida.Cuanto más oro acumulo, más oro acude a mí rápidamente y en cantidadescrecientes. El oro que ahorro proporciona más, igual que lo hará el vuestro, yestas ganancias proporcionan otras ganancias; así funciona la primera ley.»
La segunda ley del oro
El oro trabaja condiligencia y de forma rentable para el poseedor sabio que le encuentra un usoprovechoso, multiplicándose incluso como los rebaños en los campos.
Verdaderamente, el oro es un trabajador voluntarioso.Siempre está impaciente por multiplicarse cuando se presenta la oportunidad. Atodos los hombres que tienen un tesoro de oro reservado, se les presenta unaoportunidad, permitiéndoles aprovecharla. Con los años, el oro se multiplica demanera sorprendente.
La tercera ley del oro
El oro permanece bajo la protección del poseedorprudente que lo invierte según los consejos de hombres sabios.
El oro se aferra al poseedor prudente, aunque se tratede un poseedor despreocupado. El hombre que busca la opinión de hombres sabiosen la forma de negociar con oro aprende rápidamente a no arriesgar su tesoro ya preservarlo y verlo aumentar con satisfacción.
La cuarta ley del oro
El oro escapa al hombre queinvierte sin fin alguno en empresas que no le son familiares o que no sonaprobadas por aquellos que conocen la forma de utilizar el oro.
Para el hombre que tiene oro pero que no tieneexperiencia en los negocios, muchas inversiones parecen provechosas. A menudo,estas inversiones comportan un riesgo, y los hombres sabios que las estudiandemuestran rápidamente que son muy poco rentables. Así pues, el poseedor de oroinexperto que se fía de su propio juicio y que invierte en una empresa con laque no está familiarizado descubre a menudo que su juicio es incorrecto y pagasu inexperiencia con parte de su tesoro. Sabio es aquel que invierte sustesoros según los consejos de hombres expertos en el arte de administrar eloro.
La quinta ley del oro
El oro huyó del hombre quelo fuerza en ganancias imposibles, que sigue el seductor consejo de defraudadoresy estafadores o que se fía de su propia inexperiencia y de sus románticasintenciones de inversión.
»El nuevo poseedor de oro siempre se encontrará conproposiciones extravagantes que son tan emocionantes como la aventura. Éstasdan la impresión de proporcionar unos poderes mágicos a su tesoro que lo hacencapaz de conseguir ganancias imposibles. Pero, verdaderamente, desconfiad; loshombres sabios conocen bien las trampas que se esconden detrás de cada plan quepretende enriquecer de forma repentina.
»Recordad a los hombres ricos de Nínive que no searriesgaban a perder su capital ni a estancarlo en inversiones no rentables.
»Aquí termina mi historia de las cinco leyes del oro.Al contárosla, os he revelado los secretos de mi propio éxito.
Sin embargo, no se trata de secretos, sino de grandesverdades que todos los hombres deben aprender primero y seguir después sidesean escapar de la multitud que, como los perros salvajes, se preocupa todoslos días por su ración de pan.
Mañana entraremos en Babilonia. ¡Observad conatención! ¡Mirad la llama eterna que arde en lo alto del Templo de Bel! Yavemos la ciudad dorada. Mañana, cada uno de vosotros tendrá oro, el oro quetanto os habéis ganado con vuestros fieles servicios.
»Dentro de diez años contando desde esta noche, ¿quépodréis decir de este oro?
»Entre vosotros hay hombres que, como Nomasir,utilizarán una parte de su oro para comenzar a acumular bienes y, porconsiguiente, guiados por la sabiduría de Arkad, dentro de diez años, no cabela menor duda, serán ricos y respetados por los hombres, como el hijo de Arkad.
»Nuestros actos sabios nos acompañan a lo largo detoda la vida para servirnos y ayudarnos. Del mismo modo, seguramente, nuestrosactos imprudentes nos persiguen para atormentarnos. »Desgraciadamente, no sepueden olvidar. Los primeros de los tormentos que nos persiguen son losrecuerdos de cosas que tendríamos que haber hecho, oportunidades que se nospresentaron pero que no aprovechamos.
»Los tesoros de Babilonia son tan importantes queningún hombre es capaz de calcular su valor en piezas de oro. Todos los añosadquieren mayor valor. Como los tesoros de todos los países, constituyen unarecompensa, la rica recompensa que espera a los hombres resueltos, decididos aconseguir la parte que merecen.
»La fuerza de vuestros propios deseos contiene unpoder mágico. Guiad este poder gracias al conocimiento de las cinco leyes del oroy tendréis vuestra parte de los tesoros de Babilonia.
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Capitulo 6 : El prestamista de oro de Babilonia
¡Cincuenta monedas de oro! El fabricante de lanzas dela vieja Babilonia nunca había llevado tanto oro en su bolsa de cuero. Volvíafeliz caminando a grandes zancadas por el camino real del palacio. El orotintineaba alegremente en la bolsa que colgaba de su cinturón y se movía conun suave vaivén cada vez que daba un paso, era la música más dulce que jamáshubiera oído.
¡Cincuenta monedas de oro! Le costaba creer en subuena suerte. ¡Cuánto poder había en esas piezas que tintineaban! Podríanprocurarle todo lo que quisiera: una casa enorme, tierras, un rebaño, camellos,caballos, carros, todo lo que deseara.
¿Qué haría con ellas? Aquella noche, mientras tomabauna calle transversal y apresuraba su paso hacia la casa de su hermana, nopodía pensar en otra cosa más que en esas pesadas y brillantes monedas queahora le pertenecían.
Unos días más tarde, al ponerse el sol, Rodan entróperplejo en la tienda de Maton, prestamista de oro y mercader de joyas y detelas exóticas. Sin fijarse en los atractivos artículos que estabaningeniosamente dispuestos a ambos lados, cruzó la tienda y se dirigió a lashabitaciones de la parte posterior. Encontró al hombre que buscaba, Maton,tendido en una alfombra y saboreando la comida que le había servido su esclavonegro.
-Me gustaría pediros consejo porque no sé qué hacer.
Rodan estaba de pie con las piernas abiertas y pordebajo de la chaqueta de cuero entreabierta se adivinaba su pecho velludo.
La figura delgada y pálida de Maton le sonrió y lesaludó con afabilidad.
-¿Qué necedades habrás cometido para venir a pedir losfavores del prestamista de oro? ¿Has tenido mala suerte en el juego? ¿Acasoalguna mujer te ha desplumado hábilmente? Desde que te conozco, nunca hassolicitado mi ayuda para resolver tus problemas.
No, no, nada de eso. No busco oro. He venido porqueespero que puedas darme un sabio consejo.
-¡Escuchad, escuchad lo que dice este hombre! Nadieviene a ver al prestamista de oro para que le dé un consejo. Mis oídos me estánjugando una mala pasada.
-Oyen correctamente.
-¿Cómo es posible? Rodan, el fabricante de lanzas, esmás astuto que nadie. Por eso visita a Maton, no para pedirle que le presteoro, sino para pedirle consejo.
»Hay muchos hombres que vienen a pedirme oro parapagar sus caprichos pero no quieren que los aconseje. Pero, ¿quién mejor que elprestamista para aconsejar a los muchos hombres que acuden a él?
»Comerás conmigo, Rodan -continuó diciendo-. Estanoche, tú serás mi invitado. ¡Ando! ordenó a su esclavo negro, extiende unaalfombra para mi amigo Ro dan, el fabricante de lanzas, que ha venido para quele aconseje. Será mi invitado de honor. Tráele mucha comida y el mejor vinopara que se complazca en beber.
»Ahora, dime qué es lo que te preocupa.
-Se trata del regalo del rey.
-¿El regalo del rey? ¿El rey te ha hecho un regalo quete causa problemas? ¿Qué clase de regalo?
-Me dio cincuenta monedas de oro porque le gustó muchoel diseño de las nuevas lanzas de la guardia real y ahora estoy muy apurado.
»A cualquier hora del día me siento acosado porpersonas que querrían compartirlas conmigo.
-Es natural, hay muchos hombres que querrían tener másoro del que tienen y, que aquellos que lo obtienen fácilmente lo compartierancon ellos. Pero, ¿no puedes decirles que no? ¿No eres lo bastante fuerte comopara defenderte?
-Hay muchos días que puedo decir que no pero otrasveces es más fácil decir que sí. ¿Puede alguien negarse a compartir este dinerocon su hermana a la que se siente muy ligado?
-Seguramente tu hermana no querrá privarte de laalegría de tu recompensa.
-Pero es por amor a su marido Araman, a quien elladesea ver convertido en un rico mercader.
»Cree que nunca ha tenido suerte y quiere que lepreste el oro para que pueda convertirse en un próspero mercader y despuésdevolverme el dinero con los beneficios.
-Amigo mío prosiguió Maton-. Este asunto que quieresdiscutir es muy interesante. El oro otorga a quien lo posee una gran responsabilidady cambia su posición Social frente a los compañeros. Despierta el temor aperderlo o a ser engañado. Produce una sensación de poder y permite hacer elbien. Pero, en otras ocasiones, las buenas intenciones pueden causar problemas.
»¿Has oído hablar alguna vez del granjero de Níniveque era capaz de entender el lenguaje de los animales? No es el tipo de fábulaque a los hombres les gusta contar en casa del herrero. Te la voy a contar paraque aprendas que en el hecho de tomar prestado o de prestar, hay algo más queel paso del oro de una mano a otra.
»El granjero, que entendía lo que decían los animalesentre ellos, todas las noches se paraba sólo para escuchar lo que hablaban. Unanoche oyó al buey quejarse al asno de la dureza de su destino: «Arrastro elarado desde la mañana hasta la noche. Poco importa que haga calor, que estécansado o que la yunta me irrite el cuello, igualmente tengo que trabajar. Encambio, tú eres una criatura hecha para el ocio. Decorado con una manta decolores, no tienes otra cosa que hacer que llevar a nuestro amo adonde deseeir. Cuando no va a ninguna parte, descansas y paces durante todo el día.»
»El asno, a pesar de sus peligrosos cascos, era denaturaleza buena y simpatizaba con el buey. «Amigo mío, respondió, trabajasmucho y me gustaría aliviar tu suerte. Así que, voy a contarte cómo puedestener un día de descanso. Por la mañana, cuando venga a buscarte el esclavopara la labranza, tiéndete en el suelo y empieza a mugir sin cesar para quediga que estás enfermo y---que no puedes trabajar.»
»Entonces, el buey siguió el consejo del asno y a lamañana siguiente, el esclavo se dirigió a la granja y le dijo al granjero queel buey estaba enfermo y que no podía arrastrar el arado.
»"En este caso, dijo el granjero, unce al asnopues igualmente hay que labrar la tierra."
»Durante todo el día, el asno que solamente habíaquerido ayudar a su amigo, se vio forzado a hacer el trabajo del buey. Por lanoche, cuando lo desengancharon del arado, tenía el corazón afligido, laspiernas cansadas y le dolía el cuello porque la yunta se lo había irritado.
»El granjero se acercó al corral para escuchar.
»El buey empezó primero. "Eres un buen amigo.Gracias a tu sabio consejo, he disfrutado de un día de descanso."
»"En cambio yo, replicó el asno, soy un corazóncompasivo que empieza por ayudar a un amigo y termina por hacer su trabajo. Apartir de ahora, tú arrastrarás tu propio arado porque he oído que el amo decíaal esclavo que fuera a buscar al carnicero si todavía seguías enfermo. Esperoque lo haga porque eres un compañero perezoso."
»Nunca más se hablaron. Allí terminó su amistad.
»Rodar, ¿puedes explicarme la moraleja de esta fábula?
-Es una buena fábula -respondió Rodar-, pero yo no veola moraleja.
No pensaba que fueras a descubrirla. Pero hay una ymuy simple: si quieres ayudar a tu amigo, hazlo de forma que luego no recaigansobre ti sus responsabilidades.
No se me había ocurrido eso. Es una moraleja muysabia. No deseo cargar con las responsabilidades de mi hermana y de su marido.Pero dime, tú que prestas dinero a tanta gente: ¿acaso los que te piden dineroprestado no te lo devuelven?
-Maton sonrió con el gesto que permite la experiencia.¿Acaso sería un buen préstamo si no me lo devolvieran? ¿No crees que e1prestamista tiene que ser lo suficientemente listo como para juzgar conprecaución si el oro que presta será de utilidad para el que lo pide prestado ydespués le será devuelto, o si el oro se desperdiciará inútilmente y dejará alque lo ha pedido abrumado por una deuda que nunca podrá devolver?
»Voy aenseñarte las monedas que tengo en mi cofre y voy a dejar que te cuentenalgunas historias. Llevó a la habitación un cofre tan largo como su brazo,cubierto con piel de cerdo roja y adornado con figuritas de bronce. Lo depositóen el suelo y se agachó delante de él, con las dos manos colocadas encima de latapa.
-Exijo una garantía de cada persona a quien prestodinero y la dejo en el cofre hasta que me devuelven el dinero. Cuando lo hacen,se la devuelvo pero si no lo hacen, este depósito me recordará siempre a aquélque me ha traicionado.
»El cofre me demuestra que lo más seguro es prestardinero a aquellos cuyas posesiones tienen más valor que el oro que desean queles preste. Tienen tierras, joyas, camellos u otros objetos que se puedenvender como pago del préstamo. Algunas de las prendas que me dan tienen másvalor que el préstamo. Con otras, prometen entregarme una parte de suspropiedades como pago si no lo devuelven. Gracias a esta clase de préstamos, measeguro de que me devolverán el oro con intereses ya -que el préstamo se basaen el valor de las propiedades.
»Hay otra categoría de personas que piden dineroprestado: los que pueden ganar dinero. Son como tú, trabajan o sirven y se lespaga. Cuentan con unos ingresos, son honestos y no tienen mala suerte. Sé queellos también pueden devolver el oro que les presto y los intereses a los quetengo derecho. Estos préstamos se basan en el esfuerzo humano.
»Los otros son los que no poseen propiedades nitampoco ganan dinero. La vida es dura y siempre habrá gente que no podráadaptarse. Mi cofre podría reprocharme más tarde que les prestara dinero aunquesea menos que un céntimo, a menos que buenos amigos del que me ha pedido eldinero me garantizaran su devolución.
Maton soltó el cerrojo y abrió la tapa. Rodan seacercó a mirar con curiosidad.
Había un collar de bronce encima de una tela de colorescarlata. Maton tomó la joya y la acarició con cariño.
-Esta prenda siempre estará en mi cofre porque supropietario está muerto. La conservo cuidadosamente y me acuerdo mucho de élporque era un buen amigo. Hicimos muy buenos negocios juntos hasta que trajo auna mujer del Este, que no se parecía en nada a nuestras mujeres, con la que secasó. Una criatura deslumbrante. Malgastó todo su oro para colmar todos losdeseos de ella. Cuando ya no le quedaba más oro, acudió a mí, angustiado. Leaconsejé. Le dije que le ayudaría una vez más a dirigir sus negocios. Juró porel signo del Gran Toro que retomaría las riendas de sus asuntos. Pero eso noocurrió.
Durante una pelea, aquella mujer le hundió un cuchilloen el corazón, del mismo modo que él le había desafiado a que hiciera.
-¿Y ella...? -preguntó Rodan.
-Sí, este collar era suyo.
Maton cogió la bella tela color escarlata.
-Presa de amargos remordimientos, se lanzó alÉufrates. Nunca me devolverán estos dos préstamos. El cofre te explica, Rodan,que los que piden dinero prestado y son muy apasionados, constituyen un granriesgo para el prestamista de oro.
»Ahora te voy a contar otra historia diferente.
Buscó un anillo esculpido en un hueso de buey.
-Esta joya pertenece a un granjero. Yo compro lasalfombras que sus mujeres tejen. Los saltamontes devastaron sus cosechas y sustrabajadores no tenían nada que comer. Le ayudé y a la cosecha siguiente, medevolvió el dinero. Más tarde volvió a visitarme y me dijo que un viajante lehabía hablado de unas extrañas cabras que había en unas tierras lejanas. Teníanel pelo tan suave y fino que sus mujeres podrían tejer las alfombras más bellasque se hubieran visto jamás en Babilonia. Quería poseer ese rebaño pero notenía dinero. Así que le presté el oro necesario para el viaje y la compra delas cabras. Ahora ya tiene su rebaño y el año que viene, voy a sorprender a losamos de Babilonia con las alfombras más caras que nunca hayan tenido laoportunidad de comprar. Pronto le devolveré el anillo. Insiste en devolverme eldinero rápidamente.
-¿Acaso hay personas que piden dinero prestado quehacen esto? -inquirió Rodan.
-Si me piden dinero con el fin de ganarlo, lo adivinoy acepto prestarlo. Pero si lo hacen para pagarse sus caprichos, te adviertoque seas prudente si quieres recobrar el oro.
-Cuéntame la historia de esta joya -pidió Rodanmientras tomaba con sus manos un brazalete de oro incrustado deextraordinarias piedras.
-Te interesan las mujeres, amigo mío bromeó Maton.
-Soy bastante más joven que tú -replicó Rodan.
-De acuerdo, pero esta vez te imaginas un romance donde no lo hay. La propietaria es gorda y está arrugada y habla tanto paradecir tan poco que me enoja. Antaño tenía mucho dinero y su hijo y ella eranbuenos clientes pero el tiempo les trajo desgracias. Le hubiera gustado hacerde su hijo un mercader. Un día vino a mi casa y me pidió dinero prestado paraque su hijo pudiera asociarse con el propietario de una caravana que viajabacon sus camellos y trocaba en una ciudad lo que compraba en otra.
»El hombre demostró ser un canalla porque dejó alpobre chico en una ciudad lejana sin dinero y sin amigos, tras abandonarlomientras dormía. Quizá cuando sea adulto, me devolverá el dinero. Desdeentonces, no recibo ningún interés por el préstamo, sólo palabras vanas. Peroreconozco que las joyas valen el préstamo.
-¿Y esta mujer, te pidió algún consejo sobre estepréstamo?
Al contrario, se imaginó que su hijo era un hombrepoderoso y rico de Babilonia. Sugerirle lo contrario la hubiera enfurecido.Solamente tuve derecho a una reprimenda. Sabía que corría un riesgo porque suhijo era inexperto pero como ella ofrecía la garantía, no pude negarle elpréstamo.
-Esto -continuó Maton mientras agitaba un pedazo decuerda anudado- pertenece a Nebatur, el comerciante de camellos. Cuando compraun rebaño que cuesta más de lo que él posee, me trae este nudo y yo le hago unpréstamo según sus necesidades. Es un comerciante muy listo. Confío en sujuicio y puedo prestarle dinero tranquilamente. Muchos otros mercaderes deBabilonia también gozan de mi confianza porque su conducta es honrada.
»Los objetos que me entregan en depósito entran ysalen regularmente del cofre. Los buenos mercaderes forman un activo ennuestra ciudad y para mí, es beneficioso ayudarles a mantener vivo el comerciopara que Babilonia sea próspera.
Maton tomó un escarabajo esculpido en una turquesa ylo lanzó desdeñosamente al suelo.
-Es un insecto de Egipto. A1 joven que posee estapiedra no le importa demasiado que algún día yo recupere el oro. Cuando se loreclamo, me responde: «¿cómo puedo devolverte el dinero si la desgracia se ciernesobre mí? ¡Tienes a otros!»
»¿Qué puedo hacer? El objeto pertenece a su padre, unhombre valeroso pero que no es rico y que empeñó sus tierras y su rebaño paraayudar a su hijo en sus empresas.
»Al principio el joven tuvo éxito y luego empezó aestar muy ansioso por enriquecerse.
»Por culpa de su inexperiencia, sus tentativas sefueron al traste.
»Los jóvenes son ambiciosos. Les gustaría conseguirrápidamente las riquezas y las cosas deseables que aporta. Para asegurarse unafortuna rápida, piden dinero prestado con imprudencia.
»Como es su primera experiencia, no pueden comprenderque una deuda que no sea devuelta es como un agujero profundo al que podemosdescender rápidamente y en el que podemos debatirnos en vano durante muchotiempo. Es un agujero de penas y lamentos donde la luz del sol se ensombrece yla noche perturba un sueño agitado. Pero no desaconsejo que se preste dinero.Animo a que se haga. Lo recomiendo en el caso de que se haga con una finalidadbuena. Yo mismo tuve mi primer gran éxito como mercader con dinero que mehabían prestado.
»Pero, ¿qué debe hacer un prestamista en un caso así?El joven ha perdido la esperanza y no hace nada. Se ha desanimado. No seesfuerza por devolver el dinero. Y yo no quiero despojar a su padre de sustierras y de su ganado.
-Me has contado muchas historias interesantes pero nohas contestado a mi pregunta. ¿Debo o no debo prestar las cincuenta monedas deoro a mi hermana y a su marido? ¡Tienen tanto valor para mí!
-Tu hermana es una mujer valiente y le tengo muchaestima. Si su marido viniera a verme para pedirme cincuenta monedas de oro, lepreguntaría para qué iba a emplearlas.
»Si me contestara que quiere hacerse mercader como yoy tener una tienda de joyas y de muebles, le diría: "¿conoces este oficio?¿sabes dónde se puede comprar barato?".
»¿Acaso podría responder afirmativamente a todas estaspreguntas?
No, no podría -admitió Rodan-. Me ayudó mucho afabricar lanzas y también ayudó en otras tiendas.
-Entonces, le diría que su objetivo no es sensato. Losmercaderes tienen que aprender su oficio. Su ambición, más que encomiable, noes lógica y por lo tanto, no le prestaría dinero.
»Pero supongamos que dice: "Sí, ayudé mucho a losmercaderes. Sé cómo ir a Esmirna para comprar a bajo precio las alfombras quelas mujeres tejen. Además, conozco a los ricos de Babilonia a quien puedovender y así obtener grandes beneficios."
»Entonces, le diría: "Tu objetivo es sensato y tuambición digna. Me alegraré de prestarte las cincuenta monedas de oro si measeguras que me las devolverás."
»Pero si dijera: "Lo único que os puedo asegurares que soy un hombre de honor y que os devolveré el dinero."
»Entonces, le respondería que cada moneda de oro esmuy valiosa para mí. Si los ladrones te quitan el dinero de camino a Esmirna ote arrebatan las alfombras a la vuelta, no tendrás medios para pagarme y habréperdido mi oro.
»Como ves, Rodan, el oro es la mercancía delprestamista. Es fácil prestarlo. Si se presta con imprudencia, es difícil derecuperar. Una promesa es un riesgo que un prestamista prudente desdeña, yprefiere la garantía de una devolución asegurada.
»Es bueno prosiguió- ayudar a los que lo necesitan,ayudar a los que no tienen suerte. Está bien ayudar a los que empiezan para queprosperen y se conviertan en buenos ciudadanos. Pero la ayuda debe ser sensataporque si no, igual que el asno de la granja deseoso de ayudar, cargaremos conun peso que pertenece a otro.
»Sigo alejándome de tu pregunta, Rodan, pero escuchami respuesta: guarda tus cincuenta monedas de oro. Son la justa recompensa detu trabajo y nadie puede obligarte a compartirlas, a menos que lo desees. Siquisieras prestarlas para que te dieran más oro, deberías hacerlo conprecaución y en sitios distintos. No me gusta ni el oro que duerme ni tampocolos grandes riesgos.
»¿Cuántos años has trabajado como fabricante delanzas?
-Tres años.
-¿Además del regalo del rey, cuánto dinero hasahorrado?
-Tres monedas de oro.
-¿O sea, que cada año que has trabajado, te hasprivado de cosas buenas para ahorrar una moneda de tus ganancias?
-Así es.
-Entonces, ¿quizás privándote de las cosas buenaspodrías ahorrar cincuenta monedas de oro en cincuenta años?
-Sería el fruto de toda una vida.
-¿Y crees que tu hermana arriesgaría los ahorros detus cincuenta años de trabajo para que su marido diera los primeros pasos comomercader?
-No, visto de este modo, no.
-Entonces, ve a verla y dile: «He estado tres añostrabajando todos los días de la mañana a la noche, excepto en los días de ayunoy me he privado de muchas cosas que deseaba ardientemente. Por cada año detrabajo y de abnegación, he conseguido una moneda de oro. Eres mi hermanapredilecta y deseo que tu marido emprenda un negocio donde pueda prosperarmucho. Si puede presentarme un plan que a mi amigo Maton le parezca sensato yrealizable, entonces le prestaré gustosamente mis ahorros de un año entero paraque tenga la oportunidad de demostrar que puede tener éxito.»
»Haz lo que te digo y si tiene talento para triunfar,tendrá que demostrarlo. Si falla, no te deberá más que lo que espera devolvertealgún día.
»Soy prestamista de oro porque tengo más oro del queme hace falta para comerciar.
»Deseo que mi excedente de oro trabaje para los demásy así me aporte más oro. No me quiero arriesgar a perder mi oro porque hetrabajado mucho y me he privado de muchas cosas para ahorrarlo. Así que no voya prestarlo a quien no merezca mi confianza y me asegure que me será devuelto.Tampoco lo prestaré si no estoy convencido que los intereses de este préstamome serán devueltos rápidamente.
»Te he contado, Rodan, algunos secretos de mi cofre.Estos' ~ secretos te han revelado las debilidades de los hombres y su ansiedadpor pedir dinero prestado aunque no siempre tengan los medios seguros para devolverlo.
Con estos ejemplos, te darás cuenta de que a menudo,la gran esperanza de estos hombres sería adquirir grandes ganancias si tuvierandinero y que simplemente se trata de falsas esperanzas porque no tienen ni lahabilidad ni la experiencia necesarias para realizarlas.
»Ahora tú, Rodan, posees el oro que podría producirtemás oro. Estás muy cerca de convertirte, como yo, en un prestamista de oro. Siconservas tu tesoro, te aportará generosos intereses; será una fuente abundantede placeres y será provechoso para el resto de tus días. Pero, si lo dejasescapar, será una fuente tan constante de penas y lamentos que nunca loolvidarás.
»¿Qué es lo que más deseas para el oro que contiene tubolsa de cuero?
-Guardarlo en un lugar seguro.
Has hablado con sensatez -respondió Maton en tono deaprobación. Tu primer deseo es la seguridad. ¿Crees que bajo la custodia de tucuñado estará seguro y al abrigo de cualquier pérdida?
-Me temo que no porque no es prudente en su forma deguardar el oro.
-Entonces, no te dejes influir por los estúpidossentimientos hacia cualquier persona que te llevan a confiar tu tesoro. Siquieres ayudar a tu familia o a tus amigos, encuentra otros medios que no seanarriesgarte a perder tu tesoro. No te olvides de que el oro escapainesperadamente a los que no saben guardarlo. Ya sea por extravagancia
o dejando que los otros lo pierdan por ti. »Después dela seguridad, ¿qué es lo que más deseas para tu tesoro? -Que me produzca másoro. -Vuelves a hablar con sensatez. Tu oro tiene que darte ganancias yaumentar. El dinero que se presta
sabiamente puede incluso duplicarse antes de que tehagas viejo. Si te arriesgas a perder tu dinero, también te arriesgas a perdertodo lo que te pueda reportar.
»Así que no te dejes influir por los planesfantásticos de hombres imprudentes que piensan que saben la forma de hacer quetu oro produzca extraordinarias ganancias. Son planes forjados por soñadoresinexpertos que no conocen las leyes seguras y fiables del comercio. Séconservador en cuanto a las ganancias que el oro pueda producirte y en cuanto alo que puedes ganar y así saca partido de tu tesoro. Invertir el oro contra unapromesa de ganancias usureras es ir a perderlo.
Intenta asociarte con hombres hábiles y emprendernegocios cuyo éxito esté asegurado para que tu tesoro salga ganando y esté enlugar seguro gracias a vuestra astucia y experiencia.
»De este modo, evitarás las desgracias que acompañan ala mayoría de los hijos de los hombres a quienes Dios confía el oro.
Cuando Rodan quiso agradecerle su sabio consejo, ésteno le escuchó y dijo: «El regalo del rey te procurará mucha sabiduría. Siguardas las cincuenta monedas de oro, tendrás que ser discreto. Tendrástentaciones de invertir en muchos proyectos. Te darán muchos consejos. Tendrásmuchas oportunidades de obtener grandes beneficios. Antes de prestar ningunamoneda de oro, tienes que asegurarte de que te será devuelta. Si quieres másconsejos, vuelve a visitarme. Te los daré gustosamente.»
»Antes de irte, lee lo que grabé en la tapa del cofre.Se puede aplicar tanto al prestamista como al que pide el dinero prestado.
Vale más prevenir que curar
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Capitulo 7 : Las murallas de Babilonia
El viejo Banzar, guerrero feroz en otros tiempos,hacia guardia en la pasarela que llevaba a la parte más alta de las murallas de Babilonia. A lo lejos, valerosos soldados defendían el acceso a las murallas.La supervivencia de la gran ciudad y de sus centenares de miles de habitantes dependía de ellos.
De más allá de las murallas llegaban el fragor de los ejércitos que combatían, los gritos de los hombres, los cascos de miles de caballos, el ensordecedor ruido de los arietes que golpeaban las puertas de bronce.
Los lanceros estaban en alerta continua, preparados para impedir la entrada en la ciudad en el caso de que las puertas cedieran. No eran numerosos, los ejércitos principales estaban lejos, hacia el Este,acompañando al rey, que dirigía una campaña contra los elamitas. No habían previsto que pudieran ser atacados durante esta ausencia y las fuerzas defensoras eran escasas. Cuando nadie se lo esperaba, los grandes ejércitos asirios llegaron del Norte. Las murallas deberían soportar el ataque, si no,sería el fin de Babilonia.
Alrededor de Banzar se agrupaban numerosos ciudadanos con expresión espantada que se informaban ansiosamente sobre la evolución de los combates. Miraban aterrorizados la hilera de soldados muertos o heridos que eran transportados o que bajaban de la pasarela.
El asalto estaba llegando al momento crucial, tras haber rodeado la ciudad durante tres días, el enemigo había concentrado sus fuerzas en aquella parte de la muralla y en aquella puerta.
Las defensas, situadas en la parte superior de la muralla, mantenían a raya a los adversarios que intentaban escalar las paredes de la muralla mediante plataformas o escaleras echándoles aceite hirviendo otirando lanzas a los que conseguían llegar hasta lo más alto.
Los enemigos respondían disponiendo una línea dearqueros que proyectaban una lluvia de flechas contra los babilonios.
El viejo Banzar ocupaba un puesto elevado desde el que podía ver muy bien todo lo que pasaba, se encontraba muy cerca del centro de los combates y era el primero en percibir los ataques frenéticos del enemigo.
Un comerciante de edad avanzada se le acercó.
Decidme, por favor, no podrán entrar, ¿verdad? juntando las dos manos le suplicó-. Mis hijos están acompañando a nuestro buen rey, no hay nadie para proteger a mi anciana esposa. Robarán todos nuestro bienes, tomarán todas nuestras reservas. Nosotros ya somos viejos, demasiado para poder servir como esclavos, nos moráremos de hambre. Pereceremos. Decidme que no podrán entrar en la ciudad.
-Cálmate, buen comerciante -respondió el guardia -.Las murallas de Babilonia son sólidas. Vuelve al bazar y di a tu mujer que las murallas os protegerán a vosotros y a vuestros bienes tanto como a los ricos tesoros del rey. Permanece cerca de la muralla para que no te alcance una flecha.
Una mujer con un bebé en brazos ocupó el lugar del hombre que se retiraba.
-Sargento, ¿Qué noticias hay del combate? Decidme la verdad para que pueda tranquilizar a mi pobre marido. Está en cama con una gran fiebre producida por sus terribles heridas. Pero insiste en protegerme con su armadura y su lanza, porque estoy encinta. Dice que la venganza del enemigo sería terrible en el caso de que entrara.
-Tienes buen corazón porque eres madre, y lo volverás a ser. Las murallas de Babilonia te protegerán a ti y a tus hijos. Son altas y sólidas, ¿no oyes los gritos de nuestros valientes defensores que tiran calderos de aceite hirviendo a los que intentan escalar los muros?
-Sí, y también oigo el bramido de los arietes que chocan contra nuestras puertas.
-Vuelve con tu marido, dile que las puertas son fuertes y resistirán el embate de los arietes. Dile también que a los que escalan las murallas les espera una lanza. Ve con cuidado y date prisa en llegar a los edificios, donde estarás más segura.
Banzar se apartó para dejar vía libre a los refuerzos armados, cuando pasaban muy cerca de él con su pesada marcha y los escudos de bronce que tintineaban, una niña estiró del cinturón a Banzar.
-Decidme por favor, soldado, ¿estamos seguros?preguntó-. Oigo ruidos terribles, veo hombres que sangran
¡Tengo tanto miedo! ¿Qué será de nuestra familia, mi madre, mi hermanito y el bebé?
El viejo militar tuvo que cerrar los ojos y levantar la barbilla mientras alzaba a la niña.
-No tengas miedo, pequeña -le dijo-. Las murallas de Babilonia os protegerán a ti, a tu madre, a tu hermanito y al bebé. La buena reina Semiramis hace cien años las hizo construir para proteger a gente como tú.Vuelve y di a tu madre, a tu hermanito y al bebé que las murallas de Babilonia los protegerán y que no tienen de qué tener miedo.
Todos los días, el viejo Banzar permanecía en supuesto y observaba cómo los recién llegados subían a la pasarela y combatían hasta que, heridos o muertos, los habían de bajar. A su alrededor, una muchedumbre de ciudadanos atemorizados y ansiosos quería saber si las murallas aguantarían. El daba a todos la misma respuesta con la dignidad del viejo soldado: «Las murallas de Babilonia os protegerán.»
Durante tres semanas y cinco días continuó el ataque con renovada violencia. Cada día la mandíbula de Banzar se crispaba más y más,pues el paso, lleno de sangre de los numerosos heridos, se había convertido en un lodazal por el flujo incesante de hombres que subían y bajaban tambaleantes.Todos los días, los atacantes masacrados se amontonaban en pilas ante las muralla; todas las noches, sus camaradas los transportaban y enterraban.
La quinta noche de la última semana el clamor disminuyó. Los primeros rayos de sol iluminaron la llanura, cubierta de grandes nubes de polvo que levantaban los ejércitos en retirada. Un inmenso grito se alzó entre los defensores. No había duda sobre lo que quería decir. Fue repetido por las tropas que esperaban detrás de las murallas, por los ciudadanos en las calles, barrió la ciudad con la violencia de una tempestad.
La gente salió precipitadamente de las casas, una muchedumbre delirante llenó las calles, los sentimientos de miedo reprimidos durante semanas se transformaron en un grito de alegría salvaje. De lo alto dela gran torre de Bel salieron las llamas de la victoria, una columna de humo azul se alzó en el cielo para llevar bien lejos su mensaje.
Una vez más, las murallas de Babilonia habían repelido a un enemigo poderoso y feroz, dispuesto a saquear sus ricos tesoros y adominar a sus ciudadanos y reducirlos a la esclavitud.
La ciudad de Babilonia sobrevivió varios siglos por que estaba completamente protegida. De otro modo, no lo habría conseguido.
Las murallas de Babilonia ilustran bien las necesidades del hombre y su deseo de estar protegido. Este deseo es in herente a la raza humana, hoy en día es tan fuerte como en la antigüedad, pero nosotros hemos imaginado planes más amplios y mejores para llegar a este fin.
Hoy en día, apostados tras los muros inexpugnables de los seguros, de las cuentas bancarias y de las inversiones fiables, podemos protegernos de las tragedias inesperadas que pueden surgir en cualquier momento.
No podemos permitirnos vivir sin estar protegidos de manera adecuada
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Capitulo 8 : El tratante de camellos de Babilonia
Cuanto más nos atenaza el hambre, más activo se vuelve nuestro cerebro y más sensibles nos volvemos al olor de los alimentos.
Tarkad, el hijo de Azore, ciertamente pensaba así. Tan sólo había comido dos pequeños higos de una rama que salía más allá del muro de un jardín, y no había podido coger más antes de que una enfadada mujer apareciera y lo echara. Sus gritos agudos aún resonaban en sus oídos cuando atravesaba la plaza del mercado. Esos ruidos horribles le ayudaron a tenerquietos los dedos, tentados siempre de coger alguna fruta de las cestas de las mujeres del mercado.
Nunca hasta entonces se había dado cuenta de la gran cantidad de comida que llegaba al mercado de Babilonia y qué bien olía. Tras dejar el mercado, atravesó la plaza en dirección a la posada, ante la que se paseó arriba y abajo. Tal vez encontrara a alguien que le pudiera dejar una moneda de cobre con la que podría pedir una copiosa comida y arrancar así una sonrisa al austero dueño de la posada. Si no tenía esa moneda, sabía muy bien que no sería bienvenido.
Distraído como estaba, se encontró sin esperarlo, cara a cara con el hombre al que más deseaba evitar, Dabasir, el tratante de camellos de largo y huesudo cuerpo. De todos los amigos o conocidos a los que había pedido pequeñas sumas de dinero, Dabasir era el que lo hacía sentirse más molesto pues no había cumplido la promesa de reembolsarle rápidamente lo debido.
El rostro de Dabasir se iluminó al ver a Tarkad
-Ajá, Tarkad, justo a quien buscaba, tal vez pueda devolverme las dos monedas de cobre que le dejé hace una luna, y también la de plata que le había dejado anteriormente. ¡Qué suerte! Hoy mismo podré usar esas monedas. ¿Qué me dices eso, muchacho?
Tarkad empezó a balbucear y enrojeció. Su estómago vacío no le ayudaba a tener la cara dura de discutir con Dabasir.
-Lo siento, lo siento mucho murmuró débilmente-, pero hoy no tengo las dos monedas de cobre ni la de plata que te debo.
-Pues encuéntralas -insistió Dabasir-. Seguro que puedes encontrar un par de monedas de cobre y una de plata para pagar la generosidad de un viejo amigo de tu padre que te ha ayudado cuando te hacía falta.
No te puedo pagar por culpa de la mala suerte.
-¿La mala suerte? ¿Culparás a los dioses de tu propia debilidad? La mala suerte persigue a los hombres que piensan más en pedir que en dejar. Muchacho, ven conmigo mientras como, tengo hambre y te quiero contar una historia.
Tarkad retrocedió ante la brutal franqueza de Dabasir,pero al menos era una invitación para entrar en un sitio donde se comía.
Dabasir lo empujó hasta un rincón de la sala donde se sentaron sobre unas pequeñas alfombras.
Cuando Kauskor el propietario apareció sonriente,Dabasir se dirigió a él con su habitual gran familiaridad:
-Lagarto del desierto, tráeme una pierna de cabra muy hecha y con mucha salsa, pan y muchas verduras, que tengo mucha hambre y necesito mucha comida. No olvides a mi amigo, tráele una jarra de agua, y que sea fresca, pues el día es caluroso.
El corazón de Tarkas parecía desfallecer. Se tenía que sentar allí a beber agua y ver cómo aquel hombre devoraba una pierna entera de cabra. No decía nada. No se le ocurría nada que decir.
En cambio Dabasir no sabía lo que era el silencio.Sonriendo y saludando con la mano a todos los demás clientes, a los cuales conocía, continuó.
-He oído decir a un viajero que acaba de llegar de Urfa que un hombre rico de allí posee una piedra tan fina que se puede ver a su través. La coloca en las ventanas de su casa para impedir que la lluvia entre.Por lo que me ha dicho el viajero, es amarilla y le permitieron mirar a través de ella de modo que el mundo exterior le pareció extraño y diferente de lo que es en realidad. ¿Tú que piensas, Tarkad? ¿Crees que un hombre puede ver el mundo de un color diferente del que tiene en realidad?
No sabría decirlo -respondió el joven mucho más interesado por la pierna de cabra que estaba delante de Dabasir.
-Pues yo sé que es cierto, ya que he visto con mis propios ojos el mundo de un color diferente del que en realidad tiene, y la historia que te contaré relata cómo llegué a volverlo a ver de nuevo de su verdadero color.
-Dabasir va a contar una historia -murmuró alguien de una mesa vecina a su compañero, y acercó su alfombra hacia ellos, los demás comen sales cogieron su comida y se agruparon en un semicírculo. Comían ruidosamente al oído de Tarkad, lo tocaban con los huesos de la carne, él era el único que no tenía comida. Dabasir no le propuso que compartiera con él la pierna de cabra ni le ofreció el trozo de pan duro que se había caído al suelo.
-La historia que te voy a contar -empezó Dabasir,haciendo una pausa para poder llevarse a la boca un buen trozo de carne- relata mi juventud y cómo llegué a ser tratante de camellos. ¿Alguno de vosotros sabe que yo fui en un tiempo esclavo en Asiría?
Un murmullo de sorpresa recorrió el auditorio yDabasir lo escuchó con satisfacción.
-Cuando era joven continuó Dabasir después de otrogoloso ataque a la pierna de cabra-, aprendí el oficio de mi padre, la fabricación de sillas de montar. Trabajé con él en la tienda hasta que me casé.Como era joven e inexperto, ganaba poco, justo lo necesario para cubrir modestamente las necesidades de mi excelente esposa. Estaba ansioso de obtener buenas cosas que no me podía permitir. Rápidamente me di cuenta de que los propietarios de las tiendas me daban crédito aunque no pudiera pagarles a tiempo.
»Joven e inexperto, yo no sabía que el que gasta más de lo que gana siembra los vientos de la inútil indulgencia y cosecha tempestad es de problemas y humillaciones. De este modo sucumbí a los caprichos y, sin tener el dinero necesario, me compré bellas ropas y objetos de lujo para mi esposa y para nuestra casa.
»Fui pagando como pude, y durante un cierto tiempo todo fue bien. Pero un día descubrí que con lo que ganaba no tenía suficiente para pagar mis deudas y vivir. Mis acreedores me empezaron a perseguir para que pagara mis extravagantes compras y mi vida se volvió miserable. Pedía prestado a mis amigos, pero tampoco se lo podía devolver; las cosas iban de mal en peor.Mi mujer volvió con su padre y yo decidí irme de Babilonia a otra ciudad donde un joven pudiera tener más oportunidades.
»Durante dos años conocí una vida agitada y sin éxitos, siempre viajando con las caravanas de los mercaderes. Después pasé aun grupo de simpáticos ladrones que recorrían el desierto en busca de caravanas no armadas. Tales acciones no eran dignas del hijo de mi padre pero veía el mundo a través de una piedra coloreada y no me daba cuenta de hasta qué punto me había degradado.
»Tuvimos éxito en nuestro primer viaje al capturar un rico cargamento de oro, seda y mercancías de gran valor. Llevamos este botín a Ginir y allí lo derrochamos.
»La segunda vez no tuvimos tanta suerte, después de haber efectuado el robo, fuimos atacados por lo guerreros de un jefe indígena al que pagaban las caravanas para que las protegiera. Mataron a nuestros dos jefes y los que quedamos fuimos llevados a Damasco, despojados de nuestras ropas y vendidos como esclavos.
»Yo fui comprado por dos monedas de plata por un jefedel desierto sirio, con los cabellos rapados y vestido solamente con algunos trozos de tela, no era diferente de los otros esclavos. Como yo era un joven despreocupado, pensaba que aquello no era más que una aventura hasta que mi amome llevó ante sus cuatro mujeres y me dijo que me tendrían como eunuco.
»Entonces entendí de verdad mi situación. Esos hombres del desierto eran salvajes y guerreros, yo estaba sujeto a su voluntad,desprovisto de armas y sin esperanza de escapar.
»Estaba de pie, espantado por las cuatro mujeres que me examinaban. Me preguntaba si podría esperar alguna compasión de su parte.Sira, la primera mujer, era más vieja que las otras y me miraba impasible. Me aparté de ella sin esperar nada de su parte; la siguiente, de una belleza despreciativa, me miraba con tanta indiferencia como si fuera un gusano en la tierra. Las dos más jóvenes reían como si aquello fuese una broma divertida.
»El tiempo que esperé su veredicto me pareció un siglo, cada una parecía dejar la decisión final a las demás. Finalmente, Sira habló con una voz gélida.
»Tenemos muchos eunucos, pero sólo unos pocos guardianes de camellos, y además no sirven para nada, hoy mismo he de ir a vera mi madre enferma y no tengo ningún esclavo en el que pueda confiar para quese ocupe de mi camello. Pregunta a este esclavo si sabe conducir uno.
»Entonces mi amo me preguntó: "¿Qué sabes decamellos?" "Luchando por esconder mi entusiasmo, respondí: "Sé hacer que se arrodillen, los sé cargar, y los sé conducir durante largos viajes sin cansarme. Y si es necesario, puedo reparar sus arneses."
»"El esclavo sabe bastante, observó mi amo. Si ese es tu deseo, Sira, haz de este hombre tu camellero."
»Así fui dado a Sira y ese mismo día la conduje tras un largo viaje en camello al lado de su madre enferma. Aproveché la ocasión para agradecerle su intervención y para decirle que no era esclavo denacimiento sino hijo de un hombre libre, un honorable fabricante de sillas de Babilonia. También le conté mi historia. Sus comentarios me desconcertaron, y más tarde reflexioné largamente sobre lo que me había dicho.
»"¿Como puedes llamarte a ti mismo hombre libre,me dijo, cuando tu debilidad te ha llevado a esta situación? Si un hombre tiene alma de esclavo, ¿no se convertirá en uno, sin importar su cuna, del mismo modo que el agua busca su nivel? Y si alguien tiene alma de hombre libre, ¿no se hará respetar y honrar en su ciudad aunque no lo haya acompañado la suerte?"
»Durante un año fui esclavo y viví con esclavos, pero no podía convertirme en uno de ellos. Un día Sira me preguntó: « ¿Por qué te quedas solo en tu tienda por la noche, cuando los otros esclavos se juntan en agradable compañía?»
»A ello respondí: "Pensé en lo que me dijisteis.Me pregunté si tenía alma de esclavo. No puedo unirme a ellos, por eso me mantengo al margen."
»"Yo también me mantengo al margen, me confió. Yo tenía una gran dote, por eso mi señor se casó conmigo. Pero no me desea y lo que toda mujer desea más ardientemente es ser deseada. Por eso, y como soy estéril y no tengo hijos, me he de mantener al margen. Si yo fuera un hombre preferiría la muerte antes de ser esclavo, pero las leyes de nuestra tribu hacen de las mujeres esclavas."
»"¿Qué pensáis de mí ahora, que tengo alma de hombre libre o de esclavo?", le pregunté repentinamente.
»"¿Quieres devolver las deudas que contrajiste en Babilonia?, me preguntó ella.
»"Sí que lo quiero, pero no veo cómo podría hacerlo."
»"Si dejas que los años pasen sin preocuparte y sin hacer esfuerzo alguno para devolver ese dinero, entonces tienes alma de esclavo. No puede ser de otro modo si un hombre no se respeta a sí mismo; nadie se puede respetar si no paga las deudas que ha contraído."
»"¿Pero que puedo hacer si soy esclavo en Siria?"
»"Sé esclavo en Siria ya que eres un ser débil."
»"No soy un ser débil", repliqué.
»"Entonces, pruébalo"
»"¿Cómo?"
»"¿Acaso tu rey no combate a sus enemigos con todas las fuerzas que tiene y de todas las maneras que puede? Tus deudas son tus enemigos, te hicieron huir de Babilonia. Dejaste que se acumularan y se hicieron demasiado grandes para ti. Si las hubieras combatido como un hombre,las habrías vencido y hubieras sido una persona honrada por las gentes de tu ciudad. Pero no tuviste valor para hacerlo y mírate: tu orgullo te ha abandonado y has ido de desgracia en desgracia hasta que has llegado a ser esclavo en Siria."
»Pensé mucho en estas desagradables acusaciones y concebí diversas teorías exculpatorias para probarme que en mi fuero interno no era un esclavo, pero no tuve oportunidad de utilizarlas. Tres días más tarde,las sirvienta de Sira me vino a buscar para conducirme ante mi ama.
»"Mi madre vuelve a estar muy enferma, dijo. Uncelos dos mejores camellos de mi marido, átales odres llenas de agua y carga las alforjas para un largo viaje. La criada te dará la comida en la tienda decocina." Cargué los camellos preguntándome la razón de tanta comida que me daba la criada, pues la casa de la madre de mi ama estaba a menos de una jornada de viaje. La sirvienta montó en el segundo camello y yo conduje el de Sira. Cuando llegamos a la casa de su madre, empezaba a hacerse de noche. Sira despidió a la criada y me dijo: "Dabasir, ¿tienes alma de hombre libre o de esclavo?"
»"Alma de hombre libre", respondí.
»"Ahora tienes la oportunidad de probarlo. Tu amo ha bebido mucho y sus hombres están embotados. Coge los camellos y huye. En esesaco tienes vestidos de tu amo para disfrazarte. Yo diré que has robado los camellos y que has huido mientras visitaba a mi madre enferma."
»"Tenéis alma de reina, le dije, me gustaría poder haceros feliz."
»"No espera la felicidad a la mujer que huye de su marido para buscarla en tierras lejanas entre extranjeros. Toma tu propio camino y que te protejan los dioses del desierto, pues la ruta es larga, sin comida ni agua!
»No tuve necesidad de que me lo dijeran dos veces; selo agradecí calurosamente y me fui en medio de la noche. No conocía aquel extraño país y sólo tenía una pequeña idea de la dirección que había de seguir para llegar a Babilonia, pero me adentré valientemente en el desierto hacia las colinas. Iba montado en un camello y aviaba al otro. Viajé durante toda la noche y el día siguiente lleno de ansiedad, conocedor de la suerte reservada a los esclavos que roban la propiedad de sus amos e intentan escapar.
»Hacia el final de la tarde llegué a un país árido,tan inhabitable como el desierto. Las agudas piedras herían las patas de mis fieles camellos que lentamente y con gran esfuerzo elegían la ruta. No encontré hombre ni bestia y pude comprender con facilidad por qué evitaban aquella tierra inhóspita.
»A partir de entonces, el viaje fue como pocos hombres pueden contar haber tenido. Día tras día, avanzamos lentamente.
»Ya no teníamos agua ni comida. El calor del sol era despiadado. Al final del noveno día, resbalé de mi montura con el sentimiento de que era demasiado débil para volver a montar y que con toda seguridad moriría en aquel país deshabitado.
»Me tendí en el suelo y dormí. Sólo me desperté con las primeras luces del alba.
»Me senté y miré a mi alrededor, había un nuevo frescor en el aire de la mañana, mis camellos estaban tumbados cerca de allí,ante mí se extendía un vasto país cubierto de rocas y arena. Nada indicaba que hubiera algo que pudieran beber o comer un hombre o un camello.
-¿Debería enfrentarme con mi fin en aquella tranquila paz? Mi mente estaba más clara de lo que lo había estado nunca. Mi cuerpo parecía no tener ya importancia. Con los labios resecos y sangrantes, la lengua áspera e inflada, el estómago vacío, ya no sentía el molesto dolor del día antes.
»Medía la inmensidad descorazonadora del desierto y una vez más me pregunté: «¿tengo alma de hombre libre o de esclavo?» Y entonces, con la rapidez del rayo comprendí que si tenía alma de esclavo me tumbaría en la arena y moriría, un final digno de un esclavo fugitivo.
»Pero que si tenía alma de hombre libre, ¿qué sucedería? Debería encontrar el camino hacia Babilonia, devolver el dinero a los que habían confiado en mí, hacer feliz a mi mujer, que me amaba de verdad y llevar la paz y la satisfacción a mis padres.
»Tus deudas son tus enemigos y te han hecho huir deBabilonia, había dicho Sira. Sí, era cierto, ¿por qué no me había mantenido firme como un hombre? ¿Por qué había permitido que mi mujer volviera con supadre?
»Entonces algo extraño ocurrió. El mundo entero me pareció ser de un color diferente, como si hasta ese momento lo hubiera visto através de una piedra coloreada que de repente hubiera desparecido. Por fin comprendí cuáles eran los verdaderos valores de la vida.
»¡Morir en el desierto! ¡Jamás! Gracias a una nueva visiónse me aparecieron todas las cosas que tenía que hacer. Primero, volvería a Babilonia y daría la cara ante todos con los que había contraído deudas. Les diría que tras años de errar y de desgracias, había vuelto para pagar mis deudas tan rápido como me lo permitieran los dioses. Después construiría un hogar para mi mujer y me convertiría en un ciudadano del que mis padres estarían orgullosos.
»Mis deudas son mis enemigos, pero los hombres que me han prestado dinero son mis amigos, pues han tenido confianza y han creído en mí.
»Me tambaleaba sobre mis piernas debilitadas. ¿Qué significaba el hambre? ¿Qué significaba la sed? Sólo eran obstáculos en el camino de Babilonia. Surgía en mí el alma de un hombre nuevo que iba aconquistar a sus enemigos y a recompensar a sus amigos. Me estremecí ante laidea del gran proyecto.
»Los vidriosos ojos de los camellos se iluminaron denuevo al oír mi voz ronca. Se levantaron con gran esfuerzo, después de varios intentos. Con una conmovedora perseverancia se dirigieron hacia el Norte, donde algo me decía que encontraríamos Babilonia.
»Encontramos agua, atravesamos un país fértil donde crecían la hierba y los frutales. Encontramos el camino de Babilonia porque el alma de un hombre libre mira la vida como una serie de problemas que resolver,y los resuelve, mientras que el alma de un esclavo gimotea: ¿Qué puedo hacer yo, que sólo soy un esclavo?
»¿Y a ti, Tarkad? ¿El estómago vacío hace que tu mente sea más clara? ¿Ya has tomado el camino que lleva hacia el respeto a ti mismo?¿Ves el mundo de su verdadero color? ¿Deseas pagar tus deudas justas, sean las que sean, y convertirte en un hombre respetado en Babilonia?
Las lágrimas acudieron a los ojos del joven, que se arrodilló rápidamente.
-Me has mostrado el camino -dijo-; ahora sé cómo encontrar en mi interior el alma del hombre libre.
-¿Pero qué pasó cuando regresaste? preguntó un oyente interesado.
-Cuando se está determinado, se encuentran los medios-respondió Dabasir-.Yo estaba determinado, por eso me puse en camino para encontrar los medios. Primero visité a todos los hombres con los que tenía una deuda y les supliqué que fueran indulgentes hasta que pudiera ganar el dinero con el que les pagaría. La mayoría me acogieron con alegría, algunos me insultaron, pero otros me ofrecieron su ayuda. Uno de ellos me dio justamente la ayuda que necesitaba, era Maton, el prestamista de oro. Al saber que había sido camellero en Siria, me envió a ver al viejo Nebatur, el tratante de camellos al que nuestro buen rey había encargado que comprara varias manadas de camellos para una gran expedición. Con él puse en práctica mis conocimientos sobre camellos y poco a poco pude ir devolviendo cada moneda de cobre o plata. De manera que al final pude caminar con la cabeza bien alta y sentir que era un hombre honorable entre los hombres.
-Dabasir se inclinó de nuevo sobre su comida. -¡Eh,Kausbor, caracol! -gritó lo bastante fuerte para que le oyeran en la cocina-,la comida está fría. Tráeme más carne recién asada. Dale también un buen trozo a Tarkad, el hijo de mi viejo amigo, que tiene hambre y que comerá conmigo.
Así se acabó la historia de Dabasir, el tratante de camellos de la antigua Babilonia. Encontró su camino cuando entendió una gran verdad que ya habían descubierto y aplicado hombres sabios desde mucho antes deesa época.
Esta verdad había ayudado a muchos hombres a superar las dificultades y a llegar al éxito, y seguiría haciéndolo a todos los que comprendieran su fuerza mágica. Cualquiera que lea estas líneas la poseerá.
Cuando se está determinado, se encuentran los medios
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Capitulo 9: Las tablillas de barro de Babilonia
St. Swithin's College //
21 de octubre de 1934
Sr. Profesor FranklinCaldwell // Expedición Científica Británica // Hillah, Mesopotamia
Querido profesor:
Las cinco tablillas de barro que desenterró durante sus recientes excavaciones en la ruinas de Babilonia han llegado en el mismo barco que su carta. Me han fascinado y he pasado numerosas y agradables horas traduciendo sus inscripciones. Tendría que haber contestado su carta con más celeridad pero he esperado hasta haber completado las transcripciones adjuntas.
Las tablillas han llegado a su destino sin daño gracias al excelente embalaje y al uso juicioso de sistemas de conservación.
Quedará tan asombrado de la historia que relatan como nosotros, los del laboratorio. Uno espera que un pasado tan lejano y oscuro esté lleno de romance y aventura, ya sabe, algo así como «Las mil y una noches». Y luego se da cuenta de que los problemas del mundo antiguo, de hace cinco mil años, no son tan diferentes de los de ahora, como se puede constatar con la lectura de estos textos que cuentan las dificultades que encontró para pagar sus deudas un personaje llamado Dabasir.
¿Sabe? Es curioso, pero, como dicen mis estudiantes,estas viejas inscripciones me cogen en fuera de juego. Como profesor de universidad, se supone que soy una persona que piensa y que tiene conocimientos sobre la mayoría de los temas. Y ahora llega un individuo salido de las polvorientas ruinas de Babilonia que nos da un método del que nunca había oído hablar para pagar las deudas al tiempo que consigues más dinero para tu cartera.
Debo decir que esta es una idea que me gusta, y sería interesante probar si funciona igual de bien en nuestros días que en la antigua Babilonia. Mi mujer y yo proyectamos aplicarla a las cuestiones económicas que,en nuestro caso, necesitan evidentes mejoras.
Le deseo la mejor de las suertes en su valerosa empresa y espero con impaciencia una nueva ocasión de ayudarlo.
Suyo afectísimo
Alfred H. Shrewsbury
Departamento de Arqueología
Tablilla N° 1
Esta noche de luna llena, yo, Dabasir, que acabo de salir de la esclavitud en Siria, decidido a pagar todas mis deudas y convertirme en un hombre rico y digno del respeto en mi ciudad natal de Babilonia, grabo en barro este informe permanente de mis negocios para que me guíe y me ayude acumplir mis mayores deseos.
Siguiendo el consejo de mi sabio amigo Maton, el prestamista de oro, me he decidido a seguir el plan preciso que, por lo visto,permite a los hombres honorables liberarse de sus deudas y vivir en la riqueza y en el respeto a sí mismos.
Este plan incluye tres objetivos que son mi esperanza y mi deseo.
Primero, el plan me permitirá gozar de una cierta prosperidad.
Así, apartaré la décima parte de lo que gane y será unbien que conservaré. Maton habla sabiamente cuando dice:
«El hombre que guarda en su bolsa el oro que no necesita gastar, es bueno para con su familia y leal a su rey.»
«El hombre que sólo tiene unas cuantas monedas de cobre en su bolsa es insensible respecto a su familia y a su rey. »
«Pero el hombre que no tiene nada en sus bolsa escruel con su familia y desleal a su rey, pues su corazón es amargo.»
El hombre que desea triunfar debe tener en su bolsa dinero para poderlo hacer tintinear; y en su corazón amor para su familia y lealtad para con su rey.
En segundo lugar el plan prevé que cubra mis necesidades y las de mi mujer, que ha vuelto lealmente conmigo de casa de su padre. Ya que Maton dice que quien cuida de fiel esposa tiene el corazón lleno de respeto a sí mismo y gana fuerza y determinación para sus proyectos.
De manera que usaré siete décimos de lo que gane en comprar un casa, ropas, comida, y una suma que dedicaremos a otros gastos para que nuestras vidas no estén exentas de placeres y satisfacciones. Pero Maton me ha recomendado que cuide de no gastar en estos honorables conceptos más que los siete décimos de lo que gano. El éxito del plan reposa en esta recomendación;hemos de vivir con esa porción y nunca tomar o comprar más de lo que podamos pagar con ella.
Tablilla N° 2
En tercer lugar el plan prevé que pague mis deudas conlo que gane.
Cada luna, las dos décimas partes de mis ganancias serán divididas justa y honorablemente entre todos los que, habiendo confiado en mí, me han dejado dinero y llegará el momento en que todas mis deudas serán liquidadas.
Para dar fe de ello, grabo aquí el nombre de todos los hombres con los que estoy en deuda y la cantidad justa de lo que les debo.
Farra el tejedor, 2 monedas de plata, 6 de cobre.
Sinjar el fabricante de colchones, 1 moneda de plata.
Ahmar, mi amigo, 4 monedas de plata, 7 de cobre.
Akamir, mi amigo, 1 moneda de plata, 3 de cobre.
Diebeker, amigo de mi padre, 4 monedas de plata, 1 decobre.
Alkahad, el dueño de la casa, 14 monedas de plata.
Maton el prestamista de oro, 9 monedas de plata.
Birejik el agricultor, 1 moneda de plata, 7 de cobre.
(A partir de aquí la placaestá gastada, el texto es indescifrable)
Tablilla N° 3
Debo a todos estos acreedores la suma de diecinueve monedas de plata y ciento cuarenta y una de cobre. Como debía estas sumas y no veía manera alguna de pagarlas, en mi locura, permití que mi mujer volviera a la casa de su padre y abandoné mi ciudad natal buscando en otro lugar un bienestar fácil, para sólo encontrar el desastre y ser vendido vergonzosamente como esclavo.
Ahora que Maton me ha enseñado cómo puedo ir devolviendo mis deudas en pequeñas cantidades que tomaré de lo que gane,comprendo hasta qué punto estaba loco cuando escapé de las consecuencias de mi extravagancia.
He visitado a mis acreedores y les he explicado que no tenía recursos para pagarles salvo mi capacidad de trabajar, y que tenía la intención de dedicar dos décimas partes de lo que ganara para liquidar mis deudas de modo justo y honorable. Que no podía pagar más que eso y que si eran pacientes, llegaría un día en que habría cumplido enteramente las obligaciones contraídas.
Ahmar, a quien creía mi mejor amigo, me-insultó duramente y me fui de su casa humillado;
Bijerik el agricultor pidió ser el primero en cobrar, pues tenía gran necesidad de ayuda.
Alkahad, el propietario de la casa, me advirtió de que si no arreglaba mi cuenta bien pronto, me causaría problemas.
Todos los demás aceptaron gustosos mi proposición ya hora estoy más decidido que nunca a pagar mis justas deudas, pues me he convencido de que es más fácil pagarlas que evitarlas.
Trataré con imparcialidad a todos mis acreedores aunque no pueda satisfacer las necesidades y demandas de algunos de ellos.
Tablilla N° 4
Vuelve a ser luna llena. He trabajado duro y con lamente liberada. Mi buena esposa me ha apoyado en el proyecto de pagar a mis acreedores. Gracias a nuestra sabia determinación, durante la pasada luna he ganado la suma de diecinueve monedas de plata comprando unos robustos camellos para Nebatur.
Las he repartido según el plan, he guardado una décima parte para ahorrarla, he compartido siete décimos con mi buena esposa para nuestras necesidades y las dos décimas partes restantes las he dividido entre mis acreedores de manera tan ecuánime como he podido en monedas de cobre.
No he visto a Ahmar, pero he dado las monedas de cobrea su mujer. Bijerik ha estado tan contento que me habría besado la mano. Tansólo el viejo Alkahad ha gruñido y me ha dicho que le debía pagar más rápido, alo que he replicado que sólo podría pagarle si estaba bien alimentado y tranquilo. Todos los demás me han dado las gracias y han alabado mis esfuerzos.
De este modo, mi deuda se ha reducido en cuatro monedas de plata en una luna, y ahora poseo casi dos monedas más, que nadie puede reclamarme. Me siento más ligero de lo que lo había estado en mucho tiempo.
La luna llena brilla una vez más, he trabajado duro pero con escasos resultados. Sólo he podido comprar unos pocos camellos y he ganado once monedas de plata. Sin embargo, mi mujer y yo nos hemos atenido al plan, aunque no nos hayamos comprado nuevos vestidos y sólo hayamos comido un poco de sémola. He vuelto a guardar la décima parte y hemos vivido con las siete décimas. Me he sorprendido cuando Ahmar ha alabado mi pago aunque era pequeño, lo mismo que Birejik. Alkahad se ha enfadado, pero cuando le he dicho que me devolviera su parte si no la quería, la ha aceptado. Los otros han estado contentos, como anteriormente.
Vuelve a brillar la luna llena y mi alegría es grande.Descubrí una buena manada de camellos y compré algunos robustos, mis ganancias han sido de cuarenta y dos monedas de plata. Esta luna, mi mujer y yo nos hemos comprado sandalias y ropas que necesitábamos ya hace tiempo. También hemos comido carne y aves.
Hemos pagado más de ocho monedas de plata a nuestros acreedores, ni Alkahad ha protestado.
El plan es formidable, nos libera de las deudas y nos permite crear un tesoro que es sólo nuestro.
Ya hace tres lunas que empecé a grabar esta tablilla;cada una de ellas me he quedado con una décima parte de lo que había ganado;cada una, mi buena esposa y yo hemos vivido con las siete décimas partes, incluso cuando resultaba difícil; cada una, he pagado a mis acreedores las dosdécimas partes.
Ahora guardo en mi bolsa veintiuna moneda de plata que son mías. Eso me permite andar con la cabeza alta y caminar con orgullo junto a mis amigos.
Mi mujer puede cuidar bien de la casa y va bien vestida. Somos felices de vivir juntos.
Este plan tiene un inmenso valor. ¿ No ha hecho de un antiguo esclavo un hombre honorable?
Tablilla N° 5
Brilla de nuevo la luna llena y recuerdo que ya hace mucho tiempo que grabé mi primera tablilla. Ya hace doce lunas. Pero no por eso desatenderé el informe, ya que hoy mismo he pagado mi última deuda. Hoy es el día que mi buena esposa y yo festejamos el triunfo que nos ha proporcionado nuestra determinación.
Durante mi última visita a mis acreedores ocurrieron algunas cosas de las que me acordaré durante mucho tiempo. Ahmar me suplicó que perdonara su feas palabras y me dijo que, entre todas, deseaba especialmente mi amistad.
Al final el viejo Alkahad no es tan malo pues me dijo:«Antes eras como un trozo de barro blando que podía ser apretado y moldeado por cualquier mano, pero ahora eres como una moneda de cobre que se puede sostener sobre su canto. Si necesitas plata o oro, ven a verme en cualquier momento.»
No es el único que me respeta, muchos otros me hablan con deferencia. Mi buena mujer me mira con aquel brillo en los ojos que hace que un hombre se sienta confiado.
Pero ha sido el plan el que me ha dado el éxito, me ha hecho capaz de devolver el dinero de mis deudas y ha hecho tintinear el oro yla plata en mi bolsa. Lo recomiendo a los que quieran prosperar. Pues, si ha conseguido que un esclavo pagara sus deudas, ¿no ayudará a un hombre a encontrar su libertad? Y yo no lo he abandonado pues estoy convencido de que,si lo sigo, me hará un hombre rico entre los hombres.
St. Swithin's College //
7 de noviembre de 1936
Sr. Profesor FranklinCaldwell // Expedición Científica Británica // Hillah, Mesopotamia
Querido profesor:
Si en el transcurso de sus próximas excavaciones en laruinas de Babilonia encuentra el fantasma de un viejo ciudadano, un tratante de camellos llamado Dabasir, hágame un favor: dígale que aquellos galimatías que escribió en unas tablillas de barro hace ya mucho tiempo le han valido la gratitud eterna de ciertas personas de una facultad de Inglaterra.
Seguramente de acordará Vd. de mi carta de hace un año en la que le decía que mi mujer y yo teníamos la intención de seguir su plan para liberarnos de nuestras deudas y, al mismo tiempo, tener algo de dinero en nuestros bolsillos. Habrá adivinado que estas deudas nos avergonzaban desesperadamente -por mucho que las intentáramos esconder a nuestros amigos.
Desde hacía años estábamos terriblemente humillados por ciertas deudas e intranquilos hasta la enfermedad por miedo de que algún comerciante desatara un escándalo que nos habría obligado a dejar la facultad con toda seguridad. Gastábamos cada chelín de nuestros ingresos, que era apenas suficiente para mantenernos a flote. Nos veíamos obligados a ir a comprar allí donde nos dieran crédito, sin importarnos si los precios eran más elevados.
La situación fue empeorando en un círculo vicioso que se agravó en vez de mejorar. Nuestros esfuerzos se hicieron desesperados, no podíamos mudarnos a un sitio más barato porque aún debíamos alquileres al propietario. Parecía que no podríamos hacer nada para mejorar nuestra situación.
Entonces apareció su nuevo amigo, el viejo tratante de camellos de Babilonia, con un plan capaz de realizar justo lo que nosotros deseábamos cumplir. Nos animó amablemente a seguir su sistema. Hicimos una lista de todas las deudas que teníamos, y yo se la mostré a todos nuestros acreedores.
Les expliqué que, tal como iban las cosa, era imposible que les pagara. Ellos mismos podían constatarlo mirando los números.Entonces les dije que la única manera que yo veía de poderles pagar todo era apartando el veinte por ciento de mis ingresos mensuales, dividiéndolo equitativamente entre ellos y de este modo devolverles lo que les debía en algo más de dos años. Durante este intervalo haríamos todas nuestras compras al contado.
Todos fueron verdaderamente correctos; nuestro tendero, un viejo razonable, aceptó esta manera de que le paguemos la deuda.«Si pagan al contado todo lo que compran y van pagando lo que deben poco a poco, es mejor que si no me pagan nada.» Pues no le habíamos pagado desde hacía tres años.
Finalmente guardé en lugar seguro una lista con sus nombres y una carta en la que, de mutuo acuerdo, les pedía que no nos importunaran mientras fuéramos desembolsando el veinte por ciento de nuestros ingresos. Comenzamos a trazar planes para idear cómo vivir con el setenta porciento de lo que ganábamos. Y estábamos decididos a ahorrar el diez por ciento restante para hacerlo tintinear en nuestros bolsas; la idea de la plata, y posiblemente la del oro, eran de las más seductoras.
Este cambio en nuestra vida fue toda una aventura,aprendimos a disfrutar calculando y evaluando cómo vivir cómodamente con el setenta por ciento que nos quedaba. Empezamos por el alquiler y nos arreglamos para obtener una buena reducción. Después examinamos nuestras marcas favoritas de té y otros productos y quedamos agradablemente sorprendidos al ver que podíamos encontrar mejor calidad a más bajo precio.
Es demasiado largo para contarlo por carta pero, de todos modos, no ha resultado ser tan difícil. Nos acomodamos a esta nueva situación con el mejor de los humores. ¡Qué alivio fue comprobar que nuestros asuntos económicos ya no se encontraban en un estado que nos hiciera sufrir por las viejas cuentas impagadas!
No obstante, no olvidaré hablarle del diez por ciento que estábamos obligados a hacer sonar en nuestras bolsas. Pues bien, sólo lo hicimos sonar durante un cierto tiempo, no demasiado. ¿Sabe? Esa es la parte divertida, es fantástico comenzar a acumular dinero que uno no quiere gastar,se siente más placer gestionando una cantidad así que gastándola.
Después de haberla hecho sonar para nuestro solaz le encontramos una utilidad más provechosa: elegimos un plan de inversiones que podíamos pagar con este diez por ciento todos los meses. Esta decisión se ha manifestado como la más satisfactoria de nuestra regeneración y es la primera cosa que pagamos con mi nómina.
Saber que nuestros ahorros crecen sin cesar es un sentimiento de lo más satisfactorio. De aquí hasta que se acabe mi carrera académica, estos ahorros deberán constituir una suma suficiente para que susrentas nos basten a partir de ese momento.
Y todo con el mismo salario: Difícil de creer pero cierto, pagamos nuestras deudas gradualmente al mismo tiempo que nuestros ahorros aumentan. Además, ahora nos arreglamos mejor que antes en el campo económico. ¿Quién habría dicho que había tanta diferencia entre seguir un plan y dejarse llevar?
A finales de el año que viene, cuando hayamos pagado todas nuestras facturas, podremos invertir más y ahorrar para poder viajar.Estamos decididos a que nuestros gastos corrientes no superen el setenta porciento de nuestros ingresos.
Ahora puede Vd. entender por qué nos gustaría expresar nuestro agradecimiento personal a ese individuo cuyo plan nos ha salvado de ese«infierno en la tierra». El lo conocía, había pasado por todo eso, quería que otros sacaran provecho de sus amargas experiencias. Por ello pasó fastidiosas horas grabando su mensaje en la arcilla.
Tenía un mensaje auténtico para dar a sus compañeros de sufrimientos, un mensaje tan importante que, al cabo de cinco mil años, ha salido de las ruinas de Babilonia tan vivo y verdadero como el día en que fue enterrado.
Suyo afectísimo
Alfred H. Shrewsbury
Departamento de Arqueología
Capitulo: 10 El babilonio más favorecido por la suerte
Sharru Nada, el príncipe mercader de Babilonia, avanzabaorgulloso a la cabeza de su caravana. Le gustaban los tejidos finos y llevabaropas caras y favorecedoras. Le gustaban los animales de raza y montaba conagilidad en su semental árabe. Era difícil adivinar su avanzada edad almirarlo. Ciertamente nadie habría podido sospechar que estaba atormentadointeriormente.
El viaje a Damasco había sido largo y las dificultadesnumerosas. No le preocupaba, las tribus árabes eran feroces y estaban ávidas desaquear sus ricas caravanas, pero no. tenía miedo porque sus numerosas tropasde guardia le aseguraban una buena protección.
Estaba trastornado por la presencia de aquel joven asu lado que traía de Damasco. Era Hadan Gala, el nieto de su socio de hacíaaños, Arad Gula, a quien debía una eterna gratitud. Quería hacer alguna cosapor su nieto pero cuanto más pensaba en ello, más difícil le parecía,justamente a causa del joven.
-Cree que las joyas son adecuadas para los hombrespensó mirando los anillos y pendientes del joven-, y sin embargo tiene elrostro enérgico de su abuelo. Pero él no llevaba ropas de colores tanllamativos. Lo he invitado a venir conmigo esperando poderle ayudar a hacerseuna fortuna y a huir del derroche con que su padre ha gastado su herencia.
Hadan Gula puso fin a sus reflexiones.
-¿Para qué trabajáis tan duramente, siempre de un ladoa otro con vuestra caravana haciendo largos viajes? ¿Nunca os tomáis un tiempopara gozar de la vida?
-¿Gozar de la vida? -repitió sonriendo Sharru Nada-¿Qué harías tú para gozar de la vida si fueras Sharru Nada?
-Si tuviera una fortuna como la vuestra viviría comoun príncipe. Nunca atravesaría el desierto, gastaría los shekeles tan rápidocomo cayeran a mi bolsa, llevaría las ropas más caras y las joyas más raras.Esa sería una vida de mi agrado, un vida que merecería la pena de ser vivida-los dos hombres rieron.
-Tu abuelo no llevaba joyas -Sharru Nada había habladosin pensar, luego continuó en tono de broma-. ¿Y no dejarías un tiempo paratrabajar?
-Eltrabajo está hecho para los esclavos -respondió Hadan Gula. Sharru Nada semordió los labios pero no respondió, condujo en silencio hasta que el caminolos llevó hasta una cuesta. Allí frenó su montura y señaló hacia el lejanovalle verde.
-Mira el valle, mira más lejos y podrás ver lasmurallas de Babilonia. La torre es el templo de Bel. Si tu vista es aguda,podrás incluso ver el humo del fuego eterno en lo más alto.
Así, ¿aquello es Babilonia? Siempre he deseadoardientemente ver la ciudad más rica del mundo --comento Hadan Gula-. Allídonde mi abuelo empezó a levantar su fortuna. Si todavía estuviera vivo, noestaríamos ahora dolorosamente oprimidos.
-¿Por qué deseas que su espíritu permanezca en latierra más allá del tiempo que le correspondía? Tú y tu padre podéis culminarsu trabajo.
-Desgraciadamente ninguno de los dos tenemos susdones. Mi padre y yo no conocemos el secreto para atraer los shekeles de oro.
Sharru Nada no respondió pero aflojó las bridas de sumontura y bajó, pensativo, por el sendero que llevaba al valle. La caravana losseguía envuelta en una nube roja de polvo. Más tarde llegaron al camino real ytomando rumbo hacia el sur, atravesaron tierras irrigadas.
Tres viejos que trabajaban en un campo llamaron laatención de Sharru Nada. Le parecían extrañamente familiares, ¡qué ridículo! Nose pasa cuarenta años más tarde por un campo y se encuentran los mismoslabradores. Sin embargo, algo le decía que eran los mismos. Uno de ellossostenía débilmente el arado, los otros dos, al lado de los bueyes seesforzaban, pegándoles en vano para que continuaran avanzando.
Cuarenta años antes él había envidiado a esos hombres,¡qué gustoso habría cambiado con ellos de lugar! Pero qué diferencia, ahora. Sevolvió para mirar su caravana con orgullo, sus camellos y asnos bien elegidos ypesadamente cargados de mercancías valiosas-provenientes de Damasco, todosaquellos bienes menos uno le pertenecían.
Señaló a los labradores diciendo.
-Aran el mismo campo desde hace cuarenta años.
-Se deben parecer. ¿Qué os hace pensar que son losmismos?
-Ya los había visto aquí -respondió Sharru Nada.
Los recuerdos recorrieron rápidamente su pensamiento.¿Por qué no podía vivir en el presente y enterrar el pasado? Vio entonces, comoen una imagen, la cara sonriente de Arad Gula. La barrera entre él y aqueljoven cínico que estaba a su lado cayó.
Pero ¿cómo podía ayudar a un joven soberbio con ideasde lujo y las manos cubiertas de joyas? Podía ofrecer trabajo en abundancia ahombres dispuestos a trabajar pero nada a los que consideraban que el trabajoera indigno de ellos. Pero debía a Arad Gula algo más concreto que unatentativa a medias. Arad Gula y él nunca habían hecho las cosas de esta manera,estaban hechos de otra madera.
Se le ocurrió un plan de manera repentina. No seríafácil. Debía considerar a su familia y su propio estatus. Sería cruel, haríadaño. Pero como era un hombre de decisiones rápidas, abandonó sus objeciones yse determinó a actuar.
-¿Te gustaría saber cómo tu abuelo y yo formamos unasociedad que se revelaría tan ventajosa?
-¿Por qué no me cuentas sólo cómo conseguiste losshekeles de oro? Eso es lo único que necesito saber --replicó el joven.
-Comencemos por los hombres que están arando -continuóSharru Nada ignorando su respuesta-. Yo no era más viejo que tú. Cuando la columnade hombres de la que yo formaba parte se acercaba a ellos, Megido el agricultorse burló de la manera en que labraban. Megido estaba encadenado a mi lado. Miraa esos tipos perezosos, protestó. El que aguanta el arado no hace fuerza paralabrar profundamente, los otros no vigilan que los bueyes no salgan del surco,¿cómo pueden esperar tener una buena cosecha si trabajan tan mal?
-¿Habéis dicho que Megido estaba encadenado a vuestrolado? preguntó Hadan Gula sorprendido.
-Sí, llevábamos un collar de bronce alrededor delcuello, una pesada cadena nos unía los unos a los otros. Cerca de él estabaZabado, el ladrón de corderos que conocí en Harrun. En la punta, un hombre alque llamábamos Pirata, porque no quería decir su nombre. Habíamos pensado queera marinero porque tenía tatuadas en el pecho unas serpientes enroscadas, a lamanera de los hombres de mar. La columna estaba organizada de manera que loshombres pudieran avanzar de cuatro en cuatro.
-¿Ibais encadenado como un esclavo? preguntó HadanGula incrédulo.
-¿Tu abuelo no te dijo que yo fui esclavo en untiempo?
-Hablaba a menudo de vos pero nunca hizo alusión aeso.
-Era un hombre en el que podías confiar los másíntimos secretos. Tú también eres un hombre en el que se puede confiar,¿verdad? -Sharru Nada le miró fijamente a los ojos.
-Podéis contar con mi silencio, pero estoy muysorprendido. Contadme cómo llegasteis a ser esclavo.
-Cualquiera puede encontrarse en esa situación SharruNada se encogió de hombros-. Una casa de juego y la cerveza de cebada mellevaron a la-ruina. Pagué los delitos de mi hermano.
-Durante una pelea mató a su amigo, yo fui entregado ala viuda por mi desesperado padre para que mi hermano no fuera perseguido porla ley. Cuando mi padre no pudo conseguir dinero suficiente para liberarme,ella se enfadó y me vendió en el mercado de esclavos.
-¡Qué vergüenza y qué injusticia! -protestó HadanGula-. Pero decidme, ¿Cómo recuperasteis vuestra libertad?
-Ya llegaremos a eso, pero todavía no. Continuemos lahistoria. Cuando pasamos ante ellos, los labradores se mofaron de nosotros. Unode ellos se quitó el sombrero y nos saludó inclinándose.
»"Bienvenidos a Babilonia, gritó, invitados delrey. Os espera en las murallas de la ciudad, donde el banquete ya está servido,ladrillos de barro y sopa de cebollas" y rieron a mandíbula batiente.
»Pirata se enfureció y les maldijo.
»"¿Qué quiere decir eso de que el rey nos esperaen las murallas?" pregunté.
»"En las murallas de la ciudad tendremos quellevar ladrillos hasta que se nos quiebre el espinazo, o tal vez nos peguenhasta la muerte antes de eso."
»"¿Quién quiere trabajar duramente? comentóZabado. Esos labradores son listos y no se rompen la espalda, sólo lo hacenver."
»"No se puede prosperar siendo un gandul, protestóMegido. Si labras una hectárea, habrás hecho una buena jornada de trabajo y dalo mismo si tu amo lo sabe o no. Pero si sólo haces la mitad, eres un gandul.Yo no lo soy, me gusta trabajar y hacerlo bien pues el trabajo es el mejoramigo que he conocido. Me ha dado toda las cosas buenas que tengo: mi granja ymis vacas, mis cosechas, todo."
»"¿Y dónde están todas estas cosas ahora? seburló Zabado. Creo que es más provechoso ser inteligente y pasar desapercibidosin trabajar. Mírame a mí, cuando nos ,vendan, yo transportaré agua o haréalgún otra tarea fácil, mientras tú, que te gusta trabajar, te partirás elespinazo transportando ladrillos" y rió estúpidamente.
»Esa noche me invadió el terror, no podía dormir. Meacerqué a la línea de guardia y cuando los otro se hubieron dormido, llamé laatención de Godoso, que hacía el primer turno.
»Era uno de esos tunantes árabes, una especie decanalla que creía que si te robaba, además te tenía que cortar el cuello.
»"Dime, Godoso, le susurré, ¿nos venderán cuandolleguemos a las murallas de Babilonia?"
»"¿Para qué lo quieres saber?", preguntóprudentemente.
»"¿No lo entiendes? le supliqué. Soy joven yquiero vivir. No quiero ser hostigado o azotado hasta la muerte. ¿Tengoposibilidades de tener un buen amo?"
»"Voy a decirte algo, me susurró en respuesta. Túeres un buen tipo, no me das problemas. La mayoría de las veces somos losprimeros en ir al mercado de esclavos. Escucha ahora: cuando vengan loscompradores, diles que eres un buen trabajador, que te gusta trabajar duro ypara un buen amo. Si no los animas a comprarte, el día siguiente te encontrarásllevando ladrillos, un trabajo agotador."
»Después se alejó. Me tumbé en la arena calientemirando las estrellas y pensando en el trabajo. Aquello que -había dicho Megidode que el trabajo era su mejor amigo me hizo preguntarme si también sería elmío. Verdaderamente lo sería si me ayudaba a liberarme.
»Cuando Megido se despertó, le susurré la buenanoticia. Un brillo de esperanza nos acompañó de camino a Babilonia. A mediatarde nos íbamos acercando a las murallas y podíamos ver las filas de hombresparecidos a hormigas negras que escalaban por los escarpados senderos. Alaproximarnos, quedamos sorprendidos de ver a miles de hombres que trabajaban,algunos cavaban los fosos, otros transformaban la tierra en ladrillos de barro.La mayoría carreteaba ladrillos en grandes cestas por los empinados caminoshasta donde se encontraban los albañiles.
»Los vigilantes insultaban a los rezagados y hacíanchasquear los látigos en la espalda de los que se salían de la fila. Algunospobres hombres agotados se tambaleaban y caían bajo las pesadas cestas,incapaces de levantarse. Si los latigazos no podían ponerlos de pie, losapartaban de las filas y los dejaban de lado. Pronto caerían cuesta abajo, conlos demás cuerpos de esclavos que esperaban junto al camino una sepultura sinbendecir. Me estremecí mirando esta escena, aquello es lo que esperaba al hijode mi padre si no tenía éxito en el mercado de esclavos.
»Godoso tenía razón. Atravesamos las puertas de laciudad y nos dirigimos hacia la prisión de esclavos, a la mañana siguiente noscondujeron al recinto del mercado. Allí, los demás esclavos se apretabanasustados los unos contra los otros y sólo los látigos conseguían que semovieran para que los vieran los compradores. Megido y yo hablábamosanimadamente con todos los hombres que nos lo permitían.
* Las famosas construcciones de la antigua Babilonia,las murallas, los templos, los jardines colgantes y los grandes canales fueronposibles gracias al trabajo de esclavos, principalmente prisioneros de guerra,lo que explica el trato inhumano que recibían. Algunos también eran ciudadanosde Babilonia y sus provincias, vendidos como esclavos a causa de delitos quehubieran cometido o de problemas financieros. Era costumbre que los hombres seofrecieran a sí mismos o a sus familias para garantizar el pago de préstamos,juicios legales y otras obligaciones. Por lo que en caso de impago, laspersonas afectadas podrán ser vendidas como esclavos.
»El vendedor de esclavos llamó a los soldados de laguardia real, que encadenaron a Pirata y le pegaron brutalmente en cuantoprotestó. Cuando se lo llevaron sentí pena por él.
»Megido presintió que pronto nos separaríamos y cuandono teníamos compradores cerca me hablaba seriamente para hacerme comprenderhasta qué punto sería importante el trabajo en mi futuro. «Algunos hombres lodetestan. Lo hacen su enemigo. Es mejor que lo trates como a un amigo, hacerque te quiera. No te preocupes si es duro. Cuando quieres construir una buenacasa, no te importa si las vigas son pesadas o si el pozo del que sacas el aguapara el yeso está lejos. Prométeme, muchacho, que, si tienes un amo, trabajaráspara él tanto como puedas. No te inquietes si él no aprecia tu trabajo.Recuerda que el trabajo bien hecho hace bien al que lo realiza, lo convierte enun hombre mejor.» Aquí se paró porque un corpulento agricultor venía hacia lavalla para mirarnos con interés.
»Megido le preguntó sobre su granja y sus cultivos,convenciéndolo de que le sería de gran utilidad. Tras un violento regateo conel vendedor de esclavos, el granjero sacó una gran bolsa de oro de entre susropas y poco después Megido seguía a su nuevo amo y desaparecía.
Otros hombres fueron vendidos durante la mañana. Amediodía Godoso me confió que el vendedor-estaba ya harto y que no pasaría unanoche más allí sino que al atardecer llevaría el resto de esclavos al compradordel rey. Yo ya estaba desesperando de mi suerte cuando un hombre gordo y deaspecto amable se acercó al muro y preguntó si entre nosotros había algúnpastelero.
»"¿Para qué un buen pastelero como vos necesitaun pastelero de calidad inferior? le dije acercándome. ¿No sería más fácilenseñar a un hombre de buena voluntad como yo los secretos de vuestro oficio?Miradme: soy joven, fuerte y me gusta trabajar. Dadme una oportunidad y harétodo lo que pueda para llenar de oro vuestra bolsa."
»Quedó impresionado por mi buena voluntad y comenzó aregatear con el vendedor. Este nunca se había fijado en mí desde que me compró,pero ahora alababa con gran elocuencia mis virtudes, mi buena salud y mi buencarácter. Me sentí como un buey cebado que vendieran a un carnicero. Para migran alegría, al final se cerró el trato y me fui con mi nuevo amo pensando queera el hombre más afortunado de Babilonia.
»Mi nueva casa era de mi agrado. Nana-naid, mi amo, meenseñó a moler la cebada en un cuenco de piedra del pato, a hacer un fuego enel horno y finalmente a moler muy fina la harina de sésamo para hacer lospasteles de miel. Yo dormía en el granero en que guardaba el cereal. La viejaesclava, la criada Swasti, me alimentaba bien y estaba contenta de que leayudara a hacer las tareas más difíciles.
»Esa era la oportunidad de ser útil a mi amo que habíadeseado ardientemente y en ella esperaba encontrar una vía para ganar milibertad.
»Pedí a Nana-naid que me enseñara a amasar y cocer elpan, y lo hizo, contento por mi buena voluntad. Más tarde, cuando ya dominabaestas técnicas le pedí que me mostrara cómo hacer los pasteles de miel y prontohice toda la pastelería. Mi amo estaba contento de poder no hacer nada peroSwasti sacudía la cabeza en signo de desaprobación. "No es bueno paraningún hombre estar sin trabajar", declaraba.
»Pensé que era el momento de empezar a pensar en unamanera de ganar las monedas para comprar mi libertad. Como acababa mi trabajo amediodía, pensé que Nana-naid estaría de acuerdo en que buscara un empleoprovechoso para las tardes, trabajo del que podríamos compartir los beneficios.Después tuve una idea: ¿por qué no hacer más pasteles de miel y venderlos a loshombres hambrientos en las calles de la ciudad?
»Presenté mi plan a Nana-naid de la siguiente manera:«Si una vez haya terminado la pastelería, puedo disponer de mis tardes parahaceros ganar más dinero a vos, ¿no sería justo que compartierais parte de lasganancias conmigo? Así tendré un dinero propio para poder comprar las cosas quetodo hombre desea y necesita.»
»"Es bastante justo", admitió. Cuando lepresenté mi plan para vender pasteles de miel, estuvo muy contento. "Miraqué haremos, sugirió. Los venderás a un céntimo el par; me devolverás la mitadde lo que ganes para pagar la harina, la miel y la leña necesaria paracocerlos. Yo me quedaré con la mitad del resto y la otra mitad será parati."
»Estaba bien contento de aquella generosa oferta queconsistía en darme la cuarta parte de mis ventas. Aquella noche trabajé hastatarde para fabricar una bandeja sobre la que colocar los pasteles. Nana-naid medio uno de sus vestidos usados para que tuviera un aspecto decente y Swasti meayudó a apetacharlo y lavarlo.
»El día siguiente hice una cantidad de más de pastelesde miel. Comencé a anunciar mi mercancía paseándome por la calle, los pastelestenían aspecto de estar bien cocidos y ser apetitosos. A1 principio nadieparecía interesado y me desanimé, pero continué y cuando más tarde los hombrestuvieron hambre, empezaron a comprar y muy pronto la bandeja estaba vacía.
»Nana-naid estaba muy contento de mi éxito y me pagómi parte gustoso. Yo estaba encantado de tener algún dinero. Megido tenía razóncuando decía que el amo aprecia los trabajos de un buen esclavo. Aquella nocheestaba tan excitado por mi éxito que apenas pude dormir e intenté calcular cuántopodía ganar en un año y cuántos años necesitaría para comprar mi libertad.
»Pronto encontré clientes regulares paseándome con labandeja de pasteles. Uno de ellos no era otro que tu abuelo, Arad Gula. Eravendedor de alfombras y las vendía a las amas de casa. Iba de un extremo a otrode la ciudad acompañado de un burro cargado de alfombras y de un esclavo negroque lo cuidaba. Compraba dos pasteles para él y dos para su esclavo, siempre seentretenía a hablar conmigo mientras los comían.
»Tu abuelo me dijo una cosa que recordaré siempre:"Me gustan tus pasteles, muchacho, pero me gusta aún más el ardor con quelos vendes. Un espíritu así te puede llevar muy lejos en el camino deléxito."
»¿Puedes comprender, Hadan Gula, lo que esas palabrasde aliento significaron para un joven esclavo, solo en una gran ciudad, queluchaba contra sí mismo para encontrar una puerta de salida a su humillación?
»A medida que los meses pasaban, iba engrosando mibolsa, que empezaba a tener un peso reconfortante colgada de mi cinturón. Eltrabajo se había convertido en mi mejor amigo, como había predicho Megido. Yoestaba feliz pero Swasti se mostraba intranquila.
»"Temo por tu amo, pasa demasiado tiempo en lascasas de juego", protestaba.
»Un día me invadió la felicidad al encontrar a miamigo Megido en la calle. Llevaba tres asnos cargados de verduras al mercado."Estoy muy bien, dijo, mi amo aprecia mi trabajo y ya soy capataz. Mira,me confía los productos que vende en el mercado e incluso ha reclamado a mi familia.El trabajo me ayuda a recuperarme de mi gran desgracia y algún día me ayudarátambién a comprar mi libertad y a volver a tener una granja."
»Pasó el tiempo y cada día Nana-naid tenía más prisaspor verme llegar después de mi venta. Esperaba mi vuelta, contaba impaciente eldinero y lo dividía. Me presionaba para que buscara nuevos clientes y aumentaramis ventas.
»A menudo iba más allá de las puertas de la ciudadpara buscar a los vigilantes de los esclavos que construían las murallas de laciudad. Detestaba ver aquellas escenas desagradables pero encontraba que losvigilantes eran compradores generosos. Un día vi sorprendido a Zabado queesperaba en fila para llenar de ladrillos su cesto. Estaba flaco y encorvado ysu espalda estaba llena de cicatrices y llagas producidas por los látigos delos vigilantes. Me dio pena y le di un pastel que aplastó contra su boca comoun animal famélico. Viendo el ansia que se reflejaba en su mirada, corrí antesde que pudiera atrapar mi bandeja.
»."¿Por qué trabajas tan duramente?", me preguntó un día Arad Gula, casi la misma pregunta que tú me has hecho hoy, ¿teacuerdas? Le dije lo que me había contado Megido sobre el trabajo y cómo habíaresultado ser mi mejor amigo. Le enseñé con orgullo mi bolsa de monedas y ledije que ahorraba para comprar mi libertad.
»"¿Qué harás cuando seas libre?", preguntó.
»"Tengo la intención de hacerme mercader",respondí.
»Entonces me confió algo que nunca había sospechado.Tú no sabes que yo también soy esclavo, soy socio de mi amo.
»Calla -ordenó Hadan Gula-, no escucharé mentirasdifamatorias sobre mi abuelo. No era ningún esclavo.
»Sus ojos brillaban de cólera.
»Sharru Nada permaneció en calma.
»Lo honro por haberse elevado desde su desgracia yhaberse convertido en un gran ciudadano de Damasco. ¿Y tú, su nieto, estáshecho de la misma madera? ¿Eres tan hombre como para hacer frente a la realidado prefieres vivir con falsas ilusiones?
»Hadan Gula se irguió en la silla, y respondió con lavoz ahogada por una profunda emoción.
»Todo el mundo amaba a mi abuelo, sus buenas accionesfueron incontables. ¿No fue él quien, cuando llegó el hambre, compró grano enEgipto y lo transportó en su caravana para distribuirlo entre la gente y queasí no murieran de hambre? ¿Por qué decís que no era más que un despreciableesclavo de Babilonia?
»Si siempre hubiera sido un esclavo, tal vez habríasido despreciable, pero cuando, gracias a su esfuerzo se convirtió en un granhombre en Damasco, seguro que los dioses le perdonaron sus desgracias y lohonraron con su respeto -respondió Sharru Nada.
»Tras decirme que era un esclavo me dijo hasta quépunto ansiaba recobrar su libertad. Ahora que poseía suficiente dinero paracomprarla, estaba preocupado por lo que haría en el futuro. Ya no hacía buenas ventascomo antes y temía el momento en que careciera del apoyo de su amo.
»Me indigné por su indecisión. "No te ates más atu amo. Encuentra de nuevo la sensación de ser un hombre libre.- Actúa como taly triunfa como tal. Decide qué es lo que quieres conseguir y el trabajo teayudará a conseguirlo." Continuó su camino diciéndome que estaba contentode que lo hubiera hecho avergonzarse por su cobardía.
»Un día fui fuera de las murallas y me extrañó verallí un gran gentío. Cuando pregunté a un hombre qué pasaba me respondió:"¿No lo has oído? Han llevado ante la justicia a un esclavo fugitivo quehabía matado a un guardián y lo flagelarán hasta la muerte. Incluso el rey enpersona estará presente."
»El gentío era tan numeroso cerca del poste deflagelación que temí acercarme más por miedo a que volcaran mi bandeja depasteles de miel. Entonces subí a la muralla inacabada para mirar por encima delas cabezas. Tuve la suerte de ver a Nabuconodosor en persona que avanzaba ensu carro dorado. Jamás había visto una magnificencia tal, ropas semejantes,paños de tejido dorado guarnecidos de terciopelo como aquellos.
»No pude ver la flagelación, pero pude oír los gritosdesgarradores del pobre esclavo. Me pregunté cómo alguien tan noble comonuestro noble rey podía aceptar ver un sufrimiento tal; pero cuando vi que reíay bromeaba con sus nobles, supe que era cruel y entendí por qué imponían a losesclavos que construían las murallas aquellas inhumanas tareas.
»Una vez muerto el esclavo, colgaron su cuerpo de unapierna en el poste para que todo el mundo pudiera verlo. Cuando la muchedumbrese comenzó a dispersar, me acerqué a él, sobre su pecho reconocí el tatuaje delas dos serpientes abrazadas. Era Pirata.
* Las costumbres de los esclavos de la antigua Babilonia,aunque nos parezcan contradictorias, estaban severamente por la ley. Unesclavo, por ejemplo, podía poseer bienes de todo tipo, incluso otros esclavossobre los que su amo no tenía ninguna potestad. Los esclavos se casabanlibremente con no esclavos. Los hijos de mujeres libres eran libres. La mayoríade los comerciantes de la ciudad eran esclavos; muchos de estos tenían negocioscon sus amos y eran ricos.
»Cuando volví a ver a Arad Gula, era ya otro hombre.Me recibió lleno de entusiasmo. "Mira al esclavo libre. Tus palabrasfueron mágicas. Ya mis ventas y beneficios aumentan, mi mujer está encantada.Ella era un mujer libre, la sobrina de mi amo, y desea ardientemente que nosmudemos a un pueblo donde nadie sepa que yo he sido esclavo. De esta maneranuestros hijos estarán a salvo de todo reproche sobre la desgracia de su padre.El trabajo ha sido mi mejor ayuda, me ha hecho capaz de recuperar la confianzay la habilidad para vender."
»Estaba encantado de haberlo podido ayudar aunque sólohubiera sido para devolverle los ánimos que él me había dado.
»Una noche, Swasti vino a verme angustiada. "Tuamo está en problemas. Tengo miedo por él. Hace unos meses perdió mucho dineroen el juego, ya no paga al granjero la harina y la miel, ya no paga al prestamista.Y ahora están enfadados y lo amenazan."
»"¿Por qué debemos preocuparnos por sus locuras?,dije sin pensar. No somos sus guardianes."
»"Loco, no comprendes nada." Ha dado tutítulo al prestamista como aval. Según la ley, puede reclamarte y venderte. Nosé qué hacer, es un buen amo. ¿Por qué se ha de abatir sobre él una desgraciaasí?
»Los temores de Swasti eran fundamentados, mientrashacia los pasteles el día siguiente por la mañana, llegó el prestamista con unhombre que se llamaba Sasi. Ese hombre me miró y dijo que le parecía buentrato.
»El prestamista no esperó a que llegara mi amo y ledijo a Swasti que le informara de que me habían llevado. Con solo la ropa quetenía encima y mi bolsa fuertemente atada a mi cinturón, me obligaron aalejarme de los pasteles sin acabar.
»Mehabían alejado de mis deseos más profundos como el huracán arranca el árbol delbosque y lo arroja en el tempestuoso mar. Una casa de juego y la cerveza decebada me volvían a causar desgracias. »Sasi era brusco, tosco. Mientras meconducía a través de la ciudad, le iba contando el buen trabajo que había hechopara Nana-naid y le decía que esperaba hacer lo mismo por él. Su respuesta nome dio ningún ánimo.
»"No me gusta ese trabajo, ni tampoco a mi amo.El rey le ha ordenado que me envíe a construir una parte del Gran Canal. Mi amome ha dicho que comprara más esclavos, que trabajara duro y que acabararápidamente. ¿Cómo se puede acabar un trabajo tan enorme rápidamente?"
»Imagina el desierto sin árboles; tan sólo pequeñosarbustos y un sol tan ardiente que el agua de nuestros barriles se calentabatanto que nos costaba poderla beber. Después imagina filas de hombres que bajana un profundo agujero y suben arrastrando pesados cestos llenos de tierra porsenderos polvorientos, de sol a sol. Imagina la comida servida en abrevaderosque usábamos como cerdos. No teníamos tiendas ni paja para las camas. En estasituación me encontré. Enterré mi bolsa en un sitio marcado preguntándome sialgún día saldría de allí.
»Al principio trabajaba con buena voluntad, pero amedida que los meses pasaban, sentía cómo se me quebraba el alma. Luego lafiebre se apoderó de mi cuerpo contusionado. Perdí el apetito y apenas podíacomer el cordero y las verduras que nos daban. Por la noche daba vueltas en micamastro sin poderme dormir.
»En mi miseria me preguntaba si no era el mejor elplan de Zabado, holgazanear e intentar no partirse el espinazo trabajando.Entonces recordé la última vez que lo había visto y me di cuenta de que su planno era bueno.
»En mi amargura pensé en Pirata y me pregunté si noera preferible luchar y matar. La memoria de su cuerpo ensangrentado me recordóque también su plan era inútil.
»Entonces me acordé de Megido, sus manos eranprofundamente callosas a fuerza de trabajo pero su corazón estaba ligero y ensu rostro había felicidad. Su plan era el mejor.
»Sin embargo, yo estaba tan dispuesto a trabajar comoMegido; él no habría trabajado más duramente. ¿Por qué mi trabajo no meproporcionaba felicidad y éxito? ¿Era el trabajo lo que había dado la felicidady el éxito a Megido
o estos eran bienes en manos de los dioses?¿Trabajaría el resto de mi vida sin satisfacer mis deseos, sin éxito nifelicidad? Todas estas preguntas se agolpaban sin respuesta en mi mente. Estabadolorosamente confuso.
»Varios días más tarde, cuando ya me creía al límitede mis fuerzas y mis preguntas continuaban sin respuesta, Sasi me hizo buscar.Mi amo había hecho venir a un mensajero para llevarme a Babilonia. Cavé pararecuperar mi precioso saquito, lo escondí entre mis harapos y partí.
»Al marchar, aquellos mismos pensamientos siguieronpasando raudos por mi cerebro febril, como un huracán dando vueltas a mialrededor. Me pareció vivir la extraña ,letra de una canción de Harrun, mi ciudadnatal:
Mira al hombre que como un torbellino
Se comporta como la tormenta
Que en su carrera nadie puede seguir
Y su destino nadie puede predecir.
»¿Erami destino ser castigado por no sabía qué? ¿Qué miserias y decepciones meesperaban?
»Imagina mi sorpresa cuando, al llegar al patio de lacasa de mi amo, vi a Arad Gula que me esperaba. Me ayudó a entrar y me abrazócomo a un hermano perdido hace tiempo.
»Por el camino le habría seguido como un esclavo siguea su amo, pero no me lo permitió. Pasó su brazo por mis hombros y me dijo:"Te busqué por todas partes. Cuando ya no tenía esperanzas, encontré aSwasti, quien me contó la historia del prestamista que me condujo hasta tunoble amo. El ha negociado con dureza y me ha hecho pagar un precio desorbitadopero tú lo vales. Tu filosofía y tu audacia han inspirado mi éxitoactual."
»"La filosofía de Megido, no la mía,interrumpí" "La de Megido y la tuya. Gracias a los dos, ahora vamos aDamasco, donde te necesito como socio. ¡Mira, exclamó, dentro de un momentoserás un hombre libre!" Diciendo esto sacó del interior de su ropa unatablilla de barro que era mi título. La levantó por encima de su cabeza y latiró con fuerza contra el pavimento de piedra para romperla en mil pedazos.Pisó con alegría los añicos hasta que quedaron reducidos a polvo.
»Mis ojos se llenaron de lágrimas de agradecimiento.Sabía que era el hombre más afortunado de Babilonia. ¿Ves? El momento de mayorangustia, el trabajo resultó ser mi mejor amigo. Mi buena voluntad de trabajarme permitió no tener que ir con los esclavos que construían las murallas. Eimpresionó a tu abuelo hasta el punto de que me quisiera hacer su socio.
»¿Entonces, el trabajo era la clave secreta de losshekeles de oro de mi abuelo? -preguntó Hadan Gula.
»Era la única que tenía cuando yo lo conocí -respondióSharru Nada-. A tu abuelo le gustaba trabajar, los dioses apreciaron susesfuerzos y lo recompensaron generosamente.
»Empiezo a entender -Hadan Gula hablaba mientraspensaba-. El trabajo atrajo a sus numerosos amigos que admiraban superseverancia y el éxito que le proporcionaba. El trabajo le dio los honoresque apreciaba tanto en Damasco. El trabajo le aportó todas esas cosas de la quehe disfrutado. ¡Y yo creía que el trabajo era sólo para los esclavos!
»La vida está llena de numerosos placeres de los quepuede gozar el hombre comentó Sharru Nada-, y cada uno tiene su lugar. Estoycontento de que el trabajo no esté sólo reservado a los esclavos. Si así fuera,me vería privado de mi mayor placer. Hay muchas cosas que me gustan, pero nadareemplaza al trabajo.
»Sharru Nada y Hadan Gula pasaron por la sombra de laselevadas murallas hacia las macizas puertas de bronce de Babilonia. A sullegada, los guardias de la puerta se pusieron firmes y saludaron respetuosamenteal honorable ciudadano. Con la cabeza bien alta, Sharru Nada condujo la largacaravana a través de las puertas y por las calles de la ciudad.
»Siempre he querido ser un gran hombre como mi abuelo-le confió Hadan Gula-. Nunca había entendido qué clase de hombre era. Vos melo habéis mostrado. Ahora lo entiendo, lo admiro aún más y me siento másdeterminado a convertirme en un hombre como él. Temo no poderos pagar nunca porhaberme dado la auténtica clave de su éxito; a partir de hoy la usaré. Empezaréhumildemente, como él, y eso será más acorde con mi verdadera condición que lasjoyas y las bellas ropas.
»Y diciendo esto, Hadan Gula retiró los anillos de susdedos y los pendientes de sus orejas. Aflojó las riendas de su caballo,retrocedió unos pasos y se colocó tras el jefe de la caravana con un profundorespeto.»
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Capitulo 11: Un resumen histórico de Babilonia
No ha habido en el curso de la historia una ciudad másatractiva que Babilonia. Su nombre evoca visiones de riqueza y esplendor y sustesoros de oro y joyas eran fabulosos. Podríamos pensar que una ciudad asítenía un emplazamiento maravilloso, rodeada de ricos recursos naturales comobosques o minas en un exuberante clima tropical. No era el caso, se extendía alo largo del curso de los ríos Tigris y Éufrates en un valle árido y plano. Nohabía bosques, minas, ni tan sólo piedra para la construcción. No estaba en unavía comercial natural y las lluvias eran insuficientes para la agricultura.
Babilonia es un ejemplo de la capacidad del hombre paraalcanzar grandes objetivos usando los medios que tiene a su alcance. Todos losrecursos habían sido desarrollados por el hombre, todas las riquezas resultabandel trabajo humano.
Babilonia poseía tan sólo dos recursos- naturales: unatierra fértil y el agua del río. Gracias a una de las más grandes realizacionestécnicas de todos los tiempos, los ingenieros babilonios desviaron las aguasdel río mediante diques e inmensos canales de irrigación. Los canalesatravesaban todos los parajes del árido valle para llevar agua al fértil suelo.Estas obras constituyen uno de los primeros trabajos de ingeniería de lahistoria y el sistema de regadío permitió que las cosechas fueran másabundantes de lo que lo habían sido nunca.
Afortunadamente, Babilonia fue gobernada durante sularga existencia por sucesivas líneas de reyes que sólo se dedicaronocasionalmente a las conquistas y los saqueos. Aunque la ciudad se embarcó endiversas guerras, estas fueron locales o eran para defenderse de los ambiciososconquistadores llegados de otros países que codiciaban sus fabulosos tesoros.Los extraordinarios dirigentes de Babilonia pasaron a la historia a causa de susabiduría, audacia y justicia. Babilonia no dio orgullosas monarquías quequerían conquistar el mundo conocido y forzar a las naciones a someterse.Babilonia ya no existe como ciudad, cuando las fuerzas humanas que construyerony mantuvieron la ciudad durante miles de años desaparecieron, se convirtiórápidamente en una desierta ruina. Estaba situada en Asia, a unos milkilómetros del canal de Suez, justo al norte del Golfo Pérsico. Su latitud escercana a los treinta grados sobre el ecuador, parecida a la de Yuma, Arizona,y poseía un clima semejante al de esta ciudad, caliente y seco.
El valle del Éufrates, en otro tiempo populosa regiónagrícola, es hoy una llanura árida barrida por el viento. Las escasas hierbas ylos arbustos del desierto luchan contra la arena llevada por el viento. Losfértiles campos, las grandes ciudades y las largas caravanas de los ricoscomerciantes ya no existen. Las tribus árabes nómadas son los únicos habitantesdel valle desde la era cristiana y subsisten gracias a sus pequeños rebaños.
La región está salpicada de colinas. Al menos durantesiglos fueron consideradas como tales, pero los fragmentos de alfarería yladrillos gastados por las ocasionales lluvias llamaron finalmente la atenciónde los arqueólogos. Se organizaron campañas para realizar excavacionesfinanciadas por museos europeos y americanos. Los picos y las palas demostraronrápidamente que aquellas colinas eran antiguas ciudades, las podríamos llamar«tumbas de ciudades».
Babilonia es una de ellas, los vientos habíanesparcido sobre ella el polvo del desierto durante veinte siglos. Las murallas,originalmente construidas de ladrillo, se habían desintegrado y habían vuelto ala tierra. Así es hoy en día la rica ciudad de Babilonia: un montón de tierraabandonado hace tanto tiempo que nadie conocía su nombre hasta que se retiraronlos escombros acumulados durante siglos en las calles, los nobles templos y lospalacios.
Algunos científicos consideran que las civilizacionesbabilónica y las de las otras ciudades del valle son las más antiguas de lasque se tiene conocimiento. Se han demostrado de manera fehaciente algunas fechasque se remontan hasta los 8.000 años de antigüedad. En las ruinas de Babiloniase descubrieron descripciones de un eclipse solar, los astrónomos modernoscalcularon fácilmente cuándo hubo un eclipse visible en Babilonia y pudieron,de este modo, establecer la relación entre su calendario y el nuestro.
Así se pudo calcular que hace 8.000 años, los sumeriosque ocupaban Babilonia vivían en ciudades fortificadas. No se puede calculardesde cuándo existían dichas ciudades. Sus habitantes no eran simples bárbarosque vivían en el interior de unas murallas protectoras, sino gentes cultivadase inteligentes. Tanto como puede remontarse en el pasado la historia escrita,fueron los primeros ingenieros, astrónomos, matemáticos, financieros, y elprimer pueblo que poseyó una lengua escrita.
Ya hemos hablado de los sistemas de irrigación quetransformaron el árido valle en un vergel cultivado. Los vestigios de loscanales son aún visibles aunque la mayoría están llenos de arena. Algunos deellos eran tan grandes que, cuando no llevaban agua, una docena de caballospodían galopar de frente en su interior. Se los compara en amplitud con loscanales más anchos de Colorado y Utah.
Además de regar la tierra, los ingenieros babiloniosllevaron a cabo otro proyecto igualmente vasto: recuperar una inmensa regiónpantanosa en la desembocadura del Éufrates por medio de un sistema de drenaje yhacerla cultivable.
Herodoto, historiador y viajero griego visitóBabilonia tal como era durante su apogeo y nos dejó la única descripciónconocida hecha por un extranjero. Sus escritos presentan una pintorescadescripción de la ciudad y algunas de las extrañas costumbres de sushabitantes. Menciona la fertilidad notable de la tierra y las abundantescosechas de trigo y cebada que se recogían.
Lagloria de Babilonia se ha apagado pero su sabiduría- ha sido conservada paranosotros gracias a los archivos. En aquellos lejanos tiempos, el papel nohabía sido todavía inventado, y en su lugar, la gente grababa laboriosamentesus escritos en tablillas de arcilla húmeda. Cuando las acababan, las cocían yquedaban duras. Medían aproximadamente seis por ocho pulgadas y el espesor erade una pulgada. Utilizaban estas tablillas de barro, como se les llamacomúnmente, como nosotros las modernas formas de escritura. Se grababanleyendas, poesía, historia, transcripciones de decretos reales, leyes del país,títulos de propiedad, billetes e incluso cartas que eran enviadas mediantemensajeros hacia ciudades lejanas. Gracias a estas tablillas hemos podidoconocer asuntos íntimos de la gente. Una tablilla que seguramente provenía delos archivos del almacenero del país cuenta, por ejemplo, que un cliente llevóun vaca y la cambió por siete sacos de trigo, tres entregados en el mismomomento y los otros cuatro a conveniencia del cliente.
Los arqueólogos recuperaron bibliotecas enteras deestas tablillas, cientos de miles de ellas, protegidas por los escombros de lasciudades.
Las inmensas murallas que rodeaban la ciudadconstituían una de las extraordinarias maravillas de Babilonia. Los antiguoslas consideraron comparables a las pirámides de Egipto y las situaron entre lassiete maravillas del mundo. El mérito de la construcción de las primerasmurallas es atribuible a la reina Semiramis, pero los arqueólogos modernos nohan podido encontrar vestigios de estas primeras construcciones, ni establecersu altura exacta. Por los escritos de los antiguos se estima que medían entreunos cincuenta y sesenta pies en la parte exterior, que estaban hechos de ladrilloscocidos y además protegidos por un profundo foso de agua.
Las murallas más recientes y célebres fueronconstruidas unos 600 años antes de Cristo por el rey Nabopolasar, quienproyectó una construcción tan colosal que no pudo vivir para ver el final delas obras. Fue su hijo Nabuconodosor, cuyo nombre aparece en la Biblia, quienlas terminó.
La altura y la longitud de estas murallas másrecientes nos dejan atónitos. Una autoridad digna de confianza informó quedebieron de tener alrededor de cincuenta y dos metros, es decir la altura de unedificio moderno de quince plantas. Se estima que la longitud total era deentre quince y diecisiete kilómetros y la anchura era tal, que en su partesuperior podía correr un carro tirado por seis caballos. No queda prácticamentenada de esta formidable estructura excepto una parte de los cimientos y elfoso. Además de los destrozos de la naturaleza, los árabes se llevaron losladrillos para construir en otras partes.
Uno tras otro, los ejércitos victoriosos de casi todoslos conquistadores de ese periodo de guerras invasoras se enfrentaron contralas murallas de Babilonia. Una multitud de reyes asedió Babilonia, pero todofue en vano. Los ejércitos invasores de aquel tiempo no eran despreciables ylos historiadores hablan de fuerzas de 10.000 caballeros, 25.000 carros y de1.200 regimientos de infantes de 1.000 hombres cada uno. A menudo necesitabandos o tres años de preparación para reunir el material de guerra y losdepósitos de vituallas a lo largo de la línea de marcha propuesta.
La ciudad de Babilonia estaba organizada casi como unciudad moderna. Había calles y tiendas, vendedores ambulantes qué ofrecían susmercancías en los barrios residenciales, sacerdotes que oficiaban en templosmagníficos. Un muro aislaba los palacios reales en el interior de la ciudad.Dicen que esas murallas eran más altas que las de la ciudad.
Los babilonios eran artesanos hábiles que trabajabanen la escultura, la pintura, el tejido, el oro y fabricaban armas de metal ymaquinaria agrícola. Los joyeros creaban piezas de gusto exquisito y algunasmuestras que han sido recuperadas de las tumbas de ricos ciudadanos se exponenen museos de todo el mundo.
En una época muy lejana, cuando elresto del mundo cortaba árboles con hachas de piedra o cazaba y luchaba conlanzas y flechas con punta de piedra, los babilonios ya usaban hachas, lanzas yflechas de metal. Eran financieros y comerciantes inteligentes. Por lo quesabemos, fueron los inventores del dinero como moneda de cambio, de los billetesy de los títulos de propiedad escritos.
Babilonia no fue conquistada por sus enemigos hastacerca de 540 años antes de Cristo. Pero tampoco entonces fueron tomadas lasmurallas; la historia de la caída de Babilonia es de lo más extraordinario, Ciro,uno de los grandes conquistadores de la época, proyectaba atacar la ciudad ytomar las murallas intomables. Los consejeros de Nabónidus, rey de Babilonia,le persuadieron para que fuera ante Ciro y librara batalla sin esperar a que laciudad estuviera asediada. El ejército babilonio, tras consecutivas derrotas,se alejó de la ciudad. Ciro entró por las puertas abiertas de la ciudad, que noopuso resistencia.
El poder y el prestigio de Babilonia fueron declinandogradualmente hasta que, al cabo de unos siglos fue abandonada, dejada a mercedde vientos y tormentas que la devolvieron al desierto sobre el que se habíaalzado en su origen. Babilonia había caído para no volverse nunca a levantar,pero debemos mucho a su civilización.
Los eones han reducido a polvo las orgullosas paredesde sus templos pero su sabiduría aún pervive.
FIN
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